viernes, 28 de enero de 2011

6. Cuestionario

Sábado, medio día, y yo en la cama. Estoy despierta desde hace 4 horas, pero no quiero levantarme. Sólo quiero recordar todo lo que ocurrió ayer, no estoy del todo segura que fuera verdad, pienso que fue un sueño, un precioso sueño del que no quiero despertar. Sobre que siento en mi corazón, tampoco estoy segura que sea real, este sentimiento tan grande por una persona nunca lo había experimentado.
Sólo conozco a Jacob de una noche; casi no hablamos, cuando quise preguntarle, no me respondió y, aún así, no puedo quitarme esos hermosos ojos de la cabeza. Al Jacob que conozco es el que he leído en los libros, y si él y los Cullen son reales tal y como me dijo ayer, no entiendo que hacen aquí.


Muero de ganas por volverlo a ver, deseo ver esos maravillosos ojos, echo en falta el calor que desprende su cuerpo. Añoro vivir en un mundo de fantasías. Por eso, sigo aquí, en la cama; si me levantaba, me despertaría del sueño.
La puerta de mi habitación se abrió, escondí la cabeza debajo del edredón, no sé quién entró, no quería volver a la realidad.

- Lluna, cariño, ¿estás despierta? – Era mi madre.

- No, no estoy despierta, ni quiero levantarme. – Le contesté, ella destapó mi cabeza.
- ¿Cómo te fue ayer con tus amigas?

- Nos lo pasamos muy bien. Fuimos a tomar algo, cenamos en un italiano y luego fuimos a bailar al Paradise. –En la discoteca fue donde comenzó mi sueño – Allí conocí a un chico encantador, nos reímos mucho.

- Cuéntame de él. ¿Cómo es ese chico?, ¿Te trató bien? – Siempre que conocía a alguien, mi familia comenzaba una investigación, querían saberlo todo. Esto lo hacían para protegerme de la mala gente, no querían que su hija fuera con personas indeseables. La mayoría de las veces me molestaban estos interrogatorios, pero hoy no. Si hablaba de mi sueño con alguien sería más real.

- Pues se llama Jackson, no lo conozco mucho, pero es simpático, protector, dulce, amable… Perfecto – demasiado perfecto para ser real-. Y físicamente es guapísimo; moreno, alto, fuerte, sonrisa perfecta y unos ojos marrones preciosos. – Un suspiro se escapó de mí al recordarlo.

- Por lo que me cuentas parece buen chico, – esto es extraño, ¿un pequeño interrogatorio y ya lo aprobaba? - y se parece mucho al chico que acabo de conocer, y está esperando en el comedor a que bajes.

¿Cómo?, ¿Había escuchado bien?, ¿Él estaba en mi casa? Salí de un salto de la cama, tan deprisa que me mareé un poco. Me miré en el espejo, mi pelo estaba hecho un desastre, no podía verlo con estas pintas. Fui al lavabo para arreglarme un poco. Mi madre me acompañó.

- Tu padre y yo nos vamos a comer al Molino, hoy hacen baile. Olga pasará todo el fin de semana con Javier. Te quedas sola en casa con ese chico. Pero, si tú quieres, nos podemos quedar.

A solas con Jacob, no deseaba otra cosa. Necesitaba respuestas, muchas respuestas para creer que todo esto era cierto y no una fantasía.

Mi madre estaba preocupada, aunque hubiera permitido la visita del chico no aprobaba que nos quedáramos los dos solos. Se preocupa mucho por mí.

- Os podéis ir tranquilos, no pasa nada – dije cuando escupí la pasta de dientes.

- De acuerdo, nos vamos. No hagas esperar mucho al chico.


Mis padres se fueron. Recogí mi pelo en un moño con la ayuda de una pinza. Bajé las escaleras en pijama, no quería perder más tiempo acicalándome.


Llegué al comedor y allí estaba él, con una preciosa sonrisa en su rostro moreno, vestido con tejanos oscuros anchos y camiseta gris de manga corta. Guapísimo como ayer. Lo veía como si fuera real, aunque seguía pensando que no era cierto. No podía ser verdad que Jacob estuviera en mi casa. Solo dos metros de distancia separaban la realidad de la ficción. Decidí romper ese espacio dándole un fuerte abrazo, el cual él aceptó. Dejé atrás la realidad y me metí en un mundo de fantasías cuando sentí el calor que provenía de su cuerpo. Estuvimos abrazados y mirándonos a los ojos un largo tiempo.

- Perdona si te he despertado, pero no podía estar más tiempo separado de ti.

- Tranquilo, estaba despierta, sólo que no quería levantarme de la cama y enfrentarme a un mundo en el cual tú no existieras –Con esa frase le dije todo lo que sentía y pasaba por mi mente.

- ¿Todavía piensas que no soy real? – Le contesté que sí con la cabeza- ¿Qué puedo hacer para qué dejes de pensar eso?

- Podrías contestarme algunas preguntas, hay muchas cosas que no entiendo de ti.

- Preferiría no hablar de eso ahora – Se puso triste, yo no quería que él se sintiera incómodo.

- Entonces, demuéstrame que estás ahora aquí, conmigo, en mi casa, y que todo esto no es una fantasía de mi cabeza. – Volvió aparecer esa preciosa sonrisa, pero esta vez de medio lado. Sentí un pellizco en el brazo.- ¡Auch!, eso ha dolido, ¿por qué has hecho eso?

- Perdona, pero era una manera de probarte que existo y que estoy aquí contigo. Si fuera un sueño no habrías sentido nada – Dijo acariciándome la parte dolorida-. Por cierto, te he traído esto – me dio un pequeño ramo de violetas que había en la mesa del comedor -, las recogí de camino, Bella me dijo que si no te las daba, no dejarías que entrara en tu casa.

Comencé a reírme. Ayer, en el vestuario del gimnasio, dije lo del ramo de violetas en broma, no hace falta tomarse todo al pie de la letra. Aunque reconozco que es un detalle muy gracioso.

- ¿De qué te ríes?, ¿Qué tienen las violetas de especial y divertido?

- Nada, preferiría no hablar de eso ahora. – Si él no contestaba a mis preguntas, yo tampoco se las iba a contestar. – Gracias por las flores, son preciosa y huelen muy bien.

- Aprendes rápido, “preferiría no hablar de eso” – Hizo una pésima imitación de mi voz. Mis tripas comenzaron a sonar-. Parece que alguien tiene hambre. ¿No has comido nada?

- Hoy no, me acabo de levantar, –ahora eran sus tripas las que sonaron- y parece que no soy la única que tiene hambre.

Le cogí de la mano y fuimos a la cocina a preparar algo para comer. Dejé el ramo de flores en un jarrón con agua.

- ¿Qué te apetece comer? – Le pregunté a Jacob mientras abría la nevera.

- Cualquier cosa, me da igual, no tengo manías con la comida.

- No puedes venir de invitado a casa y pedirme cualquier cosa.

- En realidad, me he auto invitado a tú casa.

- Pero yo te he invitado a comer, así que te tengo que hacer algo especial. –vi en la nevera que habían rodajas de merluza - ¿Te gusta el pescado? – dijo que sí- Pues vamos hacer una receta de merluza con salsa de almendras que te vas a chupar los dedos.

- ¿Te gusta cocinar?

- Sí, y lo hago bastante bien. Me encanta cocinar, tanto dulce como salado, mi plato estrella es la lasaña de verduras con piñones y pasas.

- Algún día me gustaría probarla.


Estuvimos aproximadamente una hora cocinando. Él hacía de ayudante; ralló la cebolla, peló las almendras… Se le veía bastante suelto en la cocina, aunque no tenía mucha idea de cocinar porque me hizo muchas preguntas culinarias, pero se encontraba a gusto. Cuando estuvo hecho el pescado nos sentamos en la mesa de la cocina a comer.

- Lluna, esto está buenísimo. Esme cocina bien, pero te juro que nunca había probado un pescado tan sabroso como éste, sólo se puede comparar con el pescado frito que hacía Billy.

- Ha salido tan bueno porque tú me has ayudado.

- He hecho lo que he podido. Ahora sé que eres buena cocinera, pero me gustaría saber más cosas de ti.

- Eso no es justo, tú me puedes conocer y yo a ti no. – Ni ayer, ni hoy, quiso contestarme a mis preguntas (en realidad, no dejó que se las hiciera), y hoy parecía que tampoco las iba a contestar. Dejó caer el tenedor en el plato y se tapó la cara con las dos manos.

- Lluna, todo esto me resulta muy complicado -habló entre dientes, su voz sonaba casi un susurro-, cuando crea que es el momento adecuado te responderé a todas tus dudas. De momento, me ayudaría que no preguntaras más cosas sobre mí, todo sería más fácil.

- A mí también me resultaría todo más fácil si me respondieras –dije con un tono de voz elevado. Jacob se levantó temblando de la silla y salió al jardín por la puerta de la cocina .


Para mí también era difícil esta situación, quería saber muchas cosas sobre él; si todo lo que había leído en la saga de Crepúsculo era cierto, no entendía que hacía Jacob en mi casa y queriéndome conocer. Sentí miedo, sabía que cuando Jacob temblaba era porque estaba a punto de entrar en fase. Pero de una cosa sí estaba segura, no quería verlo sufrir, me dolía muchísimo verlo así. Di el brazo a torcer, dejé de un lado el miedo y salí al jardín para hablar con él.


Jacob estaba sentado en el césped, tapándose con las manos temblorosas la cara. Me apoyé en el suelo con las rodillas, quedando enfrente suyo, le quité las manos de la cara y las entrelacé con las mías, tenía los ojos cerrados.

- Jacob, siento mucho haberte contestado así. Quiero que sepas que, para mí, todo esto resulta muy complicado de creer si no me das ninguna explicación. Aunque no logro entender la razón del porque no respondes a mis preguntas, te voy a respetar, no volveré a preguntarte nada que te pueda incomodar, y yo te contaré cosas sobre mí. –Jacob abrió los ojos y habló, sus manos todavía temblaban .

- Lo que me dices suena demasiado bien, ¿hay condiciones?

- Sí, por supuesto, normalmente no dejo que me convenzan tan fácilmente.

- ¿Y qué condiciones son?

- Qué cuando creas que es el momento de responderme, me seas totalmente sincero y todas mis dudas sean resueltas.

- Te prometo que, cuando sea el momento, te diré todo lo que tú quieras saber, -soltó nuestro agarre y me abrazó escondiendo su cabeza en mi cuello – gracias Lluna.


Cuando sus manos dejaron de temblar en mi espalda nos levantamos y seguimos comiendo. Ahí fue donde comenzó el cuestionario “conociendo a Lluna”. Preguntó sobre mi trabajo, familia, pasado, perspectivas de futuro… Contesté a todo su interrogatorio sin rechistar ni una sola vez, la verdad es que me lo estaba pasando muy bien respondiendo a todas sus preguntas. Jacob se veía muy concentrado, guardando en su memoria todas mis contestaciones. Nos reímos mucho cuando le contaba anécdotas de mi familia y amigas, como el gran salto que dimos con el coche de Laura ayer.


Deseaba ser yo la entrevistadora y él quien respondiera a todas mis preguntas y dudas. Llegó el final de la comida, los postres, pero el interrogatorio no parecía llegar a su fin.

- ¿Qué música te gusta escuchar?

- Pues escucho toda clase de música, pero sobre todo de los años 60, 70 y 80. Algunos de los grupos y cantantes que más me gustan son Queen, Genesis, Police, Michael Jackson, Phil Collins...

- ¿Y música actual?, ¿Hay algún cantante o grupo que te guste?

- Tengo todos los discos de Michael Bublé, me encanta como canta. Me gustaría algún día poder ir a un concierto. ¿Lo has escuchado alguna vez?

- No, hace mucho tiempo que no escucho música.

- ¿Cómo puede ser que no escuches música? Según mi punto de vista, la música forma parte de la vida, y cada momento de ella tiene una canción que nos recuerda ese instante vivido.

- No me apetecía escuchar música. Como acabas de decir, la música forma parte de la vida y yo, hace tiempo, que dejé de vivir. – dijo apenado- Pero estar a tú lado me han vuelto las ganas de escuchar música. Tú me has devuelto a la vida.


Dios, eran las palabras más bonitas que jamás me habían dicho. No podía decirme esas cosas y quedarse tan tranquilo. Si él no tomaba la iniciativa, la tomaría yo. Deseaba besar sus labios y, después de decirme eso, lo deseaba todavía más. Me levanté de la silla y fui al otro extremo de la mesa donde estaba él sentado. Me senté de lado en sus piernas, dejé mis manos detrás de su cuello acariciándole la nuca. Él rodeó mi cintura con un brazo, acercándome más a su cuerpo, adoraba el calor que desprendía; con su otra mano me quitó la pinza que tenía en el pelo y lo acarició. Tenía su cara a escasos centímetros de la mía. Su piel era preciosa, sin ninguna imperfección. La nariz era grande pero quedaba muy bien con las facciones de la cara. Pude recrearme en los ojos marrones oscuros, brillaban.

- Te queda mejor el pelo suelto. Cuando lo llevas así desprende un aroma exquisito.

- Eres un mentiroso, si hoy llevo el pelo horrible.

- Eso lo dices porque no tienes la misma perspectiva que yo tengo ahora mismo. Te ves preciosa.


Con ese cumplido no me podía resistir más a besarlo. Saboreé mis labios anticipándome al beso que venía, acortamos más las distancias. Rocé mi nariz con la suya, ese pequeño rocé me excitó más que cualquier caricia en otra parte de mi cuerpo que ya habían acariciado antes otros hombres. Creo que él sintió lo mismo porque un pequeño gemido salió de su boca. Cerré los ojos. Pronto los abrí cuando sentí algo vibrar en mi trasero, del sobresalto, di un bote y fui a parar a la encimera de la cocina. Jacob sacó el móvil de su pantalón, era eso lo que había vibrado y no otra cosa (nunca he estado con un licántropo, no sé de qué manera actúan sus erecciones). Se le veía muy molesto cuando vio el número que llamaba, a mí, toda esta situación me resultaba muy cómica, así que reí en silencio.

- Ya te dije ayer que los vampiros siempre aparecen en el momento menos indicado. – Estaba muy molesto cuando descolgó el teléfono. - Dime Alice, ya puede ser importante. Sí estoy con ella; sí, molestas; no, no, no pienso hacer eso, no, te he dicho que no, no. Lluna, dice Alice que si quieres hablar con ella.

¿Alice? ¿Alice Cullen quiere hablar conmigo? ¿Y de qué puedo hablar con un vampiro?, me puse un poco nerviosa pero le dije a Jacob que me pasara el teléfono. No le gusto mucho la idea.

- Hola Alice, soy Lluna – Le contesté un poco nerviosa.

- Hola Lluna, tenía muchas ganas hablar contigo. Ni te imaginas el tiempo que llevaba esperando este momento. Antes de todo, quería pedirte disculpas por haberte asustado estos días atrás, pero era con buenas intenciones, ya me darás las gracias cuando sea el momento –Su voz era preciosa, hablaba mucho y muy rápido, tuve que concentrarme para entender lo que decía- . Escucha, nos gustaría presentarnos como es debido, así que, mañana estás invitada a la casa de los Cullen a comer. Bueno, si te apetece.

- ¡Sí, claro que me gustaría! – Dije entusiasmada, a Jacob no le hizo mucha gracia. Me fascinaba la idea de conocer a los protagonistas de mi novela preferida.

- Entonces nos vemos mañana, ya quedarás con Jacob a la hora que quieres que vaya él a recogerte. ¡Ah! Una última cosa, mañana podrías estrenar los botines nuevos que te compraste. Te los puedes poner con el vestido negro corto con mangas que tiene estampado de flores.

- ¿Cómo sabes qué tengo un vesti…? Da igual, no importa. ¿Me pongo medias color carne o los leggins grises?

- Ponte mejor los leggins, mañana hará frío; ponte también la chaqueta gris. Los accesorios dejo que los elijas tú. Tienes muy buen gusto, me encanta el estilo que tienes.

- Vaya, gracias. Viniendo de ti es un gran cumplido. – Le hablaba como si la conociera, en realidad, ya la conocía por los libros; si estos contaban toda la verdad.

- De nada, bueno nos vemos mañana. Adiós, Lluna

- Adiós, Alice.


Acababa de hablar con Alice Cullen, y me había dado consejos de moda, que fuerte. Estaba súper ilusionada con la idea de conocer a los Cullen. A Jacob no le hacía tanta, estaba con los brazos cruzados sentado en la silla.

- Jacob, no te enfades. A mí me hace mucha ilusión conocer a los Cullen.

- ¡Oh!, estoy súper feliz, -se levantó de la silla y comenzó a dar saltitos por la cocina moviendo los brazos – voy a meterme en una casa llena de vampiros, ¿con qué ropa estaré más apetecible? – se paró enfrente mío moviendo las pestañas rápidamente hacia arriba y abajo.

- Ja, ja, muy gracioso, pero no tengo miedo de conocer a los vampiros. Por suerte, voy a tener a un lobo que me va a proteger.

- Eso ni lo dudes. Mañana no te voy a perder de vista en esa casa.


Recogimos los platos de la cocina y nos fuimos al comedor a sentarnos al sofá. El cuestionario parecía que había terminado, de momento. Cuando llegaran mis padres comenzaría el de ellos, y no tenía ni idea de qué les iba a decir.

- ¿Te ocurre algo, Lluna?, pareces cansada.

- Sí, es que no he dormido mucho.

- Túmbate a mi lado, si quieres.


Ni lo pensé, cogí la manta que había en el sofá y me apoyé en su pecho, quedándonos mirando. Jacob ayudó a taparnos, se estaba muy calentito debajo de la manta y sintiendo el calor de su cuerpo.

- No le des vueltas a lo de mañana, ya verás cómo todo sale bien, no van hacerte nada, saben controlarse. –Jacob estaba tocándome el pelo y estaba muy relajada. Puse su mano en mi estomago y la comencé acariciar.

- No es eso lo que me inquieta. Lo que me preocupa es lo que le voy a contar a mis padres cuando comiencen el interrogatorio sobre ti.

- Es cierto, perdona, no te he contado nuestra cuartada. Lo que le contamos a los demás es que venimos de Noruega. Allí tenemos una empresa de finanzas y ahora estamos abriendo mercado aquí en España.

- Vale, ¿y que les cuento de ti? Porque pinta de noruego no tienes.

- La verdad es que no. Mi historia es que soy adoptado de México, mis padres adoptivos murieron hace unos 8 años, eran mayores. Se supone que he estudiado economías y finanzas en la universidad. Llevo dos años trabajando en esta empresa y, como no tenía nada ni nadie que me atara en mi país, decidí trasladarme. En mi documentación pone que me llamo Jackson Wolf y tengo 26 años.

- Buena cuartada, es creíble –La verdad es que lo tenían todo muy bien pensado. Al decirme esto, una nueva pregunta apareció por mi cabeza, estaba muy intrigada. No sabía si me la iba a responder, y cuál iba a ser su reacción a preguntársela, pero estaba intrigada-. ¿Qué edad tienes en verdad? , ¿o no me puedes responder a esa pregunta tampoco?

- Sí, esa si te la puedo responder, nací el 17 de Agosto del año 1978, hace poco que he cumplido los 32. – Vaya, una pregunta con respuesta sincera.

- Pues te conservas muy bien.

- Gracias.

- No puedo hacerme ilusiones con que vayas a responderme más preguntas, ¿verdad? – Bostecé, estaba muy a gusto apoyada en el pecho de Jacob y sus caricias se sentían tan bien.

- Alguna más te podría responder, pero ahora estas muy cansada, mejor duérmete y en otro momento te las contesto.

- ¿Me lo prometes?

- Te lo prometo


Me dio una sonrisa sincera, había sido un día agotador y esa noche había dormido unas 2 o 3 horas así que estaba muy cansada. Me acurruqué en su pecho y dejé que su calor me llevara al mundo de los sueños, aunque no lo necesitaba, ya estaba viviendo uno.

miércoles, 26 de enero de 2011

5. Sueños en el paraíso

No sé cuánto tiempo pasamos mirándonos, no podía apartar la vista de ese chico, bueno, hombre de 25-27 años, ¡y qué hombre! Mediría 1.90 y era de cuerpo musculoso, vestía unos tejanos oscuros anchos y una camiseta de manga corta negra ajustada. Su piel era morena rojiza como la de los indios nativos, seguro que sería muy suave, no me quería quedar con las ganas de saberlo así que acerque mi mano a su rostro muy despacio. Él cerró los ojos dispuesto a disfrutar de la caricia, cuando le toqué, su piel estaba ardiendo, puse mi otra mano en su pecho, también estaba ardiendo, como el cuerpo de, ¿Jacob? Me quedé inmóvil, mi cabeza comenzó a darle vueltas otra vez a la teoría de Crepúsculo, pero comenzaba a pensar que no eran alucinaciones. No podían ser imaginaciones, todo era demasiado real. Si fueran alucinaciones no podría sentir el calor que salía de su cuerpo, si fueran alucinaciones no podría sentir su suave piel en mis manos, si fueran alucinaciones no podría oler la fragancia a bosque húmedo que embriagaba su cuerpo. Si fueran alucinaciones no podría sentir su mano en mi cintura, no podría… sentir su mano cálida en mi mejilla. Inclinó su nariz a mi mano que todavía estaba inmóvil en su cara, oliéndome la muñeca y abriendo los ojos. Sus dedos acariciaban mi pómulo con suavidad, con el pulgar alzó mi barbilla, nos quedamos mirando. Una sonrisa tierna apareció en su boca, una boca que deseaba besar. Las distancias se acortaron, poco a poco estaba más cerca de él, nuestros cuerpos estaban totalmente pegados, sintiendo todo su calor.


Si esto eran imaginaciones no quería volver a la realidad, si estaba loca por culpa de Crepúsculo me daba igual, era el momento más mágico, romántico y tierno que nunca había vivido. Quité la mano de su pecho y la puse detrás de la nuca, acariciándole el pelo y acercándolo a mi boca. Cerró los ojos, yo no podía apartar la vista de esa preciosa cara y esos carnosos labios. Nuestros corazones comenzaron a latir muy fuerte, podía sentir el suyo a través de mi pecho. Aunque el mío se aceleró más cuando vi al chico pálido a un metro nuestro, el momento mágico se rompió. Por instinto escondí la cabeza en su pecho, él me abrazó por la cintura.

- Tranquila, no pasa nada -besó y acarició mi pelo-, estoy aquí, no van hacerte nada malo.

- Lo malo es que estoy volviéndome loca, tengo alucinaciones y son demasiado reales. Hasta pienso que tú no eres real – al decir esto una lágrima cayó por mi mejilla. Sentí miedo, pero no por mi demencia, sino porque no podía ser que este chico no existiera, lo acababa de conocer, y no podía imaginar un día sin él y sin poder ver esos hermosos ojos.

- No estás loca – dejó de abrazarme y me cogió la cara con las dos manos, me miró a los ojos y dijo- soy real – se escuchó una tos detrás de él, -bueno, somos reales y no tienes por qué tener miedo.

Una gran sonrisa salió de su boca, sus ojos no mentían y sin saber porqué le creí. Mi corazón comenzó a descender su ritmo alterado a uno normal. Comenzó hablar el chico que estaba a nuestro lado.

- Perdonar la intromisión, pero tus amigas te están buscando.- Hacía un buen rato que se suponía que había ido a buscar una bebida, estarían preocupadas.

- Tengo que encontrarlas o pronto comenzaran a llamarme por megafonía – las conocía demasiado para saber que eran capaces de eso y más. – Pero, ¿dónde pueden estar ahora?

- Están cerca de la entrada, entre los guardarropas y la barra del bar. – dijo el chico del cabello despeinado.


Me giré hacia donde dijo él, pero había demasiada gente para poder verlas. Quise adentrarme un poco entre la gente pero una mano me cogió el brazo impidiendo el avance. No hacía falta girarme para saber que era el chico moreno quien me estaba sujetando, supe que era él por el calor que sentí. Lo miré, tenía cara de preocupación, estaba tenso, no quería dejarme ir, ni yo quería que él estuviera lejos de mí. Lo acababa de conocer -bueno en verdad no lo conocía- pero sentía que no podía estar ni un minuto de mi vida sin él.

- ¿Me ayudas a buscarlas? – Al decir estas palabras se relajó, y soltó mi brazo. Una gran sonrisa volvió aparecer en sus labios-. Entrelacé nuestras manos y comenzamos a pasar entre la multitud.


Había muchísima gente y nos era difícil poder avanzar. “Perdón, perdón, nos dejas pasar, gracias” una y otra vez tenía que decir, la gente estaba bailando y no nos hacían caso.

- ¿Me dejas pasar a mí primero?- Dijo.

- ¿Crees que podremos pasar si vas primero? – Si yo, que era más delgada que él, no podía pasar entre el bullicio; él, siendo mal alto y musculoso, lo iba a tener difícil. -Observa cómo se apartan – contestó.

Puso una cara muy seria, la sonrisa desapareció por completo de su rostro, entrecerró los ojos y sacó pecho. Comenzó a mirar a la gente que estaba delante de nosotros y, como si fuera magia, ellos le miraban y se apartaban dejándonos el camino libre. Como Moisés cuando abrió el mar en dos y pasaron todos hacia la otra orilla. En pocos minutos estábamos al otro extremo, miré hacia atrás por donde habíamos pasado, ¿Cómo lo había hecho?, lo miré con cara de incrédula, él comenzó a reírse a carcajadas. Al fin llegamos a la entrada pero ellas no estaban por ningún lado.


- ¿Cómo son tus amigas? –Preguntó.

- Pues, son más bajas que yo, Raquel tiene el pelo corto castaño con reflejos rojos, Laura y Nury morenas y el pelo por los hombros y las tres tienen gafas. – Comenzó a mirar por encima de la gente y señaló hacia la derecha, miré y efectivamente estaban las tres con cara de preocupación, buscándome entre la gente.- ¡Hey! eso es ventaja, tú eres más alto.-Le dije como un niño que acaba de perder un juego. Entre risas y cogidos de la mano fuimos donde estaban ellas. Rakel comenzó hablar.

- ¿Dónde demonios te habías metido? Estábamos preocupadas.

- Si, estábamos… –Nury habló pero se dio cuenta que estaba acompañada.

- Perdonad chicas pero me entretuvieron. Os presento; Laura, Nury, Rakel, este es… -no sabía cómo se llamaba.

- Jackson, me llamo Jackson. Encantado de conoceros.

Las tres se quedaron mirando al chico con la boca abierta, no me extraña, es difícil ver a chicos tan atractivos como él. Luego vieron que nuestras manos estaban entrelazadas y me miraron con sonrisa picarona.

- Bueno, ahora que sabemos que estás bien, nosotras nos vamos a tomar el aire en la terraza.- Raquel buscó una señal dando mi aprobación, le dije que sí con la cabeza- Nos vemos luego aquí, adiós Jackson.


Se fueron dejándonos solos. Nury no dejaba de mirar atrás haciéndome gestos con las manos, por lo que le pude entender decía algo parecido a “madre mía, este tío esta cañón, ¡cómo está!”. Por suerte, él no pudo entender lo que decía, me estaba mirando con una sonrisa enorme, pudiendo ver todos sus dientes perfectos. No podía quitar mi vista de él, era como si fuera un imán y yo un polo opuesto que me atrae con su magnetismo.

- Creo que un buen comienzo sería saber tú nombre – preguntó.

- Lluna, me llamo Lluna.

- Bonito nombre Lluna,-se agachó y me habló al oído- tú puedes llamarme por mi nombre.

- Tú has dicho a mis amigas que te llamabas Jackson.

- Ese es el nombre que pone en mi documentación ahora. Es una larga historia. Tú sabes cuál es mi nombre ¿verdad?

Dije que no con la cabeza. Por mi mente desde hacía un buen rato pensaba en uno, pero ese nombre era demasiado fantástico, irreal, mágico, un sueño del que nunca quería despertar. No podía ser, aunque en el hecho estaban las pruebas.

- ¡Oh vamos! no me puedes engañar. Cuando nos hemos conocido me has dicho que hiciera desaparecer a los vampiros. Si sabes quién son ellos tienes que saber quién soy yo.- Volví a negar con la cabeza. Entonces dijo con voz dulce algo a lo que no pude negarme- Desearía que lo dijeras tú. Quiero oírlo con esa preciosa voz que tienes. Todo sería más sencillo.

Le indiqué con el dedo que se agachara para poder decírselo al oído, me daba vergüenza decirlo en voz alta, ver como reía y descubrir que todo lo que había imaginado era mentira, una dolorosa farsa. Cuando su cabeza estuvo a mi altura, me acerque a él y le dije al oído –Jacob, tú nombre es Jacob Black-. Se incorporó y me abrazó quedando yo en el aire, comenzó a reírse y yo con él. No estaba loca, todo era real. Una preciosa y fantástica realidad, tanto que sonaba a ficción. Me dejó en el suelo y cuando recuperé el aliento y el sentido hablé con él.

- Para creerme toda esta historia creo que deberías contestarme a unas preguntas. –En realidad era muchas preguntas ¿Cómo una novela de fantasía podía existir en el mundo real? Si todo esto era verdad, ¿qué hacían ellos aquí? Si él era Jacob, ¿dónde estaba Renesme?

Cuando le pregunté esto se tensó, pero pronto volvió a tomar una postura relajada.

- ¿Podemos dejar las preguntas para otro día? Tengo ganas de vivir un poco de normalidad, hace mucho tiempo que no disfruto de ella.

- Pues va ser un poco difícil hacer algo normal teniéndote a mi lado, pero lo podemos intentar.

- Perfecto, intentarlo me parece buena idea. ¿Qué hacemos? –Dijo encogiéndose de hombros.

- Estamos en una discoteca y lo que la gente normal hace es bailar. –Preguntas normales, respuestas normales y lógicas.

- Eso ya no me parece tan buena idea. No soy un gran bailarín, en realidad, hace mucho tiempo que no bailo.

- Tranquilo, bailar es una cosa que nunca se olvida, es como montar en bicicleta. Y, por suerte, tienes a una gran bailarina que te puede hacer de profesora.


Le agarré de la mano y nos fuimos a un sitio donde no había tanta gente, así él se sentiría más cómodo. La verdad es que tenía razón, no bailaba muy bien, pero llevaba el ritmo. Movía los pies, un poco las caderas, me cogía de la cintura y me hacia girar. Nos reímos mucho cuando nuestros brazos quedaban liados, mi pierna chocaba con la suya haciéndome perder el equilibrio varias veces, le pisaba los pies o él me los pisaba a mí. Perdí la noción del tiempo. Pudimos pasar minutos, horas, días bailando, que yo no me habría enterado. Mi mundo ahora era él, y el tiempo no existía.
Yo sabía mover las caderas bien y hacer que un hombre me deseara con mis movimientos. Pero con él era diferente, no quería una atracción física, no quería terminar en el baño de señoras o en la parte trasera de un coche. Sólo quería estar a su lado y disfrutar de una noche normal, sólo una noche de diversión con un chico encantador. Él también deseaba eso, pues en ningún momento me dio a entender que quería algo más. Aunque no le hubiera negado nada a ese cuerpo.
No sé qué hora de la madrugada era que sentí un escalofrío por mi columna. Me sobresalté un poco al ver al chico del cabello cobrizo (llamémosle por su nombre), Edward a nuestro lado. Me miró y vi en sus labios una sonrisa pícara, ¡cuántas veces me había imaginado esa sonrisa!

- ¿Siempre aparecen así, haciéndote sobresaltar? – Pregunté a Jacob señalando a Edward.

- Antes no, ahora me he acostumbrado a su tufo y, a veces, aparecen en el momento menos indicado. –Dijo Jacob a Edward haciéndole burla como un niño pequeño.

- No hablemos de tufos, perro. Jacob, lo siento pero nos tenemos que ir. La misma historia de siempre, ya sabes.- hubo un momento de silencio, intuí que era una charla interior entre ellos dos- Nos vamos a casa, mañana si ella quiere la podrás volver a ver.

¿Ya se iba?, ¿Por qué? Nos lo estábamos pasando muy bien. Jacob resopló.

- Lo siento Lluna pero me tengo que ir. Nos vemos en otro momento. – Era la despedida más dura que nunca había presenciado, no quería que se fuera, temía que todo esto terminara aquí, que todo fuera un sueño.

Edward habló conmigo en tono muy serio.

- Lluna, tus amigas están esperándote en la terraza. Están impacientes que les cuentes lo que te ha pasado esta noche. Vigila lo que les dices, ahora tú también tienes que cuidar de nuestro secreto.

- Tranquilos, no les contaré nada que os pueda meter en problemas –Edward asintió con la cabeza, cogió a Jacob por el brazo arrastrándolo a la salida. - Jacob, espera. Prométeme que volveré a verte. –Dije cogiéndolo con las manos la cara y mirándolo a los ojos.

- Te prometo que muy pronto nos volveremos a ver, si no es así… prefiero no pensar en eso, duele sólo de pensarlo. – Dijo mirándome fijamente a los ojos. Él también sentía lo mismo-.

- ¿Sabrás encontrarme?- Me abrazó y absorbió por la nariz el aroma de mi pelo.

- Sin duda alguna, te encontraré.


Besó mi frente, soltó nuestro abrazo y se fue con Edward. En todo el recorrido que hicieron hasta la salida no dejé de mirarlo. Él se giró varias veces hasta que salió por la puerta, en su cara pude observar cómo se mezclaban la alegría y la tristeza. Mi cara seguramente también expresaría lo mismo. Alegría por haber pasado la noche más bonita de mi vida, tristeza porque se terminaba, alegría porque volvería a verlo, tristeza porque no sabía cuando.

Pasó un largo rato hasta que me acostumbré un poco a su ausencia y comencé asimilar lo que me había pasado. Fui en busca de mis amigas.
Había conocido a Jacob (en realidad no sabía mucho de él) y había pasado una noche perfecta en maravillosa compañía. Quién era él no se lo podía contar a mis niñas, pero cómo había trascurrido la noche sí. Nunca les había dicho una mentira a ellas, son las personas con quien más tengo confianza, me sentía fatal por no decirles la verdad. Pero si les contaba todo, podría meter en un lío a Jacob y a los Cullen. Decidí contarles parte de la historia.


- Lluna, cuéntanos quién era ese pedazo de hombre, cómo lo has conocido y que habéis hecho en estas 3 horas. – ¿Tres horas?, Rakel tenía que estar confundida, aunque el tiempo en buena compañía pasa volando.

Les conté que cuando fui a buscar la bebida conocí a Jackson, comenzamos hablar, sentíamos que teníamos química y se nos pasó el tiempo. Después, las fui a buscar a ellas y luego me fui con él a bailar.

- ¿Sólo a bailar?- Preguntó Laura, le respondí que sí con la cabeza- Si yo estuviera soltera hubiera bailado encima de sus caderas. ¿Lo volverás a ver otro día?

- Creo que sí.


Habían bailado mucho y estaban cansadas. Ellas también se lo habían pasado bien. Nury bebió bastante, no estaba acostumbrada y estaba medio dormida en la silla.

Salimos de la discoteca, Rakel se fue en su coche y Laura y yo metimos a Nury en el coche. La dejamos primero a ella en casa, la acompañamos hasta la cama (dejamos cerca de la cama una palangana, por si acaso). Después Laura me acompañó a casa.

Eran las 6 de la mañana cuando me quité el maquillaje y me puse el pijama. Me quedé un rato sentada en la cama pensando en todo lo que me había ocurrido esa noche. Había conocido a un chico fantástico, hermoso por fuera y, por lo poco que sabía de él, también por dentro. Puede ser que fuera el chico que tanto había leído de él en los libros, puede ser que sea un ser mitológico, pero lo que estaba segura es que estaba enamorada de él. Nunca había notado algo así por una persona, así que sería amor lo que sentía. Algo tan bonito solo puede ser amor.

No podía, ni quería, quitar de mi mente esa risa, esa sonrisa y esos maravillosos ojos. Me tumbé en la cama reviviendo toda la noche. Poco después que el sol comenzara asomarse por la ventana me quedé dormida soñando con él, soñando con Jacob, Jacob Black.

lunes, 24 de enero de 2011

4- Paradise

Hoy es viernes por la mañana, el sol entra por la ventana y mi estado de ánimo es bueno, muy bueno. La cabeza me dolía un poco aunque pensaba que iba a estar peor después de los Mojitos de ayer por la noche. Me levanté de las cama y busqué el CD recopilatorio que hice con canciones positivas, puse la pista número 16 que era I feel good de James Brown y le di al botón de repeat. Mientras me arreglaba para ir a trabajar bailaba y cantaba la canción, la moral estaba en aumento con cada nota musical, sentía que hoy nada me podía salir mal.


Los viernes siempre estaba de buen humor, por razones obvias. Trabajaba hasta el medio día y era la puerta que abría el fin de semana. Pero hoy era diferente, me sentía mejor que cualquier otro viernes, ¿sería porque había quedado con mis amigas?


Cuando terminé de maquillarme, recogí la habitación y baje a desayunar. En la cocina se encontraba mi hermana preparando el café, se la veía muy triste. Teníamos que hablar de lo sucedido ayer, las dos nos debíamos una disculpa. Estuve muy agresiva con ella -lo que dijo me dolió mucho- pero no para comportarme de esa manera. Solucionar con ella algún problema siempre era complicado, es muy orgullosa y nunca reconoce sus errores. De pequeñas, cuando nos peleábamos y nuestros padres nos obligaban a perdonarnos, sus disculpas siempre sonaban forzadas, nunca reconocía del todo su parte de culpa.


Debía comenzar la conversación de forma que el error fuese mío y, poco a poco, iría llevando el discurso a la parte donde ella me ofendió, para que supiera cómo me había sentido y, de alguna manera, ella me ofreciera sus disculpas.

- Buenos días Olga, ¿podemos hablar? – No contestó, esto iba a resultar difícil-. Quería pedirte disculpas por lo que sucedió ayer. Tuve un mal día en el trabajo y lo pagué contigo, lo siento mucho. –Seguía sin decir nada, era más bien un monólogo que una conversación entre dos personas sensatas - Me dolió que dijeras que era una amargada y por eso nunca iba a encontrar pareja. – Me estaba poniendo nerviosa el hecho que no dijera nada; estaba de espaldas a mí y no podía ver su cara de modo que me puse a un lado de ella apoyada en la encimera, vi como una lágrima caía por su mejilla- Olga, siento mucho lo que paso ayer, perdóname por favor.- Las lágrimas comenzaron a salir en cascada de sus ojos y, por fin, comenzó hablar.

- Me sentó mal que me dijeras que estaba histérica, no eras la primera persona que me lo dijo en esa jornada. – Ella también tuvo un mal día.- Aunque sea la realidad, duele que te lo digan en todo momento.

- ¿Quien más te lo dijo? – No necesitaba la respuesta, seguro que se peleo con Javier, otra vez.

- Pues me lo dijo mamá en la universidad, cuando quedé con Javier y, luego, me lo dijiste tú cuando llegue a casa. Ya sé que tenéis razón, pero estoy muy agobiada y lo pago con las personas más cercanas, como tú ayer pagaste los problemas conmigo.

–Ya estaba reprochándome que yo era la culpable de la pelea. Hoy no iba a ser el día que mi hermana pidiera perdón, tampoco tenía grandes expectativas de que esto ocurriera. Dejaría pasar la discusión de ayer, como tantas otras.

- Las dos deberíamos descargar nuestras tensiones en alguna otra cosa. – dije desviando la historia de ayer-. Podríamos ir al gimnasio a quitarnos las malas vibraciones con una clase de spinning.

- Me parece una buena idea, hoy no tengo clase en todo el día, podríamos ir después de comer.

Mi hermana ya no estaba llorando, ella no me guardaba rencor por lo que le dije ni como me puse de agresiva, y yo tampoco se lo guardaba a ella. Miré el reloj, mierda, hoy también me quedaba sin desayunar, si no me daba prisa llegaría tarde.

- ¡Me tengo que ir a trabajar!- le di un trago a la taza de café que tenía Olga y le robé un mordisco al donut que tenía en la otra mano- después de comer vamos al gimnasio, te quiero – dije con la boca llena, le di un beso y salí corriendo de casa.


Llegué a la oficina, como siempre, con el tiempo justo. El día trascurrió sin incidentes por parte de Mariano y, si dijo o hizo alguna cosa molesta, no le di importancia, mi estado anímico era excelente y sentía que nadie me lo podía estropear. A Lucas no lo vi en toda la mañana, se fue antes de que yo llegara hacer una entrevista y, cuando me fui al medio día, no había regresado. Le dejé una nota en su despacho deseándole un buen fin de semana.


Después de comer fuimos al gimnasio tal y como se lo prometí a mi hermana. La clase de spinning nos sirvió para descargar adrenalina y para darnos un gustazo con el culo del profesor cada vez que se ponía de pie en la bicicleta. Terminó la clase y fuimos a las duchas para quitarnos el sudor y, por mi parte, también necesitaba que el agua calmara mi calentón. Cuando salí de la ducha me encontraba muy relajada y en paz conmigo misma, Olga ya no estaba molesta por lo de ayer, ni yo con ella; su estado de ánimo había mejorado bastante, se la veía tranquila.

- Cuéntame Lluna, ¿qué te ha pasado para que estés así de feliz hoy? – Olga también se había dado cuenta de mi estado anímico.

- Nada en especial, me levanté así de bien, tengo la sensación que hoy será un gran día.

- Ya me contarás el secreto para estar así de feliz.- Ni yo misma lo sabía- Tienes un brillo especial en los ojos… ¿Cuándo has conocido al chico?

- ¿Qué chico? – Dije mirando a mi hermana.

- El que te ha enamorado y te hace brillar los ojos.

- Pues si lo encuentras, le dices que lo estoy esperando y que no le voy abrir la puerta de casa si no me trae un ramo de violetas. – Las chicas que estaban en el vestuario comenzaron a reírse- Pues yo no le encuentro la gracia, llevo tiempo esperándolo y que mínimo me traiga unas flores como disculpa.

- ¡Y un fajo de dinero en la cartera! – Dijo una mujer del vestuario, todas comenzaron a reírse.

- Yo, con un ramo de violetas, ya tengo suficiente- Le contesté a la mujer que se estaba metiendo en la conversación privada entre mi hermana y yo.

- Lluna, a mi no me puedes engañar soy tu hermana y tú tienes algún hombre en tu vida. Pero, mírate, si estás hablando de él y te sale una sonrisa tonta en la cara.- Me miré en el espejo, tenía razón; me veía diferente, feliz, emocionada, los ojos brillaban, ¿estaba enamorada, pero, de quién?, no había conocido a nadie.


Nos terminamos de vestir y salimos del gimnasio. Fuimos a la tienda de ropa que había dos calles más abajo para mirar la nueva temporada otoño – invierno. Al girar la esquina, vi aparcado el deslumbrante coche negro deportivo de ayer por la noche, aquel que ocupaban esa pareja extraña y a la vez familiar, ¿de que los conocía?
Entramos en la tienda y otra vez volví a sentir ese frio en la espalda, sería que la temperatura del local no estaba bien graduada. Comenzamos viendo las chaquetas, luego, los pantalones, las blusas y por último los zapatos. Me probé unos botines de piel marrones claros de tacón alto, me quedaban geniales y combinaban con toda la ropa de mi armario.

- Olga, me acabo de enamorar de estos zapatos.- Es cierto no podía dejar de mirarlos.

- Son muy bonitos, oye – se agachó y habló susurrante cerca de mi oído- ¿conoces a las dos chicas que están pagando en el mostrador?, la del pelo largo te mira con cara de asco.

Miré hacia allí, habían dos chicas preciosas pagando la compra, con cuerpos de escándalo (modelos, seguro que eran modelos); una era de estatura media con el pelo largo color castaño y me miraba con repulsión y la otra era… era la chica del descapotable negro, delgada, no muy alta y pelo oscuro corto. Las dos se parecían mucho en su color pálido de piel, las facciones perfectas, un cuerpo hermoso y ambas tenían los ojos del mismo color. Era un color que jamás había visto, eran de color miel muy clara, casi dorados. Esos ojos solo me los había imaginado cuando leía… ¿Crepúsculo? No podía ser, estaba alucinando otra vez. Pero se parecían demasiado a las personas que yo imaginaba del libro. Las dos chicas salieron de la tienda, la del pelo largo no dejo de mirarme con la misma cara de repulsión hasta que salió por la puerta.

- ¿Lluna estas bien?, estas pálida, parece que hayas visto un fantasma.- Comenzó a zarandearme por los hombros.- Lluna, contéstame.

- Perdona, si estoy bien.

- Te quedaste pasmada cuando viste a la chica esa, ¿tienes problemas con ella? – Dijo mi hermana preocupada.

- No, no las conozco. Creo. – aunque seguía teniendo la misma sensación, me eran familiares. “Deja de alucinar Lluna” pensaba mientras sacudía la cabeza olvidando teorías fantásticas.

Me quite los botines y los metí en la caja. Fuimos a pagar al mostrador. Mi hermana preguntó a la dependienta si conocía a las chicas que habían pagado antes.

- Son extranjeras, se han mudado hará una semana por motivos laborales. Viven a las afueras, pero no sé exactamente donde. Me parece que son hermanas porque se parecen muchísimo. Son muy buenas clientas ya han pasado por aquí dos veces haciendo grandes compras y encargos.

Lo ves Lluna, son dos chicas normales y corrientes, normales y corrientes. Me repetí mentalmente esta frase varias veces de camino a casa, pero ni yo misma me creía eso. De normales y corrientes no tenían nada, ni las modelos que salen en la tele son tan hermosas. Cualquier revista o diseñador pagaría un dineral porque sus cuerpos y sus caras salieran en la portada o llevaran puesto sus diseños.
Al llegar a casa fui directa a mi habitación. La teoría que tenía en la cabeza sobre que las chicas de la tienda fueran los personajes de Crepúsculo me tenía intrigada - sé que suena a locura- pero habían demasiadas similitudes para comenzar a creer que las especulaciones eran ciertas.


Dediqué la tarde a investigar el tema. Cogí el primer libro de la Saga y busqué la pagina donde Bella ve por primera vez a los Cullen. Después, escudriñé los libros restantes en busca de descripciones de los personajes. Por último, fui a internet. La chica del pelo corto podría ser Alice. El chico de facciones perfectas y cabello despeinado podría ser Edward. Y la chica con mirada asesina era Bella, según mis hipótesis. Todo esto sonaba a disparate, ni yo misma me lo creía, pero toda la investigación llegaba al mismo punto, las personas que había visto eran vampiros.
Comencé a ponerme nerviosa, me estaba creyendo la paranoia. Tenían que ser casualidades y, por mi fanatismo a Crepúsculo, estaba llevando las suposiciones demasiado lejos. Si seguía pensando de esa forma me creería mis propias fantasías y terminaría en un psiquiátrico. El teléfono comenzó a sonar, era Laura.

- Dime.-le contesté muy seca, mi cabeza seguía dándole vueltas a la historia.

- Lluna, en 10 minutos voy a buscarte, espero que estés lista porque llegamos tarde.

– ¿Tarde?, había estado investigando y no me había dado cuenta de la hora.

- ¿A qué hora hemos quedado?

- Hace 5 minutos que deberíamos estar en el centro, ya he enviado un mensaje a la Raquel diciéndole que llegaríamos tarde. Nos vemos ahora, no te entretengas.- y colgó.


Mire el móvil, tenía un mensaje de Raquel donde decía que habíamos quedado a las 8 en el parque del centro. Eran las 8 y 5 minutos, llegábamos tarde y yo todavía no me había arreglado para salir. Me peiné poniendo un poco de espuma en el pelo y me maquillé con tonos claros grises. De ropa, elegí los pantalones tejanos oscuros, la camiseta azul eléctrico de manga larga y la chaqueta fina de punto negra. Hoy no iba a estrenar mis fabulosos botines nuevos, los dejaría para una ocasión especial, me puse las botas altas negras. A los 15 minutos llegó Laura, yo ya estaba preparada esperándola en la entrada, me subí a su coche. Todavía no había cerrado la puerta del copiloto cuando Laura aceleró el coche.

- ¿Qué pasa con tantas prisas? -dije

- Perdona me entretuve hablando con Jesús y no me di cuenta que era súper tarde. Mira la hora que es y tenemos que pasar a buscar a la Nury. La pobre Rakel lleva esperando un montón de tiempo, nos va a matar, siempre llegamos tarde. –Mi amiga hablaba muy deprisa, pero más deprisa llevaba el coche.

- Laura, por mucho que corras, llegamos tarde. – Parecía que estábamos en una carrera de coches. Comparada su forma de conducir con la mía cuando iba por las mañanas al trabajo, yo era una abuelita al volante indefensa.

- Pobre Rakel, lleva más de 20 minutos esperando, pobre Rakel, está sola esperándonos, pobre Rakel.

- Vale, que sí, pobre Rakel pero tú pon atención a la carretera, nos vamos a matar.- Laura repetía y repetía la misma frase “pobre Rakel, llegamos tarde, nos está esperando”. El coche se inclinaba en las curvas estampándome la cara en la puerta del copiloto. Llegamos a casa de Nury, ella ya estaba esperándonos en su portería. Cuando se subió al coche nos dijo que Rakel la acababa de llamar preguntando si íbamos a tardar mucho.

- ¡Ya vamos Rakel! – gritó Laura y salimos a velocidad de cohete. No paraba de repetir el discurso.

- ¡Cuidado Laura con los saltos! – Dijo Nury. Iríamos a unos 60 km/h en el centro de la ciudad. El ayuntamiento hacia poco había puesto unos badenes para que los conductores redujeran la velocidad en los pasos de viandantes, pero Laura parecía que ignoraba cuál era su uso-.

- ¡FRENA LAURA, FRENA, AAAAHHHHHH! – La conductora no nos hacía caso y acelero más. Nury y yo comenzamos a gritar esperando el gran salto, parecía una atracción de feria. En el salto, Laura también se unió a nosotras en el grito. El coche salió disparado por los aires como sólo se ven en las películas, las ruedas quedaron sin agarrarse al asfalto. Cuando los neumáticos tocaron el suelo los ocupantes rebotamos en los asientos -.

- ¡ESTAS LOCA LAURA, NOS VAMOS A MATAR! – A Nury casi se le caían las lágrimas del miedo, yo le di un manotazo en el hombro y le di una charla sobre la conducción responsable.

Al llegar –sanas y a salvo- aparcamos el coche cerca de donde habíamos quedado. Raquel nos estaba esperando con cara de aburrimiento y sentada en un banco, la saludamos y le pedimos disculpas por el retraso, también le contamos que había estado a punto de darnos un ataque en el corazón a casusa de la temeraria conductora. Nos fuimos a tomar unas cervezas.

Después de hablar de penas y desgracias en el bar fuimos a cenar a un restaurante Italiano, no muy elegante, pero se comía muy bien y a un precio económico. Nos lo pasamos muy bien durante la cena dejando atrás los problemas, aunque yo todavía no me quitaba de la cabeza la historia de los vampiros, mi conclusión era que estaba demente, debía de dejar de leer historias por un tiempo.

- Lluna, ¿has escuchado lo que hemos dicho? – Raquel me estaba hablando, pero no sabía de qué.

- Perdona, ¿qué decíais?

- Que podríamos ir a bailar un rato al Paradise, hace tiempo que no pasamos por allí.

- Sí, sí, me parece bien.

- ¿Qué te pasa Lluna? Estás muy distraída esta noche, parece que tengas la cabeza puesta en otro sitio. –Dijo Nury

- Nada, no sé. – nada, que me parece que me estoy volviendo loca.

- Yo sé lo que le pasa – respondió Raquel – está enamorada, mirar cómo le brillan los ojos de felicidad.

- No hay ningún chico, de verdad, no me pasa nada. – Ninguna de las tres se creyó lo que dije, pero no les podía decir la verdad, pensarían que estoy chiflada. – el brillo que tengo en los ojos es porque soy así de guapa – dije moviendo mis pestañas arriba y abajo.

- Si claro, si no nos lo quieres contar no pasa nada, pero no nos mientas. Tú tienes un hombre en tu vida. –Laura también pensaba lo mismo.


Después de un rato de interrogatorio por el novio fantasma, fuimos al Paradise a bailar. La música me distrajo bastante, me dejé llevar por el ritmo y sólo pensaba en las letras de las canciones. El local era muy grande, pero había mucha gente y todos bailábamos pegados, comenzó a sonar la canción Can’t take my eyes off you, definitivamente los años 80 volvían a estar de moda. Hacía muchísima calor pero por mi columna sentí frio, como un cubito de hielo cayendo por mi espalda. Me quedé en shock, esa sensación sólo la notaba cuando veía a los causantes de mi locura – y, efectivamente- allí, a 2 metros de distancia, estaban ellos y, al segundo después, desaparecieron. Estaba petrificada en el sitio, mi enajenación mental estaba llegando demasiado lejos. Mis amigas no notaron mi reacción, no les quería preocupar, así que les dije que iba a la barra a buscar una bebida, así podría poner en orden mis pensamientos.


Me senté en un taburete lejos del bullicio de la gente ¿Qué me estaba pasando?, la saga Crepúsculo me gustaba mucho, pero no era una obsesión tal como para crearme un desequilibrio mental. Por mi cabeza comenzó a pasar una lista de diferentes enfermedades psíquicas, tenía delirios y otra vez los estaba volviendo a tener. Las dos vampiras y el vampiro se situaron enfrente, los ojos se me abrieron como platos y mi cuerpo se puso rígido, cerré los ojos esperando que al abrirlos hubieran desaparecido, sentí una ráfaga de aire a mí alrededor. Al abrir los ojos no solo habían desaparecido, sino que ya no me encontraba en el mismo lugar, estaba en el otro extremo de la discoteca, cerca de las puertas de la terraza. Miré a mí alrededor y los vampiros se encontraban ahora detrás de un chico moreno muy alto, a quien la vampira con el pelo corto negro empujó y chocó contra mí, haciéndome perder el equilibrio. Cerré los ojos esperando una gran caída, la cual nunca sucedió porque unas manos sujetaron mi cintura impidiendo el desplome. No quería abrir los ojos y volver a ver esas visiones que ahora se habían vuelto agresivas, cada vez mi locura iba a peor, tenía miedo.


- ¿Chica, estás bien? - el chico que me estaba sujetando me estaba hablando con la voz más dulce que nunca había oído.

- No – mi voz sonó temblorosa, seguía con los ojos cerrados.

- ¿Te puedo ayudar? – Qué amable, qué pronto me soltaría la cintura si supiera que era una loca que tenía alucinaciones. –estás temblando, ¿Qué te pasa?, ¿necesitas algo?- , estaba muerta de miedo.

- ¿Puedes hacer que desaparezcan los vampiros? – ahora era el momento en el que el chico me soltaba, iba avisar a los porteros de la discoteca para que llamaran a una ambulancia, y seguramente, pensaran que sufría sobredosis de drogas alucinógenas. Pero no pasó, en vez de salir corriendo me agarró más fuerte y me acercó a su cuerpo, pude sentir como sus manos temblaban.

- Te juro que he intentado que desaparezcan muchas veces, pero son muy insistentes- soltó una risa nerviosa, su aliento llego a mi cara, era un olor muy dulce. - ¿había entendido él mi pregunta?, ¿había escuchado bien su respuesta?

Esa cariñosa voz me tranquilizó, me sentía muy segura en los brazos de ese chico, no quería abrir los ojos y encontrarme de nuevo con la realidad, pero estaba intrigada en conocer al chico al que había confesado mis alucinaciones y no había salido corriendo.

Relajé los parpados y poco a poco abrí los ojos, me encontré a unos 50 centímetros de la cara del chico. Él tenía el rostro más bello que nunca había visto. Su sonrisa era preciosa, adornada con unos perfectos y blancos dientes que contrastaban con su piel morena. Lo siguiente en que me fijé fue en sus ojos oscuros, preciosos, brillantes y mágicos. En ese preciso momento, me di cuenta que nunca podría quitar mis ojos de él.

3. Mojitos y los efectos del alcohol

¿Cómo podía ser un viejo tan verde Mariano? , odiaba a ese hombre. Ojalá se jubilara pronto y me dejara su cargo de asistente social pero, claro, para llegar a esto, primero debía terminar la carrera. Me faltaban 4 asignaturas para que me dieran el título; este año lo había tomado sabático en lo que a temas de estudios se refiere, el próximo año ya aprobaría las asignaturas que me quedan.

Entré en la sala de reuniones y Lucas estaba hablando por teléfono, seguro que era Álvaro, esa risa de tonto enamorado lo delata. Cómo echaba a faltar esas conversaciones con la pareja: “cuelga tú, no tú primero. Te quiero, no, yo más, ¿cuánto me quieres?…”. Jo, que sola me siento.

Abrí el tupper que me había preparado mamá, que chasco, hoy necesitaba comida grasienta quita penas, no un salteado de verduras. Qué bien me sentarían unos macarrones con tomate, o una pizza y de postre un gran helado de chocolate, pero no, tenía esas dichosas verduritas. Pinché con el tenedor unas judías verdes con un trozo de zanahoria, no mastiqué mucho y me lo tragué, volví a pinchar más fastidiosas verduras. Maldita comida sana.

- ¿Estás asesinando tu comida?, como pinches más fuerte vas a atravesar el plástico.- Lucas me sacó de mis pensamientos, ya no estaba hablando con su novio. Él siempre me hace sonreír, con esa carita de ángel no puedo estar enfadada; la culpa es de Mariano, estúpido abuelo.

- Entregué el informe a Mariano y, después, me dio un repaso de arriba abajo.- El recordar cómo me miró me enfurecía más. Seguro que en su mente había soñado con tenerme desnuda, en su despacho, follándome encima de la mesa, con sólo pensarlo me entran escalofríos.

- Le tendrías que parar los pies a ese tío o partirle la cara.

- Ya lo hice.- Dije metiéndome un cantidad bien grande de verdura en la boca, ¿es que nunca se iban a terminar?

- ¡¡¡Estás Loca!!!, te pueden echar del trabajo, ¿cómo se te ocurre agredir a un superior?, estás metida en un lío, uno bien grande. – Lucas se pensaba que había pegado a Mariano, no me extraña que hubiera pensado eso con mi mal genio y mi pronto. No sabía si seguir el juego y dejar que pensara que había arreado a Mariano pero no soy nada buena con las mentiras así que no pude aguantar la risa y contarle lo que realmente había pasado.

- Ja ja ja ja, no le partí la cara, aunque ganas no me faltan, jajaja.

- No me hace ninguna gracia Lluna, si lo hicieras, te echarían del trabajo, y yo no puedo imaginarme venir a trabajar y no escuchar esa preciosa risa.- Estaba resentido conmigo, se preocupa mucho por mí y yo se lo pago haciéndolo sufrir, no tengo perdón.

- No te enfades conmigo, las conclusiones las has sacado tu solo, yo no te he dicho que le haya dado un guantazo, aunque se lo merece.- Que cara de enfadado que tiene, me parece que así no lo voy a solucionar, ya sé, mirada de gatito de Shrek y parece que se le está pasando.

- Aunque me pongas ojitos, ésta no te la voy a perdonar.-Pero yo sabía que ya me había perdonado porque se le estaba escapando media sonrisa.

- ¿Y si te doy un abrazo grande? – Me acerqué dando saltitos y le di un abrazo de oso bien fuerte.

- Vale, vale, no puedo respirar, te perdono, pero cuéntame que le dijiste a Mariano.

- Pues, cuando le entregué el informe, le dije que la próxima vez, si “le” era posible, me diera la faena con un poco más de tiempo; él me dijo que era mi problema si no tenía tiempo para hacerlas, que tenía cosas más importantes en que pensar.

- ¿Y qué pasó después?- Lucas ya no estaba molesto, es más, seguro que ni se acordaba lo enfadado que había estado hace unos minutos, su curiosidad le podía, era un cotilla.

- Le dije que si las cosas importantes que tenía que hacer eran mirarme los pechos que mejor dedicara su tiempo hacer cosas más productivas.

- No me lo puedo creer, - puso una mano en su boca de forma muy teatral- ¿en serio le dijiste eso?

- Sí.

- Te envidio, yo no tengo el valor de decirle esas cosas.- En todas las peleas que tenía él con Mariano lo pasaba muy mal porque tenía miedo de enfrentarle, decía que era por respeto, que era una persona mayor- Ya sabes que pienso las cosas que le tengo que decir cuando ya he hablado con él.

- Yo las digo todas por ti también.

- Pero a mí no me mira los pechos.

- Eso es lo que tú te piensas.
- Calla, me entran escalofríos sólo pensarlo, se me acaba de quitar el hambre.

- ¿No te vas a comer lo que te queda de empanada? – Tenía un aspecto delicioso, en cambio, las verduras eran repugnantes.

- No, el señor Juan me cebó en su casa. Ten, cométela.

- Muchas gracias Lucas, me acabas de salvar el día ahora mismo.- Metí un trozo en la boca, ¡dios, qué buena estaba!, Álvaro es un gran cocinero.

- Me estás excitando con esa cara de placer que pones.

- Es que está buenísima.

- ¿Quieres un trozo de pastel de chocolate? Yo no me lo voy a comer todo.

- Eres mi héroe, en serio. Te quiero.

- Yo también te quiero, pero quita esa cara de orgasmo que como entre Mariano la vamos a tener.

- Seguro que se le empalmaría.

- ¡Qué imagen tan desagradable! Dedícate sólo a comer y cállate que me está sentando mal el pastel.

La tarde pasó muy rápida. Mariano se fue a hacer una entrevista y yo me quedé a solas con Lucas. Él me estuvo contando la entrevista que había tenido por la mañana mientras yo la escribía en el ordenador. Por fin, el día de trabajo había terminado, me subí al coche y fui a casa para darme una ducha antes de ir con Laura.

La ducha me sentó genial, hizo relajar todos mis músculos después de un día estresado como el de hoy. No tenía ganas de arreglarme, me puse un chándal y zapatillas de deporte. Estaba terminando de secarme el pelo cuando comenzó a oírse música a un volumen muy fuerte. El reproductor de mi habitación estaba sonando al máximo, busqué el mando para apagarlo pero no estaba en el escritorio, donde siempre lo dejo. Seguí buscándolo pero no lo encontraba. La canción que sonaba era Can’t take my eyes off you, me estaba poniendo muy nerviosa porque no encontraba el mando, la música sonaba muy fuerte y, para colmo, llegó mi hermana gritándome que bajara la voz.

- NO ENCUENTRO EL MANDO, OLGA. – No sé si me entendió, porque casi no escuchaba ni mi propia voz. Me hizo gestos para que la apagara directamente del equipo.

- NO FUNCIONA NINGÚN BOTON. – Hacia varios meses que los botones del equipo habían dejado de funcionar. Mi hermana me empujó hacia un lado y desenchufó el equipo, por fin la música dejó de sonar y los oídos me pitaban de lo fuerte que había estado la música.

- Sin corriente no funcionan los aparatos eléctricos, no hace falta ser una científica para saber eso. – Con el día que tuve hoy sólo me faltaba mi hermana con sus comentarios sarcásticos; a Mariano se los podía dejar pasar y sobrellevarlos de mejor o peor manera, me podía resistir a dejarle la mano marcada en su cara por ser un superior pero con mi hermana tengo demasiada confianza para reprimirme. No debo pagar con ella toda mi ira acumulada, mejor cuento hasta 10, uno, dos, tres... - ¿Cuándo comienza la fiesta? – diez, once, doce…. - Porque con la música a ese volumen seguro que viene mucha gente atraída a casa – veinte uno, veinte dos…. – hasta puede ser que venga la policía invitada por los vecinos que están molestos – treinta cinco, treinta i seis, ya no puedo más.


- OLGA CALLATE, ESTOY HARTA DE TUS NERVIOS PREMATRIMONIALES - Hacia mucho tiempo que tenía ganas de decirle esto.

- Eres una amargada, a ti lo que te pasa es que estás celosa que yo tenga pareja estable y tú seas una solterona que no puede seguir con un chico más de cuatro meses.

- Tú sí que eres una amargada. Sólo espero que lo que me acabas de decir sea porque estás enfadada y no porque lo pienses de verdad, ahora vete de mi habitación. – Tenía las manos en puños, guardando toda la ira dentro de ellas, no la podía dejar ir, tengo que controlar mi furia. Me estaba clavando las uñas en la palma de la mano.

- Y si no quiero salir de la habitación ¿se lo vas a decir a mamá? Ella no está en casa, se fue a comprar. – Estaba provocándome.

- Ya soy mayor para defenderme sola. – No le dejé que contestara, me acerqué a ella tan rápido que no le dio tiempo a reaccionar. Le di un empujón en el pecho con las manos, del golpe retrocedió tres pasos y cayó al suelo, me agaché con el puño levantado para darle directamente en la barbilla. Ella cerró los ojos anticipándose al golpe que le iba a dar. La ira ganó la batalla, si le diera un golpe a mi hermana nunca me lo podría perdonar. – Ahora, si quieres, se lo dices a mamá, amargada. - Me levanté de encima de ella y me fui a la habitación dando un portazo y cerrándola con pestillo.

Me apoyé en la puerta dejándome caer al suelo. Escuché a mi hermana bajando las escaleras, en ese momento, comencé a llorar, dejando ir en cada lágrima toda la rabia, hecho que me dejó la cara mojada y una gran tristeza en mi pecho. Cuando dejé de llorar, seguí con la búsqueda del mando. Después de un rato lo encontré debajo de la cama, enchufé el equipo y bajé el volumen; cuando fui a quitar el temporizador, me di cuenta que no estaba programado para que se encendiera a esa hora. ¿Cómo podía ser que ser que ayer y hoy se encendiera solo el equipo si el temporizador estaba en off? , cada día funcionaba peor el equipo, estas navidades me pediría uno nuevo con adaptador USB.

Escuché a mi madre llegar con el coche, tocó la bocina para que la ayudáramos con las bolsas de la compra. Durante todo el rato que estuvimos descargando el coche y guardando las cosas en la cocina, mi hermana y yo no nos dirigimos la palabra. Después de ayudarla a guardar las cosas le dije que esta noche cenaba en casa de Laura y que llegaría un poco tarde.

Fui a casa de mi amiga andando ya que vive 4 calles más abajo que yo. Hoy había tenido un día horrible, sólo esperaba que la noche fuera mejor.

Cuando llegué a su portal, respiré hondo, no quería pagar con ella también mi mal día. Piqué al timbre y me abrió la puerta; al verla, mi armadura de energía calló al suelo y me lancé a llorar a sus brazos. Me hizo pasar a dentro y sentarme en el sofá, en todo el recorrido no le liberé de mi abrazo y ella tampoco lo deshizo. El estar abrazada con ella me tranquilizó mucho, cuando me calmé le conté todo lo ocurrido hoy con Mariano y mi hermana.

- Lo de Mariano es el cuento que nunca termina, pero lo que me cuentas de tu hermana, la verdad, no me puedo creer que te haya dicho todo eso. – Laura siempre me dice lo que piensa, y eso me gusta, no es de las que te dicen las cosas para que te sientas mejor. Ella es de las que te dicen las cosas tal y como son en realidad, pero buscando el punto positivo de cualquier situación. – Tu hermana está muy estresada con los preparativos de la boda, pasé por eso hace menos de un año, pero eso no le da motivo alguno para decirte todas esas cosas ¿o tiene razón y estas celosa?

- No, no estoy celosa, me alegro que haya encontrado a la persona con la que quiere pasar toda su vida y tener hijos, estoy muy feliz porque se case con Javier, él es un chico fantástico.

- ¿Crees que tú hermana piensa que estas celosa de verdad? – Laura siempre haciendo preguntas para que sacara todo lo que pienso, y lo conseguía, incluso en otras ocasiones me había hecho descubrir sentimientos que los estaba escondiendo tan bien detrás de otros que ni siquiera conocía. Ella es muy buena psicóloga, algún día me haría pagarle y yo no me negaría, hace su trabajo muy bien.

- Yo no creo que Olga piense que estoy celosa, ella ha dicho eso porque está pasando por muchos nervios.

- Entonces, si piensas que no lo ha dicho de verdad, ¿por qué estás tan triste? – Vaya, esa pregunta me ha dejado descolocada, tiene razón, ¿por qué siento este dolor si sé que lo que ha dicho no lo siente de verdad?

- Púes no lo sé, pero sus palabras me han dolido mucho.

- Recuerda la frase donde te ha herido los sentimientos. – La frase que me ha conmovido a sido “Eres una amargada, a ti lo que te pasa es que estás celosa que yo tenga pareja estable y tú seas una solterona que no puede seguir con un chico más de cuatro meses”. Bingo, lo encontré.

- ¿Crees que algún día encontraré pareja?

- ¿Los chicos que han pasado por tu vida no cuentan?

- No, me refiero a mi amor, que piense que es demasiado bueno para ser real, que tocarle sea como tocar al cielo, que le abrace tanto que sienta que el amor me ha llegado, le dé gracias a dios de que exista y no pueda apartar mis ojos de él.

- ¿Eso no es la letra de una canción?

- Si, la he escuchado muchas veces estos últimos días, jajajaja

- Jajajaja, claro cariño que encontraras a esa persona, algunas lo encontramos antes y otras más tarde. Sólo si tú quieres, y cuando estés preparada lo hallarás, y cuando lo encuentres no podrás apartar tus ojos de él, jajajaja. Ahora que por fin sacaste todo lo que llevas dentro vamos a tomarnos un Mojito.

Preparamos los Mojitos y nos lo bebimos mientras hablamos de los últimos fics de Crepúsculo que habíamos leído. Ella es de team Edward, yo de Jacob, discutíamos las razones de por qué uno es mejor que otro y quién era más guapo. Después de una hora bien divertida de charla Crepúsculiana, fuimos a la cocina hacer la cena.


Nos comimos un gran plato de macarrones mientras hablamos de unos temas que nos llevaban a otros y luego no nos acordábamos de que estábamos hablando, nos reímos mucho mientras cenábamos, después, nos tomamos otro Mojito.


- Laura ¿me puedes dejar la guitarra de Jesús?

- Claro que sí, ya sabes que me gusta mucho como tocas y cantas.

- Es que estoy de muy buen humor ahora y me apetece tocar.

Me puse a tocar la canción que tenía en la cabeza desde hacía días, can’t take my eyes off you. La verdad es que toco bastante bien, desde los 13 años hasta los 16 hice clase de guitarra, tuve que dejarlas cuando comencé el bachillerato, me faltaban horas para estudiar. Mientras tocaba, Laura daba palmas alegremente y cantaba el estribillo conmigo. ¡Cómo me gustaba pasar el rato con ella, me hace sentir tan… yo! Cuando terminé de tocar, ella me aplaudió y yo hice una reverencia de agradecimiento, escuché a alguien riéndose.

- ¿Ha llegado Jesús, Laura?
- No, me dijo que hasta las 12 no llegaría, ¿Por qué, ya te quieres ir?

- No me quiero ir, pero he escuchado alguien que se reía.

- Sólo estamos tú y yo, me parece que estás comenzando a alucinar, te está afectando la bebida.
-
- Otra con que estoy loca. Acabo de escuchar alguien que se reía.

- ¿Te ha pasado alguna otra vez?

- Si, ayer escuché un ruido en el tejado y creo que vi una sombra.

- ¿Cómo era esa sombra?

- No sé Laura, pues una sombra con forma de sombra.

- Pero tenía forma de persona, de animal…

- No la vi bien, aunque luego mi madre descubrió que era una gata.

- Alguien se habrá reído en otro piso y tú lo has escuchado. Yo no he escuchado nada, que oído tan fino tienes, Lluna.

- Puede ser que sea de otro piso, oye, ¿viste el mail con el niño tocando la guitarra que te mandé? Es genial.

- No lo he visto, vamos al portátil y lo vemos juntas.

Laura encendió el portátil y mientras abría el mensaje, yo ponía atención a ver si volvía a escuchar algún ruido, juraría que lo escuché del balcón, debo dejar de comer bocadillos, estoy alucinando.

- Tierra llamando a Lluna, ¿en qué piensas?, estas distraída. – Me encogí de hombros- Anda mira, la Nury ha escrito un mensaje, a ver que dice.

Comencé a leer, pobrecita mía, le habían denegado la beca para trabajar en la universidad y estaba hecha polvo.

- Jolines, que putada-dije.

- Calla, que todavía no he llegado a esa parte, en las condiciones que voy me cuesta concentrarme - siguió leyendo un poco mas hasta que leyó la parte donde decía lo de la beca.- Jolines, necesitamos una cena de niñas urgentemente.
- Estoy de acuerdo, tú llamas a la Raquel mientras yo hablo con la Nury. A ver si podemos quedar todas.

Llamé a la Nury y me estuvo contando que le habían denegado la beca porque se había terminado el plazo el día antes que ella envió la solicitud.

- Tú tranquila cariño, el año que viene la vuelves a solicitar con tiempo y ya verás cómo te cogen.

- Sí, pero ya me había hecho la idea y me apetecía mucho comenzar este año, estoy hecha caldo.

- Ya, me imagino. ¿Oye, te apetece que quedemos todas y nos contamos las penas?

- Pues os necesito muchísimo, ¿Cuándo quedamos?

- Cuando tú quieras, la Laura me dice que a la Raquel le va bien mañana por la noche.

- Perfecto, cuando antes mejor, ¿qué vamos hacer?

- Lo que tú quieras, cena, copa o disco…

- Todo.

- Perfecto, espera que se lo digo a Laura para que se lo diga a la Raquel.

Por fin, después de tanto tiempo, volvíamos a quedar todas juntas, parece que sólo nos reuníamos cuando las cosas nos iban mal, pero después de contarnos las penas nos lo pasábamos muy bien.

Eran casi las 12, al día siguiente era Viernes y debíamos de trabajar. Me despedí de Laura y me fui a mi casa. De camino, volví a notar la sensación de frio y miedo que sentí el día anterior en el pasillo de casa. Un coche, bueno, un sorprendente deportivo de color negro descapotable con la capota bajada pasaba en ese momento por la calle. Estaban escuchando la música a todo volumen, Can’t take my eyes off you; ¿es que acaso estaba de moda otra vez la canción? Al pasar por mi lado me fijé en los ocupantes, eran un chico y una chica; él, guapísimo, con el pelo despeinado de color castaño claro y, ella, preciosa con el pelo corto de color negro, los dos tenían la piel muy pálida. Se quedaron mirándome fijamente cuando pasaron, juraría que los vi sonreír. Comenzaron a reírse más fuerte, esa risa ya la había oído antes en casa de Laura esta noche. Juraría que conocía a esa pareja, pero no me sonaban de haberlos visto por el barrio. El coche se fue y yo seguí andando a casa.

Llegué a casa, toda mi familia estaba durmiendo, mejor, así no tendría que hablar con mi hermana, mañana sería otro día. Me metí en la cama sin quitarme la ropa, los mojitos me habían dejado súper cansada. Mientras me dejaba abrazar por Morfeo, me vino a la mente la imagen de la pareja del coche, me eran familiares y sus risas eran las mismas que en casa de Laura. Vale, Lluna, ahora si estás delirando, duérmete que mañana será un largo día de trabajo acompañado de tu amiga la resaca y una gran noche divertida con las niñas, ¡qué ganas tengo de verlas a todas
!

2. Día de trabajo

El día comenzó con nubes y parecía que la lluvia no tardaría en llegar, hacia un poco de frío así que me puse unos tejanos color oscuro y una camiseta de manga larga de color mora. Mi maquillaje era en tonos claros y muy natural, el pelo negro suelto a media altura de la espalda. Hoy las ondas de mi pelo a causa de la humedad que había en el ambiente no estaban muy bien definidas, seguramente a media mañana ya me abría recogido el pelo con la ayuda de un lápiz de la oficina.

Me encanta la bisutería y en la pared que hay al lado del armario tengo colgados todos los collares, pendientes, pulseras y anillos que he ido comprando y me han regalado a lo largo de muchos años. Cada accesorio tiene una historia y me aportan emociones diferentes. Después de estar un rato mirando todos mis accesorios, me decanté por el conjunto de pendientes de aros de color verde oscuro con la pulsera y el collar a juego que me regalo mi hermana hace un año por mi cumpleaños. Cuando me los pongo siento como una descarga energía positiva, púes cuando los compró, Javier hacia poco tiempo que le había pedido matrimonio; es como si ese amor hubieran sido trasmitidas a la bisutería y cada vez que me los pongo esos sentimientos fluyeran en mi. Es una locura, lo sé, pero yo lo siento así. Me puse las botas de tacón bajo y baje a la cocina a desayunar.

Mi madre y hermana ya se habían ido a trabajar. Ellas trabajan en la universidad como profesoras de periodismo, allí las llaman las gotas doradas porqué las dos eran como dos gotas de agua; rubias, con el pelo largo liso y el cuerpo como una tabla de planchar. Yo había salido a la familia de mi padre; morena y con curvas. Lo único que heredé de mi madre eran unos ojos marrones oscuros. En la cocina, mi padre estaba tomando una taza de café mientras leía las noticias por internet, él trabaja como inspector de seguridad en hospitales.
- Buenos días, tú madre te dejó la comida de hoy en la nevera-. Mi padre era la imagen de la felicidad en persona, con una sonrisa debajo de su bigote espeso negro y blanco a cualquier hora del día, sus ojos verdes siempre tenían un brillo especial que trasmitían un enorme cariño y, ese cuerpo grandote con barriga cervecera; como él decía, la curva del bienestar.

- Buenos días papá, me voy a preparar unas tostadas con mermelada, ¿tú quieres?


- No, gracias cariño, ya he desayunado y tu deberías darte prisa o llegarás tarde al trabajo-. Miré el reloj, iba 10 minutos retasada, cogí un bollito de leche y me lo trague casi sin masticar, le di un beso a mi padre y salí corriendo por la puerta.

Mi coche estaba aparcado en la cera del frente, era un Peugeot 306 color verde oliva del año 96, se veía viejo, pero me llevaba a todas partes, no corría mucho, pero tampoco consumía demasiado. Mi trabajo estaba a unos 15 minutos, hoy tendría que saltarme algún semáforo en rojo y no hacer mucho caso a los Stops para poder llegar a tiempo a la oficina.

Trabajaba como administrativa en el departamento de servicios sociales del ayuntamiento, tenía como superior a dos asistentes sociales, Mariano y Lucas. Ellos dos eran como la noche y el día; Mariano era mayor y solo se acercaba a mí para darme prisa para que pasara los informes y para mirarme el escote. En cambio con Lucas me llevaba de maravilla; él es un joven de 28 años y muy atractivo, siempre me daba el trabajo con tiempo suficiente para que no andará estresada. Mariano pensaba que Lucas y yo estábamos liados, pero se confunde, él es homosexual y tiene pareja estable desde hace 2 años, aunque no me extraña que tenga esas ideas, nosotros dos siempre andábamos tonteando para hacer rabiar a Mariano.

Después de desobedecer varias normas de tráfico llegué al trabajo con tiempo de sobras, me sobraban dos minutos para tomarme un café.

- Hola Lluna, parece que vienes un poco sofocada, ¿Qué te pasó hoy?- Dijo Lucas apoyado en la maquina expendedora, dándome un café recién hecho.
El tiene una voz muy dulce y pausada y un cuerpazo de infarto. Debería trabajar como modelo o diseñador de ropa, tiene un don con la elección de vestuario, nunca le he visto desentonar con nada.

- Me entretuve con los accesorios, no sabía que ponerme.

- Pues elegiste bien, ese conjunto de aros, collar y pulsera te queda divino con la camiseta que llevas hoy. Aunque tu pelo esta hecho un desastre, mejor recógetelo.
Lucas cogió la pinza que llevaba agarrada en la tira del bolso y me recogió el pelo, en ese momento Mariano entró por la puerta con cara muy enfadada.
- Cuando tengan un rato libre podrían ponerse a trabajar. Lluna necesito el informe de la señora Engracia para antes de la hora de comer y tú Lucas, me parece que tienes una entrevista en casa del señor Juan para hacerle la escala de dependencia-. Mariano no nos tenía que dar órdenes, pero siempre le obedecíamos, como venganza nosotros dos tonteábamos más, eso a él le ponía de los nervios y se iba refunfuñando, siempre funcionaba.

- Bueno princesa luego nos vemos. - Dijo Lucas agarrándome un mechón de pelo y dejándolo detrás de la oreja, me giñó un ojo y se fue.
Mariano como siempre dijo algo en voz baja indeducible y se metió en su despacho. Me senté en mi escritorio y miré las tareas que tenia para hoy mientras me tomaba el café, como casi siempre, la lista de tareas quedaba anulada porque el señor Mariano tenía prisa con un informe.
El informe consistía en pasar a limpio 50 páginas, también tenía que llamar al CAP para que me pasaran el historial médico y familiar de la señora, le tendría que hacer mucho la pelota al enfermero/a para que me pasara los informes por email hoy mismo. Con un poco de suerte el enfermero seria Miguel, lo conozco desde el instituto y nunca se niega hacerme favores, ya estaba acostumbrado que lo llamara para que me enviara informes con urgencia.
- Centro atención primaria, en que puedo ayudarle.

- Hola, buenos días soy Lluna de servicios sociales me podría pasar con el enfermero/a de la paciente 08564.

- Un momento por favor-. Comenzó a sonar esa maldita música de espera unos 5 minutos hasta que alguien habló por el otro lado de la línea.

- Enfermero Sánchez al habla ¿en qué puedo servirle?-. Suerte, Miguel era el enfermero de la paciente.

- Hola Miguel, soy Lluna.

- ¿Qué tal preciosa, cómo estás?

- Un poco estresada, la verdad.

- No me lo digas, necesitas un informe urgentemente para… ya-. Eran las 9 de la mañana y Mariano me había dicho que era para antes de la hora de comer.

- Hoy vas a tener el privilegio de tener 3 horas para poder mandarme el informe.

- ¡Qué bien, hoy Mariano está de buen humor!, pero ya sabes que este favor me lo tienes que pagar.

- ¿Cuántos favores te debo?

- Unos 50.

- Púes el día que cobres todos los favores será una gran cena.

- Con que me invites a un café tengo suficiente, hoy salgo a las 17:30, podemos ir juntos a buscar a Raquel. - Miguel y Raquel eran pareja. Ella es una de mis mejores amigas junto con Nury y Laura, nosotras 4 éramos inseparables desde hacía muchos años. Estábamos juntas en los buenos y en los malos momentos y siempre nos apoyábamos las una a las otras.

- Pues eso está hecho, nos vemos en la recepción del CAP esta tarde.

- Ok, dime el número del historial del paciente.

- 08564, se llama Engracia y necesito el informe médico y familiar.

- Entendido, para antes de las 12 te lo envío. Nos vemos.

- Besos y mil gracias Miguel.


Ya tenía una parte del informe hecha, ahora tocaba pasar a limpio las 50 páginas del informe. Encendí la radio, estiré los brazos y dedos y me puse manos a la obra. A la hora, me dolían los dedos de tanto escribir y mi vista estaba muy cansada, me faltaba por terminar la mitad del informe, ¡buff! necesito pensar en positivo, subí el volumen del radio para ver si la música me hacía ver las cosas de otra perspectiva.
Ahora leeremos algunos emails con las peticiones de nuestros oyentes. “Hola me llamo Jake, en primer lugar decir que me encanta vuestro programa y, me gustaría mucho que pusieran la canción de Can’t take my eyes off you, dedicada a la chica más preciosa que jamás he visto, y decirle que es demasiado buena para ser verdad, y que por eso no puedo quitar mis ojos de ella.” Jake, se nota que estas enamorado de verdad, y solo por eso, no te podemos denegar tu petición. Dedicada para toda nuestra audiencia y sobre todo a Jake y su enamorada; Can’t take my eyes off you de los Boys Town Gang.
Que chico tan romántico, seguro que es la chica más feliz del mundo escuchando esta canción ahora mismo, que dedicatoria tan bonita ha hecho. Yo quiero un hombre así en mi vida. Bueno Lluna baja de las nubes y sigue trabajando que todavía tienes un buen rato.
A las 12, Miguel me envió el mail con el informe de la señora Engracia, también me dijo que esa tarde no podíamos quedar, tenía que sustituir a un compañero y Raquel ya había hecho planes con su hermana. Tenía ganas de ver a mis amigas, hacía más de un mes que no las veía, manteníamos el contacto por mail, pero un día por una cosa y otro día por otra no habíamos quedado.
- Que le pasa a mi princesa con esa cara tan seria - Lucas acababa de llegar de la entrevista.

- Solo pensaba en mis niñas y que las echo de menos.

- Pues queda con ellas.

- Llevamos una vida demasiado ocupada para poder reunirnos.

- Pues si no podéis quedar todas, puedes quedar con alguna de ellas, no puedo verte con esa cara tan triste.

- Tienes razón, voy a llamar a Laura, con ella me lo paso muy bien, nos reímos mucho.

- Pues ahí tienes la solución, ¿vienes a comer a la sala de reuniones?, Álvaro me preparó ayer empanada de atún y estoy deseando probarla.

- Ahora voy: le entrego a Mariano el informe, llamo a Laura y me reúno contigo en la sala. Guárdame un trocito de empanada para probarla.


Fui al despacho de Mariano para darle el informe, al entrar su mirada fue directamente a mis pechos, tengo el busto grande, pero eso no quiere decir que mis tetas sean de dominio público y estén allí para que a los tíos se les caiga la baba. Que desagradable que es.

- Mariano aquí tienes el informe pasado a limpio de la señora Engracia y el historial clínico y familiar.- Dije con voz muy seca.

- Gracias Lluna, eres un sol cuando quieres. - Ahora me miraba de arriba abajo con ojos lujuriosos, hombres como él me sacaban de mis casillas, no soy un trozo de tarta que te la puedas comer con los ojos.

- Mariano la próxima vez, si te es posible, podrías pasarme los informes para que te los pase a limpio unos días antes, de esta forma no tendría que ir de boli.


- Tengo cosas más importantes que pensar, no me importa si vas ajetreada o no.- Será desgraciado el tío, esto no se lo podía dejar pasar, ¿de qué va?

- Si las cosas importantes que tienes que hacer son mirarme las tetas, mejor dedícate a otra cosa más productiva.- No dejé que me contestara, de un portazo cerré la puerta.
Ahora sí que necesitaba quedar con mi niña. Cogí de mi mesa el bolso y el tupper con la comida. De camino a la sala de reuniones llamé a Laura, después de llamarla dos veces al tercer intento contestó.
- Hola cariño, perdona pero estaba preparando la comida. Jesús llegará dentro de unos minutos y yo todavía no tengo la comida lista, voy de culo.

- Tranquila voy a ser rápida.

- ¡Huy!, ese tono de voz me dice que no estás pasando por tu mejor día.

- Has dado en la diana.

- Esta tarde Jesús se va a cenar con unos amigos. Si quieres, podemos quedar en mi casa y me cuentas.

- Ok, cuando plegue me paso por tu casa, necesito dispersar mi mente.

- Vale Lluna, te estaré esperando. Perdona pero te tengo que colgar, se quema la hamburguesas, te quiero adiós.

- Yo también, hasta luego.

domingo, 23 de enero de 2011

1. Ruidos

Era mi mejor momento del día, cuando llegaba de trabajar por la tarde y toda la casa estaba vacía; entonces, cogía la merienda, un libro y me iba a relajar al jardín de casa. Eran sólo 45 minutos que tenia para estar sola en casa hasta que mi familia llegara y comenzaran a contar sus anécdotas del día, esto no me molestaba, es más, me gustaba escuchar, pero estos 45 minutos me eran necesarios para cargar las pilas y desconectar del día a día.

Estamos a mediados de Octubre y la temperatura aquí en el norte de España es muy agradable; por el día hace calor, pero no es sofocante y, por la tarde cuando comienza a irse el sol desciende poco a poco la temperatura.

Sentada en la silla del pequeño jardín, tomando un zumo de naranja y unas galletas con trocitos pequeños de chocolate, abrí el libro de Crepúsculo por la página que me había quedado ayer. La saga la había leído unas cinco veces, pero no me cansaba de esa historia de amor. Mi libro favorito es Crepúsculo cuando comienzan a conocerse Edward y Bella, aunque también está muy a la altura Eclipse con el triangulo amoroso y los hombres lobo, bueno, sobretodo Jacob, que penita me da cuando él está enamorado de Bella pero sabe que no puede ser ese amor, suerte que en Amanecer encuentra a su imprenta. Ahora iba por la parte de la prueba de grupo sanguíneo, ella se desmaya y después de salir de la enfermería él la acompaña a casa en coche.

Qué bonito es cuando dos personas comienzan a conocerse y ha darse cuenta que están enamorados; esto es la mejor parte de la relación, porque cuando pasa un tiempo comienzas a ver cosas que te desagradan de esa persona pero sigues pensando que es tu alma gemela, cuando pasa un tiempo más te das cuenta que hay demasiadas cosas que no te gustan de tu pareja, y por último piensas; “¿porqué comencé a tener una relación con él si no me gusta su personalidad?” y, en ese momento, es cuando tienes que dejar la relación. Esta lección la tenia bien aprendida, me había ocurrido unas tres veces y, de la última, todavía me estaba recuperando. Carlos, mi último novio, al principio era un chico encantador y educado, mis amigas decían que era un tío muy serio pero yo les contestaba que era por la edad, él tenía 32 años y yo 23, él veía el mundo de una manera muy madura y nosotras de una forma más infantil. Al final de la relación vi lo que ellas me decían, no es que fuera una persona madura, es que era el tío más aburrido y soso que pueda existir, con modales anticuados y mentalidad un poco machista, hasta en lo que ha sexo se refiere era soso; del misionero no pasaba, alguna vez intenté innovar, pero decía que el 69 era un postura poco elegante para una dama.

Estaba oscureciendo, es lo que no me gustaba de este tiempo, las pocas horas de luz que había en el día. Las letras ya casi no las distinguía, comenzaba hacer frío y del zumo de naranja y las galletas ya no quedaba nada, así que decidí meterme dentro de casa. Dejé el libro en la mesa del comedor y fui a la cocina a dejar el vaso vacio en el lavavajillas, fue entonces escuche un pequeño ruido en el comedor. Miré el reloj, faltaban unos 10 minutos para que llegaran a casa mi madre y mi hermana. Me dirigí al comedor a ver qué era lo que había sucedido y todo estaba normal excepto el libro de Crepúsculo que estaba en el suelo, seguramente lo habría dejado en el filo de la mesa, lo recogí y me tumbé a leer en el sofá.

Estaba leyendo la parte que Bella va a la playa de la Push, conoce a Jacob y las historias de los Quileutes y los fríos, como amo al personaje de Jacob, como amo ese cuerpo moreno y esos ojos negros como la noche sin luna. Él sí que es simpático, con una sonrisa deslumbrante y, segurísimo, que sería original en el sexo. Con estos pensamientos seguro que vuelvo a tener sueños húmedos con Jacob.

Un ruido en el piso de arriba me sacó de mis fantasías, se escuchaba música. Dejé el libro en el sofá y subí las escaleras para ver de dónde venía la melodía. La música provenía del equipo de mi habitación; el pasillo que iba a ella estaba oscuro y se sentía frío, un extraño miedo se apodero de mí, como si mi mente me advirtiera que algo malo había en mi habitación. Si algo no soy es miedica; mi madre me decía que algún día mi valentía me traería dificultades en la vida, que el miedo es una reacción del cuerpo para no meterse en problemas, pero yo le respondía que sin irresponsabilidades la vida no tiene emoción, que es la chispa que hace que no seamos todos como robots (aunque tampoco hay que pasarse, no soy una rebelde que le gusta el peligro y meterse en problemas, lo que pasa es que mi madre es muy protectora y un poco bastante exagerada).

Al entrar en mi habitación encontré el equipo de música encendido y la ventana abierta. Juraría que esta mañana cerré la ventana después de que se ventilara la habitación mientras hacia la cama. La canción que se escuchaba en la radio era Can’t take my eyes off you. Casi toda la música que escucho son de los años 60, 70 y 80; en el equipo de música siempre está la emisora que pone todos los clásicos que tanto me gustan, y que me hacen sonreír a primera hora de la mañana mientras me arreglo, en el coche, en el trabajo, en realidad a cualquier hora del día, me encanta la música. Seguramente esta mañana habría puesto el temporizador mal y en vez de poner las AM puse las PM, y por eso estaba encendido ahora. Escuché un ruido fuera en la calle, más bien, el ruido provenía del tejado, me asomé a la ventana y una teja calló, casi cae encima de mi cabeza. Saqué un poco mas el cuerpo por la ventana, y miré hacia arriba para saber el motivo por el cual había caído la teja, me pareció ver una sombra, saqué un poco más el cuerpo, algo había en el tejado seguro.

- ¡Lluna que haces, te vas a caer! – Dijo mi madre con un grito y pánico en su voz. Del susto que me dio casi me hizo perder el equilibrio y caer, tuve que cogerme al marco de la ventana con las uñas para no espachurrarme en el asfalto.

- Mamá hay algo en el tejado que ha tirado una teja, he visto una sombra. – Mi madre estudió mi cara, tuvo que ver algo en mi porque se puso tensa y se acercó en plan “Mamá ya está aquí, no te preocupes te protegeré”. Me hizo a un lado, fui con mi hermana que estaba detrás de mi madre y se asomó a la ventana mirando hacia arriba.

- Yo no veo nada Lluna, habrá sido el aire.

- Pero si no hay aire mamá, algo se ha movido en el tejado y ha tirado una teja que casi me cae en la cabeza- Mi hermana me miro de reojo – ¡No estoy loca Olga!

- Como va haber alguien arriba en el tejado, ¿subió volando? - dijo mi hermana con tono de sabelotodo.

- Puede haber subido por el árbol de la entrada y después haber dado un salto al tejado. – intentaba buscar razones lógicas para que me creyeran, mi madre seguía asomada por la ventana mirando hacia arriba sin ver nada.

- Claro, un súper salto - Dijo mi hermana con sonrisa de medio lado- Superman, spiderman o mejor aún, puede haber sido Pach que ha volado con sus alas de ángel al tejado para protegerte.

- ¿Ya te has leído Hush hush? Es genial, yo quiero un ángel guardián en mi vida como Pach, es un malo malote de los de verdad.

- Es malo, pero en el fondo tiene un corazón bueno.

Mi hermana y yo nos sumergimos en una conversación donde el tema principal era el cuerpazo de Pach y su sonrisa picara, mi madre seguía buscando a la cosa del tejado cuando se giró y nos hizo gestos con las manos de que estuviéramos en silencio, nos callamos las dos, apagué la música y puse máxima atención a todos los sonidos que nos rodeaban, se escuchaba la respiración de nosotras tres, el tic-tac del reloj de la mesita de noche, el zumbido del ventilador del ordenador y el maullido de una gato, ¿un gato?


- Hay un gato, habrá subido por el árbol, después al tejado. Maúlla como si estuviera en celo, estará buscando algún macho para desahogarse. - Dijo mi madre con postura de súper héroe, había salvado a su hija de la gata cachonda, mi hermana estaba doblada de la risa, se ve que era contagiosa porque mi madre comenzó a reírse también, se estaban riendo de mí. – Deja de leer libros de fantasía cariño, te están afectando.


Puse los brazos en cruz sobre mi pecho, apoyando el peso en un pie, mi pose decía ya basta de reíros a mi costa. La verdad, es que la situación era bastante cómica y, en cualquier situación cómica, lo mejor que se puede hacer es reírse. Nos estábamos destornillando a lo que llego mi padre y nos miro a las tres con cara de desconcierto.


- ¿De qué se ríen mis tres ángeles? – Al decir la palabra ángel mi hermana y yo nos miramos y comenzamos a reírnos más, las piernas me flojeaban de la risa, tuve que sentarme en el suelo para no caerme, mi hermana se cogió al pomo de la puerta para no perder el equilibrio.

- ¿Qué pasa Paloma?- Pregunto mi padre a mi madre, ya que con nosotras dos era imposible mantener una conversación.

- Nada, se les han subido los personajes místicos a la cabeza. Déjalas Manuel, no sea cosa que se nos contagie también.

Mis padres se fueron escaleras abajo dejándonos a nosotras dos recobrando la cordura. Después de unos minutos de risas descontroladas respiré hondo y miré a mi hermana, ella no estaba llorando de la risa, tenía la cara triste.

- ¿Qué te pasa Olga?

- Nada -dijo haciendo morritos

- Te has peleado con Javier otra vez, ¿verdad?, que ha sido esta vez, ¿por el color de las flores de las mesas, o todavía estáis discutiendo el sabor de la tarta nupcial?

- ¿Cómo lo has sabido?

- Porqué durante los últimos tres meses no haces otra cosa que discutir con él por cosas de la boda. – Me levante del suelo, cogí el paquete de pañuelos que tenia encima del escritorio y se lo di a mi hermana.

- Es que no comprende que las rosas rojas de centro de mesa no quedan bien con los lazos color dorado de las sillas, no quiero que mi boda parezca un árbol de navidad.

- Olga, ¿cuándo te vas a dar cuenta que Javier se casa contigo porque te quiere?, a él le da igual lo que parezca la sala del banquete, el quiere pasar el resto de vuestra vida juntos y, con eso, a él le basta y, a ti también te debería de bastar. – Mi hermana se quedo mirando abriendo y cerrando la boca, sin saber que decir- Si sigues siendo así de detallista y mal humorada lo vas a perder.

- Lo sé, pero yo quiero que este todo perfecto en ese día tan especial para mí. – Dijo mi hermana abrazándome.

- Para los dos dirás; aunque en la preparación de una boda la que realmente la prepara es la mujer, deja que el participe en alguna cosa, así se sentirá útil.

- ¿Por qué siempre sabes lo que decir?, se supone que la hermana mayor es la que le tiene que dar consejos a la pequeña. Lo de estar con el pureta de Carlos te caló fuerte.

- Dos cosas: 1, él solo era dos años mayor que tú y, 2, vamos a bajar ayudar a la pareja a preparar la cena, antes de que suba papá a darnos la charla sobre el trabajo en equipo.