miércoles, 26 de enero de 2011

5. Sueños en el paraíso

No sé cuánto tiempo pasamos mirándonos, no podía apartar la vista de ese chico, bueno, hombre de 25-27 años, ¡y qué hombre! Mediría 1.90 y era de cuerpo musculoso, vestía unos tejanos oscuros anchos y una camiseta de manga corta negra ajustada. Su piel era morena rojiza como la de los indios nativos, seguro que sería muy suave, no me quería quedar con las ganas de saberlo así que acerque mi mano a su rostro muy despacio. Él cerró los ojos dispuesto a disfrutar de la caricia, cuando le toqué, su piel estaba ardiendo, puse mi otra mano en su pecho, también estaba ardiendo, como el cuerpo de, ¿Jacob? Me quedé inmóvil, mi cabeza comenzó a darle vueltas otra vez a la teoría de Crepúsculo, pero comenzaba a pensar que no eran alucinaciones. No podían ser imaginaciones, todo era demasiado real. Si fueran alucinaciones no podría sentir el calor que salía de su cuerpo, si fueran alucinaciones no podría sentir su suave piel en mis manos, si fueran alucinaciones no podría oler la fragancia a bosque húmedo que embriagaba su cuerpo. Si fueran alucinaciones no podría sentir su mano en mi cintura, no podría… sentir su mano cálida en mi mejilla. Inclinó su nariz a mi mano que todavía estaba inmóvil en su cara, oliéndome la muñeca y abriendo los ojos. Sus dedos acariciaban mi pómulo con suavidad, con el pulgar alzó mi barbilla, nos quedamos mirando. Una sonrisa tierna apareció en su boca, una boca que deseaba besar. Las distancias se acortaron, poco a poco estaba más cerca de él, nuestros cuerpos estaban totalmente pegados, sintiendo todo su calor.


Si esto eran imaginaciones no quería volver a la realidad, si estaba loca por culpa de Crepúsculo me daba igual, era el momento más mágico, romántico y tierno que nunca había vivido. Quité la mano de su pecho y la puse detrás de la nuca, acariciándole el pelo y acercándolo a mi boca. Cerró los ojos, yo no podía apartar la vista de esa preciosa cara y esos carnosos labios. Nuestros corazones comenzaron a latir muy fuerte, podía sentir el suyo a través de mi pecho. Aunque el mío se aceleró más cuando vi al chico pálido a un metro nuestro, el momento mágico se rompió. Por instinto escondí la cabeza en su pecho, él me abrazó por la cintura.

- Tranquila, no pasa nada -besó y acarició mi pelo-, estoy aquí, no van hacerte nada malo.

- Lo malo es que estoy volviéndome loca, tengo alucinaciones y son demasiado reales. Hasta pienso que tú no eres real – al decir esto una lágrima cayó por mi mejilla. Sentí miedo, pero no por mi demencia, sino porque no podía ser que este chico no existiera, lo acababa de conocer, y no podía imaginar un día sin él y sin poder ver esos hermosos ojos.

- No estás loca – dejó de abrazarme y me cogió la cara con las dos manos, me miró a los ojos y dijo- soy real – se escuchó una tos detrás de él, -bueno, somos reales y no tienes por qué tener miedo.

Una gran sonrisa salió de su boca, sus ojos no mentían y sin saber porqué le creí. Mi corazón comenzó a descender su ritmo alterado a uno normal. Comenzó hablar el chico que estaba a nuestro lado.

- Perdonar la intromisión, pero tus amigas te están buscando.- Hacía un buen rato que se suponía que había ido a buscar una bebida, estarían preocupadas.

- Tengo que encontrarlas o pronto comenzaran a llamarme por megafonía – las conocía demasiado para saber que eran capaces de eso y más. – Pero, ¿dónde pueden estar ahora?

- Están cerca de la entrada, entre los guardarropas y la barra del bar. – dijo el chico del cabello despeinado.


Me giré hacia donde dijo él, pero había demasiada gente para poder verlas. Quise adentrarme un poco entre la gente pero una mano me cogió el brazo impidiendo el avance. No hacía falta girarme para saber que era el chico moreno quien me estaba sujetando, supe que era él por el calor que sentí. Lo miré, tenía cara de preocupación, estaba tenso, no quería dejarme ir, ni yo quería que él estuviera lejos de mí. Lo acababa de conocer -bueno en verdad no lo conocía- pero sentía que no podía estar ni un minuto de mi vida sin él.

- ¿Me ayudas a buscarlas? – Al decir estas palabras se relajó, y soltó mi brazo. Una gran sonrisa volvió aparecer en sus labios-. Entrelacé nuestras manos y comenzamos a pasar entre la multitud.


Había muchísima gente y nos era difícil poder avanzar. “Perdón, perdón, nos dejas pasar, gracias” una y otra vez tenía que decir, la gente estaba bailando y no nos hacían caso.

- ¿Me dejas pasar a mí primero?- Dijo.

- ¿Crees que podremos pasar si vas primero? – Si yo, que era más delgada que él, no podía pasar entre el bullicio; él, siendo mal alto y musculoso, lo iba a tener difícil. -Observa cómo se apartan – contestó.

Puso una cara muy seria, la sonrisa desapareció por completo de su rostro, entrecerró los ojos y sacó pecho. Comenzó a mirar a la gente que estaba delante de nosotros y, como si fuera magia, ellos le miraban y se apartaban dejándonos el camino libre. Como Moisés cuando abrió el mar en dos y pasaron todos hacia la otra orilla. En pocos minutos estábamos al otro extremo, miré hacia atrás por donde habíamos pasado, ¿Cómo lo había hecho?, lo miré con cara de incrédula, él comenzó a reírse a carcajadas. Al fin llegamos a la entrada pero ellas no estaban por ningún lado.


- ¿Cómo son tus amigas? –Preguntó.

- Pues, son más bajas que yo, Raquel tiene el pelo corto castaño con reflejos rojos, Laura y Nury morenas y el pelo por los hombros y las tres tienen gafas. – Comenzó a mirar por encima de la gente y señaló hacia la derecha, miré y efectivamente estaban las tres con cara de preocupación, buscándome entre la gente.- ¡Hey! eso es ventaja, tú eres más alto.-Le dije como un niño que acaba de perder un juego. Entre risas y cogidos de la mano fuimos donde estaban ellas. Rakel comenzó hablar.

- ¿Dónde demonios te habías metido? Estábamos preocupadas.

- Si, estábamos… –Nury habló pero se dio cuenta que estaba acompañada.

- Perdonad chicas pero me entretuvieron. Os presento; Laura, Nury, Rakel, este es… -no sabía cómo se llamaba.

- Jackson, me llamo Jackson. Encantado de conoceros.

Las tres se quedaron mirando al chico con la boca abierta, no me extraña, es difícil ver a chicos tan atractivos como él. Luego vieron que nuestras manos estaban entrelazadas y me miraron con sonrisa picarona.

- Bueno, ahora que sabemos que estás bien, nosotras nos vamos a tomar el aire en la terraza.- Raquel buscó una señal dando mi aprobación, le dije que sí con la cabeza- Nos vemos luego aquí, adiós Jackson.


Se fueron dejándonos solos. Nury no dejaba de mirar atrás haciéndome gestos con las manos, por lo que le pude entender decía algo parecido a “madre mía, este tío esta cañón, ¡cómo está!”. Por suerte, él no pudo entender lo que decía, me estaba mirando con una sonrisa enorme, pudiendo ver todos sus dientes perfectos. No podía quitar mi vista de él, era como si fuera un imán y yo un polo opuesto que me atrae con su magnetismo.

- Creo que un buen comienzo sería saber tú nombre – preguntó.

- Lluna, me llamo Lluna.

- Bonito nombre Lluna,-se agachó y me habló al oído- tú puedes llamarme por mi nombre.

- Tú has dicho a mis amigas que te llamabas Jackson.

- Ese es el nombre que pone en mi documentación ahora. Es una larga historia. Tú sabes cuál es mi nombre ¿verdad?

Dije que no con la cabeza. Por mi mente desde hacía un buen rato pensaba en uno, pero ese nombre era demasiado fantástico, irreal, mágico, un sueño del que nunca quería despertar. No podía ser, aunque en el hecho estaban las pruebas.

- ¡Oh vamos! no me puedes engañar. Cuando nos hemos conocido me has dicho que hiciera desaparecer a los vampiros. Si sabes quién son ellos tienes que saber quién soy yo.- Volví a negar con la cabeza. Entonces dijo con voz dulce algo a lo que no pude negarme- Desearía que lo dijeras tú. Quiero oírlo con esa preciosa voz que tienes. Todo sería más sencillo.

Le indiqué con el dedo que se agachara para poder decírselo al oído, me daba vergüenza decirlo en voz alta, ver como reía y descubrir que todo lo que había imaginado era mentira, una dolorosa farsa. Cuando su cabeza estuvo a mi altura, me acerque a él y le dije al oído –Jacob, tú nombre es Jacob Black-. Se incorporó y me abrazó quedando yo en el aire, comenzó a reírse y yo con él. No estaba loca, todo era real. Una preciosa y fantástica realidad, tanto que sonaba a ficción. Me dejó en el suelo y cuando recuperé el aliento y el sentido hablé con él.

- Para creerme toda esta historia creo que deberías contestarme a unas preguntas. –En realidad era muchas preguntas ¿Cómo una novela de fantasía podía existir en el mundo real? Si todo esto era verdad, ¿qué hacían ellos aquí? Si él era Jacob, ¿dónde estaba Renesme?

Cuando le pregunté esto se tensó, pero pronto volvió a tomar una postura relajada.

- ¿Podemos dejar las preguntas para otro día? Tengo ganas de vivir un poco de normalidad, hace mucho tiempo que no disfruto de ella.

- Pues va ser un poco difícil hacer algo normal teniéndote a mi lado, pero lo podemos intentar.

- Perfecto, intentarlo me parece buena idea. ¿Qué hacemos? –Dijo encogiéndose de hombros.

- Estamos en una discoteca y lo que la gente normal hace es bailar. –Preguntas normales, respuestas normales y lógicas.

- Eso ya no me parece tan buena idea. No soy un gran bailarín, en realidad, hace mucho tiempo que no bailo.

- Tranquilo, bailar es una cosa que nunca se olvida, es como montar en bicicleta. Y, por suerte, tienes a una gran bailarina que te puede hacer de profesora.


Le agarré de la mano y nos fuimos a un sitio donde no había tanta gente, así él se sentiría más cómodo. La verdad es que tenía razón, no bailaba muy bien, pero llevaba el ritmo. Movía los pies, un poco las caderas, me cogía de la cintura y me hacia girar. Nos reímos mucho cuando nuestros brazos quedaban liados, mi pierna chocaba con la suya haciéndome perder el equilibrio varias veces, le pisaba los pies o él me los pisaba a mí. Perdí la noción del tiempo. Pudimos pasar minutos, horas, días bailando, que yo no me habría enterado. Mi mundo ahora era él, y el tiempo no existía.
Yo sabía mover las caderas bien y hacer que un hombre me deseara con mis movimientos. Pero con él era diferente, no quería una atracción física, no quería terminar en el baño de señoras o en la parte trasera de un coche. Sólo quería estar a su lado y disfrutar de una noche normal, sólo una noche de diversión con un chico encantador. Él también deseaba eso, pues en ningún momento me dio a entender que quería algo más. Aunque no le hubiera negado nada a ese cuerpo.
No sé qué hora de la madrugada era que sentí un escalofrío por mi columna. Me sobresalté un poco al ver al chico del cabello cobrizo (llamémosle por su nombre), Edward a nuestro lado. Me miró y vi en sus labios una sonrisa pícara, ¡cuántas veces me había imaginado esa sonrisa!

- ¿Siempre aparecen así, haciéndote sobresaltar? – Pregunté a Jacob señalando a Edward.

- Antes no, ahora me he acostumbrado a su tufo y, a veces, aparecen en el momento menos indicado. –Dijo Jacob a Edward haciéndole burla como un niño pequeño.

- No hablemos de tufos, perro. Jacob, lo siento pero nos tenemos que ir. La misma historia de siempre, ya sabes.- hubo un momento de silencio, intuí que era una charla interior entre ellos dos- Nos vamos a casa, mañana si ella quiere la podrás volver a ver.

¿Ya se iba?, ¿Por qué? Nos lo estábamos pasando muy bien. Jacob resopló.

- Lo siento Lluna pero me tengo que ir. Nos vemos en otro momento. – Era la despedida más dura que nunca había presenciado, no quería que se fuera, temía que todo esto terminara aquí, que todo fuera un sueño.

Edward habló conmigo en tono muy serio.

- Lluna, tus amigas están esperándote en la terraza. Están impacientes que les cuentes lo que te ha pasado esta noche. Vigila lo que les dices, ahora tú también tienes que cuidar de nuestro secreto.

- Tranquilos, no les contaré nada que os pueda meter en problemas –Edward asintió con la cabeza, cogió a Jacob por el brazo arrastrándolo a la salida. - Jacob, espera. Prométeme que volveré a verte. –Dije cogiéndolo con las manos la cara y mirándolo a los ojos.

- Te prometo que muy pronto nos volveremos a ver, si no es así… prefiero no pensar en eso, duele sólo de pensarlo. – Dijo mirándome fijamente a los ojos. Él también sentía lo mismo-.

- ¿Sabrás encontrarme?- Me abrazó y absorbió por la nariz el aroma de mi pelo.

- Sin duda alguna, te encontraré.


Besó mi frente, soltó nuestro abrazo y se fue con Edward. En todo el recorrido que hicieron hasta la salida no dejé de mirarlo. Él se giró varias veces hasta que salió por la puerta, en su cara pude observar cómo se mezclaban la alegría y la tristeza. Mi cara seguramente también expresaría lo mismo. Alegría por haber pasado la noche más bonita de mi vida, tristeza porque se terminaba, alegría porque volvería a verlo, tristeza porque no sabía cuando.

Pasó un largo rato hasta que me acostumbré un poco a su ausencia y comencé asimilar lo que me había pasado. Fui en busca de mis amigas.
Había conocido a Jacob (en realidad no sabía mucho de él) y había pasado una noche perfecta en maravillosa compañía. Quién era él no se lo podía contar a mis niñas, pero cómo había trascurrido la noche sí. Nunca les había dicho una mentira a ellas, son las personas con quien más tengo confianza, me sentía fatal por no decirles la verdad. Pero si les contaba todo, podría meter en un lío a Jacob y a los Cullen. Decidí contarles parte de la historia.


- Lluna, cuéntanos quién era ese pedazo de hombre, cómo lo has conocido y que habéis hecho en estas 3 horas. – ¿Tres horas?, Rakel tenía que estar confundida, aunque el tiempo en buena compañía pasa volando.

Les conté que cuando fui a buscar la bebida conocí a Jackson, comenzamos hablar, sentíamos que teníamos química y se nos pasó el tiempo. Después, las fui a buscar a ellas y luego me fui con él a bailar.

- ¿Sólo a bailar?- Preguntó Laura, le respondí que sí con la cabeza- Si yo estuviera soltera hubiera bailado encima de sus caderas. ¿Lo volverás a ver otro día?

- Creo que sí.


Habían bailado mucho y estaban cansadas. Ellas también se lo habían pasado bien. Nury bebió bastante, no estaba acostumbrada y estaba medio dormida en la silla.

Salimos de la discoteca, Rakel se fue en su coche y Laura y yo metimos a Nury en el coche. La dejamos primero a ella en casa, la acompañamos hasta la cama (dejamos cerca de la cama una palangana, por si acaso). Después Laura me acompañó a casa.

Eran las 6 de la mañana cuando me quité el maquillaje y me puse el pijama. Me quedé un rato sentada en la cama pensando en todo lo que me había ocurrido esa noche. Había conocido a un chico fantástico, hermoso por fuera y, por lo poco que sabía de él, también por dentro. Puede ser que fuera el chico que tanto había leído de él en los libros, puede ser que sea un ser mitológico, pero lo que estaba segura es que estaba enamorada de él. Nunca había notado algo así por una persona, así que sería amor lo que sentía. Algo tan bonito solo puede ser amor.

No podía, ni quería, quitar de mi mente esa risa, esa sonrisa y esos maravillosos ojos. Me tumbé en la cama reviviendo toda la noche. Poco después que el sol comenzara asomarse por la ventana me quedé dormida soñando con él, soñando con Jacob, Jacob Black.

5 comentarios:

  1. Buenas a todo el mundo. Espero que hayan disfrutado de este capítulo. Saludos a todas/os y espero sus comentarios.

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  2. la historia es muy simpatica y la adoro!!!imaginar q de verdad existan el tierno de Jake y el hermoso, romantico,de edward!!!jaja... te invito a q pases por mi blog! http://sonhandoimposiblessonhequetumequerias.blogspot.com/

    Besos!

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  3. Muchas gracias Lauriii por tus comentarios, me alegro que sigas esta historia. Ahora mismo paso por tu blog.

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  4. Me ha encantado mi lobito preferidi, jake. me encanta. me he enamorado de el. alto, guapo, atento, moreno, esa sonrisa, esa mirada, lo tiene todo el lobito.

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  5. que genial seria que existieran!
    y renessme a donde esta a todo esto??

    mañana sigo con el cap 6, ahora me voy a escribir :)
    besos!

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