viernes, 4 de febrero de 2011

8. Primeras impresiones

Buenas!!!! Espero que disfruten de este capítulo al leerlo como yo lo hice al escribirlo -a mí me encanta-. Encontraremos amor, humor, suspense, mini Lemmon…
Sólo os quiero decir una cosa más; a partir de este cap las cosas se ponen muy pero que muy interesante, comienza toda la historia. Espero sus comentarios.
Saludos Áuryn.

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!Buenos días mundo! Me desperté más féliz que nunca, salí de la cama y miré por la ventana. Allí fuera se veía un paisaje muy triste y nostalgico – tipico del norte-. El cielo estaba gris, amenazando con llúvia, las montañas que veía detrás de las casas de los vecinos estaban rodeadas por la niebla. Abrí la ventana para ventilar la habitación y dejar entrar el aire limpio, puro, húmedo y la envolviera con su olor a bosque. Fuera hacía frío, pero mi corazon estaba cálido y, con su calidez, calentaba todo mi cuerpo. En la calle podría haber un ambiente tristón pero, en este momento gracias a mi estado de ánimo, lo veía todo lleno de luz; montañas verdes, ambiente cálido y olor a mar en el aire. Hoy volvería a ver a Jacob, dentro de unas dos horas me vendría a buscar y conocería a los Cullen.


Mientras bajaba a desayunar, por las escaleras subía olor a café y tostadas. Mi madre estaba en la cocina desayunando.

- Hola cariño, buenos días, ¿te preparo el desayuno? – Preguntó mi madre cuando entré en la cocina.

- Buenos días, mamá. Ya lo preparo yo, gracias.

- ¿Hoy vas a quedar con Jackson?

- Sí, me ha invitado a comer a su casa, también conoceré a sus compañeros de trabajo – Por cierto, mamá, son los Cullen, sí, los protagonistas de mi novela preferida, los vampiros. Es una pequeña cosa que se me olvidó contaros ayer y que no os lo voy a poder contar nunca.

- ¡Lluna, se queman las tostadas! – Gritó mi madre. Era verdad, con lo mal que saben.

- No pasa nada, las raspo con el cuchillo, hoy desayunaré tostadas con mermelada sabor fresa y carbón. ¡Oye!, ¿donde está papá? – Era extraño que no estuviera aquí, nunca se pierde los desayunos del domingo.

- Se ha ido hacer ejercicio con la bicicleta.

- ¿Papá y ejercicio?, el único ejercicio que hace los domingos por la mañana es sentarse en el sofá y ver el programa de deportes.- Siempre lo veíamos juntos.

- Hoy necesitaba salir, tiene muchas cosas en la cabeza, necesita pensar. – Dijo mi madre apenada.

- ¿Qué le pasa?

- Lo que nos tiene que pasar a todos los padres, pero cada uno lo vive de una manera diferente.

- ¿Él también tiene la menopausia?

- Tu padre se ha dado cuenta que os hacéis mayores y él, viejo. La etapa de veros crecer ya ha pasado. Ahora nos toca otra etapa, la de veros ir de casa y quedarnos solos. – Dijo cayéndole una pequeña lágrima por la mejilla.

- Mamá, no estáis solos, no llores. Olga dentro de unos meses se irá a vivir con Javier, pero yo todavía estoy aquí. Y aunque me vaya, Olga y yo vamos a estar cerca de vosotros y en contacto, no nos vamos a olvidar de vosotros. – Con mis dedos le limpié las lágrimas.

- Lo sé cariño, lo sé, pero nos cuesta un poco aceptarlo, y a tu padre le cuesta más, necesita tiempo.


Terminamos de desayunar, ayudé a mi madre a recoger y limpiar los platos y vasos del desayuno, después fui al lavabo para arreglarme.
Hoy tenía que dar buena impresión en casa de los Cullen; igual que ayer Jacob pasó la prueba en mi casa, hoy la tendría que pasar en la suya. Tomé un rato en la ducha, tenía que estar tranquila y todo saldría bien, o por lo contrario, sería un desastre. El agua me relajó. Salí de la ducha y me sequé el cuerpo, tomándome mi tiempo, al terminar me puse el albornoz y me sequé el pelo; hoy lo llevaría suelto, como le gusta a Jacob. Comencé a maquillarme; primero, me puse un poco de base en la cara, no mucha, no quería tener un aspecto de muñeca de plástico. Luego, me pinté los párpados con tonos marrones claros, como las flores del vestido que me pondría. Terminé de maquillarme poniendo un poco de máscara de pestañas y brillo en los labios.


Fui a mi habitación, que comunicaba con el baño, éste también comunicaba con el cuarto de mi hermana. Abrí el armario y saqué el vestido que me dijo Alice, era de color negro con estampado de flores en tonos marrones en la parte de abajo, llegaba por encima de las rodillas. Las mangas eran largas y el cuello ancho en forma de barca. Debajo me puse los leggins grises. Saqué las botas nuevas color marrón que todavía estaban dentro de la bolsa en su caja. Me miré en el espejo, la verdad es que me quedaba muy bien. Ahora faltaba combinarlo con los accesorios; elegí la cadena de cuero, colgaba un círculo de madera que tenía pegados pequeños redondeles de plata. Los pendientes tenían forma de aro semejante a los círculos de plata del colgante. En mi muñeca puse un brazalete de madera. Me coloqué el abrigo gris por debajo de las rodillas. Cogí el bolso gris oscuro y metí las llaves, el móvil, el monedero y lo más importante, el regalo que hice a Jacob, espero que le guste el CD.
Salí de la habitación y bajé las escaleras, en el garaje se escuchaban ruidos. Me asomé por la puerta de éste y vi que mi padre estaba peleándose con la cadena de la bicicleta.

- Parece que alguien tiene problemas. – Le dije asomándome por la puerta.

- La maldita cadena se salió cuando venía de vuelta a casa, la he tenido que traer empujando unos dos km. – Mi padre estaba muy enfadado, cansado y le caían churretes de sudor por la frente- ¡Lluna, estas preciosa!; pareces una princesa. – Al girarse mi padre para decirme esto se le cayó la bicicleta al suelo chafándole el pie, en sus labios pude leer varias blasfemias.

- Gracias, ¿quieres que te ayude?

- No, que te vas a ensuciar, -dijo levantando la bicicleta del suelo.- ¿dónde vas tan guapa?

- Hoy voy a conocer a los compañeros de Jackson, me han invitado a comer.

- Parece que la cosa va en serio – Se quedó parado mirándome, su mirada estaba triste.

- Nos estamos conociendo, pero la cosa pinta bien. – Le dije con una gran sonrisa que no podía ocultar.

- Hola, buenos días. – Se escuchó una voz masculina detrás nuestro, una voz que podía identificar bien.

Jacob estaba parado en la puerta del garaje que da a la calle. Si él era guapo, hoy lo estaba más. Iba vestido con tejanos negros estrechos, camisa de manga larga blanca y chaleco negro desabrochado. Estaba guapísimo, y con las Converse blancas y negras –por como brillaban, seguro que eran nuevas- parecía un príncipe, un príncipe que va a buscar a su princesa, y esa soy yo. Su cara embriagaba felicidad con esa gran sonrisa, los dientes se le veían bien blancos con el reflejo de la camisa. Brillaba con su hermosura, como un sol.

- Buenos días, Jackson. – Respondió mi padre, yo me acababa de quedar sin palabras.

- Se le ha salido la cadena, ¿le puedo ayudar? – Dijo Jacob señalando la bicicleta.

- Si quieres intentarlo prueba, pero yo llevo un buen rato intentando meterla. – Le respondió mi padre entregándole la bicicleta.

- Se ha salido porque hay un piñón desgastado, ¿tiene un poco de grasa para motores y un destornillador?, -mi padre le entregó los materiales, Jacob desabrochó los puños de la camisa, subiéndose las mangas hasta los codos y se agachó a la altura de la bicicleta. - con la ayuda del destornillador mojado en grasa no cuesta tanto meterla. Tiene que cambiar los piñones, si no, la próxima vez que la coja, le volverá a pasar.

Se veía muy sexy con las manos manchadas de grasa haciendo fuerza para meter la cadena, desde la perspectiva que tenía podía ver todos sus grandes músculos del brazo.

- Creo que voy a tardar un tiempo en cogerla, pero lo tendré en cuenta. – Le contestó mi padre secamente, yo le di a Jacob un trapo para que se limpiara las manos. Manchar esa preciosa camisa de seda era un pecado aunque, si se la manchaba, seguramente se la tendría que quitar y le quedaría desnudo el pecho. Tarde, mientras estaba ideando un plan, Jacob ya se había limpiado las manos y se estaba abrochando los puños de la camisa.

- Si quiere, le podría traer la pieza nueva y cambiarla. – Le dijo Jacob.

- No, muchas gracias, ya lo puedo hacer yo. –mi padre se veía molesto, dejó la bicicleta apoyada en la pared –Bueno, no les entretengo más, tienen planes, que les vaya bien.


Nos despedimos de él y nos fuimos. Jacob me cogió de la mano y me guió por la calle.

- ¿Le he dicho algo malo a tu padre?, me ha parecido que estaba un poco a la defensiva.

- Tranquilo, no es culpa tuya, es que está pasando por la crisis de los cincuenta, - se paró delante de un coche nuevo azul metalizado, le dio al mando y me abrió la puerta del copiloto,- ¿éste es tu coche?, ¿es un Honda S2000 Ultimate edition, verdad?

- ¿Conoces de coches? – Típica pregunta de hombres, al parecer una chica no le puede interesar ese tema. Ahora lo iba a dejar con la boca abierta, le daría una lección de lo que entendía del mundo del motor.

- Algo, pero te podría decir que este modelo tiene un motor de 2.0 Atmosférico y 240 c.v. – Jacob se quedó mirándome con la boca abierta, alucinado.

- Pues no te equivocas, igual que no se ha equivocado Alice al decirme que hoy estarías preciosa.- Dijo mirándome con ojitos tiernos.

- Muchas gracias, tú tampoco te quedas atrás. – La que se quedaba atrás era yo a comparación con su hermosura.

- No es mi estilo, pero Alice me lo dio para que fuéramos a la par.
Me senté en el asiento, Jacob cerró la puerta, dio la vuelta al coche por delante y entró. En el coche nos quedamos en silencio mirándonos, con su mano me apartó un mechón de pelo que tenía en la cara y lo dejó detrás de mi oreja, cerré los ojos disfrutando del roce, cuando los abrí tenía su cara en frente de la mía, me besó. Sus labios eran cálidos como los recordaba de ayer, y los besos tan suaves, lentos y agradables. Me molesté un poco cuando se apartó, pero sólo un poco, porque sabía que habrían más como éste, incluso mejores, aunque sería difícil de superar.

- Ayer no me despedí de la manera adecuada, hoy quería saludarte como es debido.

- Pues has pensado bien, muy bien. – Los dos comenzamos a reír- Lo olvidaba, ayer por la noche te hice esto, - saqué el CD del bolso y se lo di.- No sé si te gustará, y si habré acertado con las canciones.

Jacob cogió el CD y leyó la dedicatoria. Al leerla los ojos le comenzaron a brillar, los tenía húmedos de lagrimas.

- Me encanta el regalo y la dedicatoria, muchas gracias, Lluna. Lo voy a poner ahora mismo, así estrenaré el equipo de música.


Encendió el motor silencioso del coche y se puso a conducir en dirección a las afueras de la ciudad, luego condujo por la carretera que va al parque nacional. Escuchábamos las canciones del CD, Jacob seguía el ritmo de la música tamboreando el volante del coche con los dedos. Comenzó a sonar Ain't No Mountain High Enough de Marvin Gaye & Tammi Terrell.

- ¡Ey!, me acuerdo de esta canción, le gustaba mucho a mi hermana– Subió el volumen.

Cantamos la canción a dúo, él hacia la voz masculina y yo la femenina, nos montamos una coreografía en el coche cuando cantábamos el estribillo. Aunque el volumen estaba muy alto se escuchaba como desentonaba Jacob, no podía ser perfecto en todo, estas pequeñas imperfecciones son lo que lo hacen ser tan humano.

- ¿Estás preparada para meterte en la casa del terror?- dijo poniendo voz tenebrosa.
- No me das miedo, más bien risa. Estoy preparada para conocerlos, aunque estoy un poco nerviosa.

- ¿Por qué?

- No sé que les voy a decir, ni que tengo que hacer.

En realidad hay muchas cosas que no sé, tales como qué hacen los Cullen aquí, porqué son reales, qué pinto yo en toda esta historia... Tenía tantas preguntas, pero ayer Jacob me dijo que cuando llegara el momento me las respondería y tenía que respetar esa decisión aunque no me gustara la idea.

- Tranquila, sólo actúa como eres, les vas a gustar, aunque no tanto como tú me gustas a mí.


Desvió el coche con suavidad a una carretera sin asfaltar que se introducía en el bosque espeso. El paisaje era precioso, todo rodeado de árboles y arbustos verdes. El camino se hacía cada vez más estrecho, éste se bifurcaba en dos y dirigió el coche hacia la derecha. Unos metros más adelante se volvía a dividir y otra vez cogimos el camino de la derecha. Pasamos tres o cuatro cruces más, siempre escogía la derecha. Estábamos adentrándonos mucho en el bosque, los altos pinos no dejaban pasar la luz del día. Unos pocos metros más adelante, los árboles dejaban ver una pradera verde y, en medio de ella, una casa. La casa era de piedra no muy grande y de construcción moderna. Según nos acercábamos, podía observar que era muchísimo más grande de lo que había podido ver antes. La residencia hacía forma de L y era de dos pisos. El lateral largo estaba cubierto por una enredadera que cubría toda la pared, sólo se podían distinguir las grandes ventanas de madera entre las hojas verde. Por eso, al principio me pareció pequeña, desde lejos la enredadera se camuflaba con la hierba del pasto dejando ver solo una cuarta o quinta parte de ella. Llegamos a la casa y Jacob dejó el coche cerca de la entrada. Para acceder a ella había una escalera que daba a un porche de madera. La puerta de entrada era enorme, con vidrieras de colores. Estaba embobada viendo la casa y no me di cuenta que Jacob había salido del coche y me estaba abriendo la puerta para que saliera.

- Es una casa preciosa, Jacob. – Dije saliendo del coche.

- Demasiado espectacular es mi definición. –Jacob se quedó parado enfrente mío, muy pensativo.

- ¿Pasa algo?- Le pregunté.

- No, estaba teniendo una charla con Edward.

- ¡Ah, vale!, perdón por meterme en una conversación muda.

- El entrometido es él, quiere saber si estás preparada para entrar, yo también quiero saber si te encuentras cómoda con esto, si quieres, lo podemos dejar para otro día.
Ya no me acordaba del don de Edward. Si ya estaba nerviosa por lo que iba a decir, ahora también lo estaba por lo que iba a pensar, tenía que tener cuidado con mis pensamientos.

- Sigo nerviosa, pero nada que no pueda soportar, ¿entramos?


Jacob cogió mi mano y me ayudó a subir las escaleras, abrió la puerta y entramos. Estábamos en el recibidor de la casa y era dos veces más grande que mi habitación. Estaba pintado de blanco y era muy luminoso, decorado, además, con un pequeño mueble antiguo. En una esquina había otro mueble con un jarrón de rosas rojas encima. El suelo era de porcelanato color crema. Había una puerta de cristal opaco que no dejaba ver lo que había detrás de ella. Jacob me dirigió hasta ésta y la abrió, un escalofrío recorrió mi columna. Detrás de la puerta se encontraban 8 personas, 4 hombres y 4 mujeres. Estaba delante de los Cullen, 8 vampiros que había conocido a través de una novela romántica. En mi mente me había imaginado a personas de pieles pálidas y hermosas, pero ninguna imaginación puede crear a través de unas palabras la belleza que yo estaba viendo en este momento. Deduje que nos encontrábamos en el salón principal, un espacio enorme donde podrían caber 50 personas perfectamente sin tener sensación de claustrofobia. Las paredes y los techos altos eran de color blanco muy bien iluminados por lámparas enormes de cristal.

- Lluna, te presento a la familia Cullen: ellos son Carlisle, Esme, Edward, Bella, Rosalie, Emmet, Alice y Jasper. Familia, os presento a Lluna.

- Hola Lluna, en nombre de todos te doy la bienvenida a esta casa. – Habló Carlisle con gesto cordial. Avanzó unos pasos y me ofreció su mano, Jacob me acompañó en el avance y estiré mi mano para juntarla con la de Carlisle. Al estrecharla pude sentir la fría, dura y suave piel que tenía. La piel de un vampiro. Al separar la mano la comparé con la otra que estaba sujetada por la de Jacob, tan cálida. Todos los vampiros me miraban, estaban esperando que hablara.

- Es un placer conoceros.- No pude decir más, no tenía palabras.
Me faltaba alguien en esa sala para completar la familia. Renesme. ¿Dónde estaba la hija de Edward y Bella? Por encima del hombro de ellos miré a ver si veía a una pequeña y dulce criatura, pero no había nadie. Pude ver como Edward negaba con la cabeza y se tocaba el pelo con una mano.

- ¿Buscas algo, Lluna?- Me estaba hablando Esme.

Yo no sabía si lo que había leído en la saga era del todo cierto, a lo mejor, después del libro de Amanecer, había ocurrido algo con ella y por eso no estaba aquí, o mi presencia no le gustaba y decidió ausentarse. Jacob tenía que responderme muchas cosas antes de poder preguntar por ella.

- No, no busco nada, - mentí- estaba observando lo preciosa que es esta casa. – en eso no mentía.

- ¿Te gusta? – Con mis palabras de elogio al hogar a Esme la hice muy feliz- No hemos tenido mucho tiempo para poder decorarla, nos faltan muchas cosas. Jacob, ¿por qué no le enseñas el resto de la casa a Lluna?, la comida no está lista todavía.

- Eso está hecho. Lluna, ven, te haré un tour por la casa.


Jacob estiraba de mi mano, yo estaba estática mirando a los vampiros que tenía delante, todo esto era tan irreal. En el mundo en el que me había criado estas cosas sólo pasaban en los libros y las películas. Jacob me abrazó por la cintura, pegándome a su cuerpo, obligándome a andar. Subimos unas escaleras que estaban a nuestra izquierda.

- ¿Va todo bien, Lluna?, pareces una estatua.

- He estado fatal, soy una idiota, parecía que no sabía hablar. Qué vergüenza, por favor. ¿Qué van a pensar de mí?

- Tranquila, ayer hicieron apuestas, apostaron a que ibas a reaccionar como una fan histérica. La reacción que has tenido es mejor que la que ellos pensaban.

- En resumen, para la familia Cullen, ahora mismo, soy una fan histérica, idiota y sin vocabulario.

- Yo no creo que ellos te vean así, es normal como has reaccionado. Necesitas tiempo para acostumbrarte a esto, yo todavía estoy trabajando eso.


Jacob comenzó a enseñarme la casa. Íbamos andando por un largo y ancho pasillo, a un lado había grandes ventanales con vistas a un jardín lleno de flores y plantas de muchas clases y colores, en medio de éste se encontraba un pequeño estanque. Al otro lado del pasillo se encontraban las puertas de las habitaciones, por cada una que pasábamos me decía de quien era. Cada pareja tenía su cuarto, lavabo y vestidor. Llegamos al final del pasillo, donde había otras escaleras que bajaban. Abrió la puerta que estaba al lado de ellas.

- Este es mi cuarto – Me dijo invitándome a pasar.

Era una habitación muy espaciosa y cuadrada, no estaba muy decorada, había un armario de 5 puertas, un escritorio alargado con un ordenador portátil, cuadernos de hojas y un lapicero. En un extremo de la habitación había un baúl de madera, al lado de éste había una puerta entreabierta por la cual se podía ver un baño. En el centro de la habitación había una cama gigante. Tenía puesta una colcha verde claro con tonos amarillos que hacían juego con las cortinas de la ventana.

- Tienes una habitación muy bonita, me encanta la cama. –dije sentándome en ella, Jacob se sentó a mi lado.

- Antes se veía vacía, pero al entrar tú la has completado.


Jacob me miraba, en sus ojos pude ver un toque de lujuria, ¿o eran el reflejo de los míos? Me cogió con sus grandes manos por los hombros y me apretó a él. Nuestras respiraciones estaban agitadas.
Sus labios me llamaban desesperadamente, no quise alargar el momento, junté nuestros labios con pasión. Nuestras bocas se movían desesperadas, buscándose, cuando chocaban saltaban miles y miles de chispas. Con mucho cuidado me tumbó en la cama, él quedó encima de mí, apoyando todo su peso en un brazo; a la mano que le quedaba libre, le dio trabajo acariciándome la pierna. Su mano estaba dudando si tenía que subir por debajo del vestido. Nuestras bocas estaban sincronizadas y se abrieron dejando paso al juego de lenguas. Mis manos fueron a su espalda, agarrándome fuerte. Sus besos cálidos y apasionados estaban acalorándome cada vez más, estaba desbocada, no tenía suficiente con lo que me estaba dando, quería más y más. Curvé mi espalda de placer, en ese momento Jacob dejó mis labios para dedicarse al cuello, con cada beso dejaba un rastro húmedo y caliente. Me estaba poniendo a mil. Mordí los labios para impedir salir los gemidos de placer. Necesitaba algo con que tapar mi boca, como desesperada comencé a buscar sus labios, él entendió el gestó y juntamos las bocas entrelazando las lenguas.
Mis manos pasaron por debajo de su camisa, tocando todos los fuertes músculos contraídos. Apretó su entrepierna con la mía, pudiendo sentir toda su excitación, su gran excitación. Soltó un gemido dentro de mi boca. “Perrito caliente, tenemos perrito caliente”, se escuchó una fuerte voz en el piso de abajo, ya no me acordaba donde estaba, era muy fácil olvidarse de algo teniendo a Jacob junto a mí, y en una cama. Paramos de besarnos, esperando que se calmaran nuestras respiraciones. Se levantó y se sentó en el borde de la cama dándome la espalda. Yo seguía tumbada en la cama recuperándome.

- ¡Jacob, qué vergüenza!, si ya pensaban mal de mí ahora voy a quedar como una calentona. Viva las primeras impresiones. Qué vergüenza, me quiero morir. – Tapé mi cara con la almohada.

- No seas tonta, - dijo destapándome la cara- no te tienes que avergonzarte por cosas normales y naturales.

- No es por eso, es porque estamos en una casa llena de vampiros y están escuchando todo lo que hacemos y eso sí que no es normal ni natural.

- Me ha tocado escuchar cosas peores, ahora que se fastidien ellos.

Me levanté de la cama, me puse de pie delante de Jacob.

- Bueno, vamos a bajar y pasar la vergüenza lo antes posible. – Jacob estaba sentado cogiendo la almohada con la mirada perdida.- ¿Me has escuchado?

- Sí, sí pero… necesito unos minutillos.- bajó su mirada a la almohada que le estaba tapando la… ¡oh!

- Son muy bonitas las cortinas. – Mejor hablaremos de otras cosas.

- Bueno, sí, las eligió Esme.

- Y la colcha hace juego con ellas.

- Sí, también la eligió Esme.

Pasaron unos minutillos para que una parte del cuerpo de Jacob volviera a su tamaño normal.

- ¿Preparada para seguir con el tour?- Preguntó Jacob.

- Estoy preparada para seguir y morirme de la vergüenza allí abajo.

- No voy a dejar que te hagan sentir así – Dijo abrazándome por la cintura y empujándome hacia la puerta.


Bajamos las escaleras y nos encontramos un pequeño salón con dos puertas cerradas. Esta sala sólo constaba de una pared, las otras tres eran grandes ventanales de vidrio que daban al exterior con vistas al bosque. Había un sofá gris y dos butacones grandes del mismo color y, en medio de ellos, una mesa de cristal con un tablero de ajedrez. Jacob me dijo que detrás de la puerta de la izquierda estaba el despacho de Carlisle. Abrió la otra puerta que daba a un pasillo, hasta el momento -para mi gusto- era la parte más hermosa de la casa. Había grandes medios arcos de piedra con ventanas con marcos de madera que daban al jardín. Era un espació rústico con todas las paredes forradas de piedra. Seguimos andando por el pasillo y nos encontramos una puerta abierta. Jacob, haciendo una reverencia, me invitó a que pasara, se le veía muy cómodo con toda esta situación, yo, por el contrarío, me exalté cuando entré y vi lo que había dentro.


Allí se encontraban tres personas, mejor dicho, tres vampiros de la familia Cullen. Bella y Rosalie estaban sentadas en dos grandes sillas de oficina de cuero negro, ante un escritorio enorme donde había 3 ordenadores, estaban trabajando en algo delante de un ordenador. Emmet estaba sentado en un sofá de piel blanca jugando a un videojuego de coches. Las dos chicas se giraron para darme un repasó de arriba abajo, me hicieron sentir incomodas.


Emmet se levantó del sofá y se acercó a nosotros, era más alto y musculoso que Jacob. Mi primera reacción fue retroceder un paso, medio escondiéndome detrás del cuerpo de Jacob cuando vi de tan cerca a ese gran hombre. Cuando le miré a la cara tenía una sonrisa pilla muy divertida que me tranquilizó y me hizo salir de mi escondite. Con esa cara de bonachón y los hoyuelos marcándose en la comisura de los labios no podía sentir miedo.

- ¿Qué te parece la casa, Lluna? – Me preguntó Emmet.

- Es una casa muy grande y preciosa. – Le respondí con la voz temblorosa. Aunque ya no tuviera miedo de ellos, todavía estaba nerviosa por lo que podrían pensar de mí.

- Está quedando muy bonita, tenemos a unas profesionales de la decoración en la familia. ¿Qué tienes ahí en la cara, Jacob? – Se puso delante de nosotros dos, me giñó un ojo y le señaló la cara. Yo miré hacía donde señalaba, hizo un movimiento rápido que casi no pude percibir y lamió la cara de Jacob. – Sabes igual de mal, perrito caliente, debería probarte con mostaza y kétchup, aunque a ella le gustas más al natural, ja,ja,ja.


Me moría de la vergüenza, sentía arder mi cara. Jacob con repulsión limpiaba la cara con el puño de la camisa. Rosalie comenzó a corretear alrededor del sofá escapándose de los besos de Emmet a grito de “cómo pudiste chupar al chucho, no me vas a besar en semanas”. Emmet correteaba detrás de ella sacando morritos “oh nena, déjame que te de un besito sabrosón”. Emmet se lanzó encima de ella tirándola al sofá y besándole los labios, Rosalie, con cara de asco, intentaba desprenderse del gran cuerpo de Emmet sin resultado.

- Mirar la cara de Lluna, se está convirtiendo en Kétchup para el hot dog. –Decía Bella entre carcajadas. En ese momento actué a la defensiva sin pensar lo que decía.

- Al menos mi vida sexual no aparece en libros juveniles. – Dije en tono burlón.

- Esa es buena Lluna, chócala. – Jacob me dijo chocando nuestras manos por arriba y abajo, como los pandilleros.

Me di cuenta de lo que había dicho cuando vi la cara de rabia que tenía Bella y sus puños cerrados, con mirada asesina miró a Jacob y salió por la puerta muy molesta.

- ¿La he pifiado, verdad?

- Un poquito – Me contestó Jacob intentando silenciar su risa.


Emmet y Rosalie se estaban carcajeando. Las risas de todos retumbaban en la habitación haciéndome sentir fatal por haberle dicho eso a Bella. Salí en busca de ella, no la conocía y yo le acababa de hacer una broma de mal gusto ¡viva las primeras impresiones! Acabo de quedar como una imbécil. La vi sentada en el banco del jardín. Jacob, con mirada culpable, asintió con la cabeza señalándome la puerta que daba al patio. Abrí la puerta, dándome en la cara el aire frío y fresco de la montaña. Con paso cauteloso me acerqué a donde estaba ella, tenía que arreglar esta situación. No me podía llevar mal con la mejor amiga de Jacob.

- ¿Me puedo sentar contigo, Bella? – Le pregunté en tono bajo.

- Adelante, ahora esta es también tu casa. – Me respondió irritada. Pensé bien las palabras que dije a continuación.

- Siento mucho lo que te he dicho allí dentro. Perdona si te he podido molestar, he actuado a la defensiva.

- No pasa nada, creo que he sobreactuado un poco.- Dijo mirándome con tristeza- Perdona tú también, me he tomado un poco de confianza sin conocernos, Jacob me ha hablado tanto de ti que es como si te conociera.

- Me gustaría decir lo mismo, pero Jacob no me ha contado nada de vosotros. No tenía derecho a decirte eso. – Sólo los conocía por unos libros que ahora mismo no tenían sentido ninguno.

- Entonces nos tendríamos que presentar de nuevo y comenzar a conocernos sin intermediarios. Hola, soy Bella.- Dijo extendiendo su mano.

- Encantada, soy Lluna. –Dije estrechándole la mano. Su tacto era igual al de Carlisle; suave, frío y duro como una piedra. Su piel era blanca como una perla, nunca antes había visto a nadie tan pálido, los albinos tenían un tono más moreno que ellos. No me di cuenta que llevaba un buen rato cogiéndole la mano y observándole la piel hasta que ella agachó la cabeza y me miró con cara divertida, solté el agarre. – Perdona, no era mi intención, esto es nuevo para mí.

- Tranquila, a mí me pasó lo mismo la primera vez. – Me contestó entre risas. Comencé a escuchar una melodía de piano que bien conocía de estos últimos días, con la mirada busqué de donde provenía la música.- Adelante, te están buscando para responderte algunas dudas.

- ¿Algunas? – Yo tenía un montón de preguntas, y quería saber las respuestas ya.

- Sabrás el porqué pensabas que estabas loca estos últimos días. – Dijo Bella mirándome, sus ojos eran de un color muy parecido al oro líquido, preciosos y hermosos como toda ella.- Las demás respuestas las tendrás cuando Jacob tenga el valor suficiente de contarte. – Su voz era dulce y calmada- ¿Lluna, me estas escuchando?

- Sí, sí, perdona, creo que me has… Deslumbrado- dijimos las dos al unísono y comenzamos a reírnos.

- Tranquila, es normal que te pasen estas cosas, sólo eres una humana. Ve dentro, te están esperando.


Me levanté dándole a Bella una mirada de gratitud y seguí el sonido de la melodía, se escuchaba dentro de casa. A mitad del recorrido unos pasos se escucharon detrás mío, Jacob estaba a un metro con cara preocupada, fui donde estaba él y le di un suave beso y la más sincera de mis sonrisas contestándole a su preocupación, él lo entendió y me contestó igual. Nos dimos la mano y me llevó dónde venía la armonía.
Entramos dentro de casa, estábamos otra vez en el salón principal. En una esquina de éste, había un gran piano de cola blanco marfil en el que Edward tocaba la canción Can't take my eyes off you; a su lado, estaba sentada Alice haciéndome gesto de invitación. Tímidamente me acerqué a ellos acompañada por Jacob y la espalda protectora de él. Edward y Alice tenían una mueca divertida en sus caras. Cuando estuve junto al precioso piano Edward tocó unos tonos más bajos para hablarme.

- Lluna, Alice y yo queríamos pedirte disculpas por haberte asustado estos días. Pero no era esa nuestra intención. Lo que nosotros intentábamos era que comenzaras a familiarizarte en un mundo que no estabas acostumbrada vivir. – Dijo, su voz era preciosa. El otro día con la música de la discoteca no lo pude apreciar bien.

- Pues conseguisteis todo lo contrario, pensaba que me estaba volviendo loca.

- Sabemos que te sentías así, por eso no quisimos alargar más el momento del encuentro.

- ¿Qué encuentro?

- El que vio Alice en sus visiones – Me contestó Edward, dándole la palabra a Alice.

- Hace un tiempo, Lluna, te vi en unas visiones no muy claras que tuve de Bella. Edward y yo comenzamos a indagar, estudiamos las pistas que aparecían en ellas como el paisaje, nombres de calles, familiares tuyos que nos pudieran dar pistas. Tras largas investigaciones conseguimos encontrarte rastreando el numero de la matricula de tu coche.


Quedé estática, sus investigaciones eran más irreales que en la serie de CSI. Ellos comenzaron a impacientarse, estaban aburridos esperando mi respuesta, pero ¿qué les iba a decir? ¡Sorpresa, estoy aquí, felicidades, me habéis encontrado!
¿Porqué me había visto Alice en sus visiones?, Bella me comentó que ellos me explicarían algunas dudas, pero Jacob me había dicho que cuando fuera el momento adecuado él me respondería todo lo que quisiera. Pero mi curiosidad podía más.

- Alice, ¿cómo que me vistes en tus visiones?

- Eso también me gustaría saberlo, no sé por qué te vi. Tu futuro está muy ligado a un licántropo y no puedo verlo bien. Cada vez lo veo más oscuro.

No me lo podía creer, tenía una respuesta, pero esa me conducía a más dudas. Edward y Alice me miraban otra vez igual, esperaban que hablara. Me costaba reaccionar ante tantas fantasías.

- ¿El primer día que recibí vuestra visita fue en mi casa, a principios de esta semana? –los dos asintieron con la cabeza - Creo que lo de sigilosos es una habilidad que tenéis sobrevalorada.

El primer día que vinieron a espiarme estaba en casa merendando y leyendo. Fui a la cocina un momento y escuché un ruido, luego se escuchó música en mi cuarto, más tarde un ruido en el tejado.

- Somos muy sigilosos – Me dijo Edward y desapareció de mi vista, comencé a buscarle con la mirada por toda la gran sala, pero no conseguía verlo en ningún lado, “esa es una de nuestras habilidades” dijo una suave voz en mi oído. Edward se encontraba detrás mío, me sobresalte y agarré con las uñas el piano.- Lo siento, Lluna, jajajaja pero me encanta las reacciones que tenéis los humanos. Cuando estuvimos en tu casa intentamos ser lo más cautelosos posibles, no queríamos tener un contacto tan directo. Pero con la ceguera de Alice y mi sordera, éramos como dos invidentes sin bastón. Estábamos investigando a ciegas. Por cierto, Alice era la gata en celo, jajajaja.

- ¿Sordera?, el oído también es una habilidad sobrevalorada.

- Podría decirte ahora mismo que ritmo cardiaco tienes que, por cierto, es bastante elevado. Lo que quería decir es que no puedo leer bien tus pensamientos. – Eso me daba ventajas, un miedo menos, podía pensar sin sentirme avergonzada por mis pensamientos.- Tu mente es como escuchar una radio mal sintonizada. Es bastante molesto, tus pensamientos son interferencias, te escucho entrecortada.


Me sentía más tranquila al saber que no estaba loca, que todo era real y no fueron imaginaciones. Estaba más aliviada, ya no estaba tan nerviosa. Pero me sentía intranquila, mi cuerpo no se relajaba, sentía frio, me faltaba algo. Jacob, ya no está a mi lado

- Se fue, no le gusta que hablemos contigo de estas cosas. - Sentí una presión en el pecho, yo no quería que Jacob se sintiera mal.- Ve a buscarle, está fuera en la calle.
Me dirigí a la puerta de salida, una nueva pregunta se me ocurrió. Me acordé de la noche en que los vi a ellos montados en un coche, fue la segunda vez, pero antes había estado en casa de Laura, dios, qué vergüenza, ahora una nueva caracterización: Lluna es una alcohólica.

- ¿Cuando estuve en casa de mi amiga vosotros por casualidad estabais por allí cerca? – Les pregunté en voz baja y muerta de vergüenza.

- Sí, estábamos en el balcón, subimos escalando por la pared. Por cierto cantas muy bien Lluna, I love you baby and if it's quite all right, I need you baby to warm the lonely nights.... – Cantó Alice con voz preciosa, como los ángeles celestiales, yo salí por la puerta sonrojada.


Fuera hacía mucho frío, las nubes estaban bajando de las cimas, llevaban mucha humedad y se pegaba en la cara. No podía ver a más de 2 metros, la niebla era muy densa. Caminé un poco y justo en la entrada del bosque vi la silueta de Jacob. Fui poco a poco hacia él, estaba de espaldas estático en el sitio mirando fijamente la oscuridad del bosque, lo cogí por la cintura. No se sobresaltó, seguro que me había escuchado. Me puse de puntillas para darle un beso en el cuello.

- Jacob, no quiero que te sientas así. Ya te dije que esperaría a que tú me contaras toda esta historia. Y yo, como te dije ayer, te voy a respetar.

Jacob se giró quedando de cara. La tenía mojada, y no era de la humedad, su sonrisa había desaparecido. Pero no estaba enfadado, más bien era tristeza. Limpié su cara con la palma de mis manos. Él cerró los ojos y, a tientas, fue a buscar mi boca acertando a la primera. Sus besos ahora eran diferentes a los de esta mañana, o los de hace un momento en su habitación. Sus besos llegaron a tocar mi corazón, dando punzadas de dolor. Un dolor que hacía que costase respirar, no quería besos así. Se separó de mí dejando de sentir esa mala sensación, pero a la vez quería que me volviera a besar, sus besos agridulces sabían mejor que nada, me dio una fingida sonrisa.

- La comida está lista, vamos a comer.


Entramos otra vez en casa, ahora la sala estaba vacía. Fuimos al fondo del salón y Jacob abrió una enorme puerta corredera. Nos encontrábamos en la cocina; el espacio estaba dividido en dos, una parte era la cocina en sí y la otra era un comedor con una mesa para unos 10 comensales. Olía fenomenal, un montón de olores había en la cocina: patatas, carne, pescado, verdura al horno…. Y no me equivocaba, en la encimera había toda clase de platos ya preparados: pollo al horno con verduras, pescado y mariscos a la plancha, diferentes tipos de pasta con salsa de todas clases… parecía un buffet libre de un hotel. Esme estaba sacando del horno unas patatas asadas y Carlisle estaba preparando una gran ensalada.

- ¿Todo esto es para nosotros, Jacob?- Los únicos que comíamos este tipo de alimentos en la casa sólo éramos nosotros dos.

- Sí, Esme se ha pasado parte de la noche y esta mañana cocinando. Ayer me olvidé preguntarte cuales eran tus platos preferidos. –Esme dejó la bandeja en la encimera y me dio una preciosa mirada llena de cariño, su cara embriagaba amor.

- Muchísimas gracias Esme por haberte tomado tantas molestias. Seguro que todo tiene que estar buenísimo, huele fenomenal.

- Gracias, querida. Come todo lo que quieras y, si quieres otra cosa, no tienes más que decirlo. Vayan a sentarse y ahora les llevamos la comida.

- No hace falta, ya lo llevamos nosotros, tú has trabajado mucho.

- ¡Oh, no, Lluna! no vamos a consentir eso. Hace muchísimo tiempo que no recibimos invitados y queremos hacerlo como es debido – Dijo Carlisle.

- De acuerdo, pero al menos déjame ayudaros.


Ayudé a Esme y Carlisle a poner la mesa, bueno, sólo me dejaron llevar una bandeja de comida, el resto lo pusieron con la ayuda de Jacob. La comida estaba buenísima, no entendía como alguien que no come desde hace décadas podía hacer algo tan sabroso.

- Jacob, me da pena dejar tanta comida, pero creo que, si como más, voy a reventar.


– En la mesa quedaba comida para unas 6 personas.

- No te preocupes, las sobras me las comeré esta noche. ¿Qué te apetece de postre?
- ¿Postre?, ya no puedo comer más. – Diciendo esto Alice y Jasper entraron por la puerta de la cocina.

- ¿Qué tal, Lluna, tú primer día en casa de la familia Cullen? – Me preguntó Alice. De repente me encontré muy relajada.

- Bien, muy bien. Mi cerebro todavía está procesando todo, pero de momento parece que he recuperado el habla.

- Sí, eso parece. – Respondió Alice dando grandes carcajadas.- Cuando hayas terminado de comer ¿te gustaría que te enseñara mi ropa?, por lo que vi en tu casa me parece que tú también eres una apasionada de la moda. Si quieres, te podrías quedar con algunas prendas que yo ya no me pongo.


Estaba a punto de responder con un sí, cuando Jacob se atragantó con un trozo de pastel que se estaba comiendo. Comenzó a toser, le di un vaso de agua para ayudar a pasar la comida, se lo bebió de un trago. Pareció que funcionó y su cara pasó del rojo a su precioso color moreno.

- Me parece, Alice, que a Jacob no le gusta mucho esa idea; mejor lo dejáis para otro día. – Dijo Jasper. Jacob le dio una mirada de gratitud.

- Sois unos aguafiestas, seguro que a Lluna le encanta la idea. – Contestó Alice haciendo pucheros a Jasper.

- Me parece muy buena idea Alice, pero no quiero que Jacob se atragante con su propia saliva. – Jacob se cruzó de brazos y me sacó la lengua, yo le contesté igual- Te prometo que otro día hago una pasarela de moda con la ropa que tienes en tu vestidor.

- Te vas arrepentir de la promesa, Lluna. – Dijo Jasper señalándome con un dedo.- Por cierto Jacob, Emmet me ha dicho que te espera en el salón, le debes una revancha.

- Es cierto, pero no hace falta que juguemos, esa partida la tiene más que perdida. – Contestó Jacob con tono de sabiondo.

- Me gustaría verte jugar, así veré si eres tan bueno como dices.

- ¿No te lo crees? Estás hablando con el número 1 de las carreras virtuales.- Me dio una sonrisa de medio lado y guiñó un ojo, ¡dios, que sexy!

- Pues vamos a ver eso, pero primero recogemos la mesa.

Alice y Jasper se fueron avisar a Emmet. Jacob y yo recogimos toda la mesa, Esme no nos dejó limpiar los platos y nos mando al salón donde nos esperaba Emmet.

- ¿Preparado hot dog para ver como desciendes de tu primer puesto? – Dijo el grandullón de Emmet cuando nos sentamos en el sofá de piel color arena.

- Estoy preparado para humillarte en público.

Parecían dos niños pequeños, Jacob jugaba mordiéndose la lengua y Emmet estaba muy concentrado mirando la gran pantalla. Al final ganó Jacob –la verdad, sí que jugaba muy bien-, con gesto de vencedor levantando los brazos, dio un saltó del sofá y se plantó delante del enfadado Emmet.

- Suelta la pasta osito, te dije que te iba a ganar. – Emmet molesto sacó del bolsillo unos cuantos billetes y se los dio a Jacob. – Ya te dije, Lluna, que soy muy bueno jugando a esto.

- Sí, bueno. –Dije no dándole importancia.

- ¿Crees que podrías ganarme? – Dijo poniendo otra vez la misma sonrisa de antes.

- No sólo eso, creo que podría ganaros a todos. – Les dije poniéndome en pie y cogiendo el mando que había libre encima del mueble.

- Eso me gustaría verlo, yo me apunto al juego. Y apuesto por Lluna. – Dijo Emmet poniendo dinero en la mesa.

- Yo también me apunto y apuesto por Lluna. – Dijo Jasper poniendo dinero también.
- No hagan apuestas muchachos, van a perder, conmigo no puede nadie.- Les contestó Jacob poniendo dinero – Ya pongo yo la parte de Lluna.


Nos sentamos todos enfrente del televisor. Hacía años que no jugaba a un videojuego de coches, la última vez que jugué fue al Mario Car de la Wii, y éste era muy diferente. Comenzamos eligiendo coches, yo quería coger un escarabajo amarillo muy gracioso pero Jacob no me dejó, decía que ese coche era el más lento de todo el juego, a mi me parecía un coche muy divertido. Comenzó la partida con la cuenta atrás, nada más salir de la meta me choqué con el muro de protección, cuando conseguí volver a arrancar me choqué contra el otro muro. Después de salir por fin de la primera recta sin más choques me encontré con una curva muy cerrada, yo iba a gran velocidad y me salí. Detrás de mí escuchaba muchas risas cuando giraba mi cuerpo como si estuviera dentro del coche. Cuando completé la primera vuelta los demás le faltaban medio circuito para completar la carrera. Jacob quedó primero ganando todo el dinero. Yo seguía jugando, me faltaba una vuelta para completar la carrera.

- Si quieren pueden hacer otras cosas mientras llego a la meta.

- Estabais compinchados. – Dijo Emmet resignado, acababa de perder la segunda apuesta de la tarde.

- Yo pensaba que Jacob iba a desconcentrarse teniendo a Lluna a su lado, y eso que lo he intentado poner nervioso, pero no ha funcionado. – Le contestó Jasper cruzando los brazos en el pecho, Alice se sentó a su lado y le dio un beso.

- Lluna, yo también soy mala jugando a esto. –Dijo Alice cogiendo otro mando – Ahora vamos a jugar pero con el coche que ha dicho ella antes, a mí también me parece muy gracioso, pero esta vez sin apuestas, sino vais a desplomar a Emmet.

- Este juego se está convirtiendo en un videojuego de nenas, pero puede ser divertido ver como pierden todos. – Nos dijo Emmet señalándonos a cada uno.

Empezamos a jugar todos con el escarabajo, Jacob estaba enfadado con el coche, decía que no corría y que por eso iba penúltimo. Quedé la primera, se vio claramente que me dejaron ganar porque las otras partidas siempre quedaba de las últimas.
Pasamos toda la tarde entre juegos y risas, no me di cuenta de la hora que era hasta que Esme me pregunto si quería cenar.

- Gracias Esme pero me tendría que ir a casa, es muy tarde y mañana tengo que trabajar.

Me despedí de toda la familia Cullen agradeciéndoles su invitación, después Jacob me llevó a casa. De camino me pregunto cómo había pasado el día, reímos mucho hablando de Emmet y cómo Jacob le hacía rabiar con los videojuegos. Llegamos a casa, Jacob abrió la puerta del copiloto ayudándome a salir, me acompañó hasta el portal de casa.

- Espero que te lo hayas pasado bien Lluna, descansa que hoy ha sido un día muy largo y mañana tienes que trabajar. – Jacob, estaba hablándome con la mirada perdida, sus pensamientos estaban muy lejos de aquí. Yo no quería que se fuera ya, no quería que se fuera así.

- ¿Va todo bien?- Le pregunté buscándole la mirada, él esquivó el contacto visual. Su actitud era parecida a la de este mediodía cuando salí a buscarlo fuera de casa.

- Sí, va todo bien, no te preocupes. ¿Quieres que mañana te lleve a trabajar?

- Me gustaría mucho, así tendré un buen motivo para despertarme un lunes y comenzar con buen pie la semana. – Jacob me dio una pequeña sonrisa, pero la alegría no llegó a sus ojos.

Nos despedimos dándonos un beso, un beso que otra vez le dio una descarga de dolor a mi corazón. Me costaba respirar. Jacob se separó de mis labios dándose media vuelta y se fue a su coche. Al irse se llevó una parte de mí, me sentía vacía. Arrancó el coche y chirriando ruedas desapareció por la calle.

Fui dentro de casa, estaba toda mi familia cenando en el comedor. Me senté con ellos en la mesa y les conté como había ido mi día, otra vez les tuve que mentir, no les podía contar toda la verdad. Con la escusa del cansancio me fui pronto a dormir.
Una vez estuve metida en la cama pensé en todo lo que me había ocurrido hoy. Había conocido a la familia Cullen, los personajes de la saga Crepúsculo. Ahora sí que estaba segura, lo que estaba viviendo era real y no una fantasía. Todas las cosas extrañas que me habían ocurrido días atrás, ahora tenían una explicación. Pero sólo había sacado unas pocas respuestas y esas me daban que pensar más preguntas. Mil dudas pasaban por mi cabeza. ¿Qué significaba yo para él? ¿Acaso era su imprimación ahora? ¿Dónde estaba su antigua imprimación sí realmente existía Renesme? Jacob se sintió muy incómodo con mi curiosidad cuando Edward y Alice me contaron la verdad, yo no quería que él se sintiera así. Me dolía verlo de esta forma, me dolía cuando me besaba, sentía como si fuera el último beso que nos íbamos a dar.


lunes, 31 de enero de 2011

7. Veredicto

!Hola a todo el mundo!, aquí está el capítulo 7. Veredicto. Quiero comentarles que por fin ya tengo Banner (Sí les gusta la historia y quieren compartirla con más gente pueden poner mi banner en sus blogs) XD. Gracias MaRiia por ayudarme a crearlo, les recomiendo que visiten su blog; tiene grandes historias que seguro les gustaran: letrasdehieloyfuego21.blogspot.com/

Dejen comentarios en este capítulo, sus links para visitarlas y hacerles publi en mi apartado de afiliados. Gracias por todas las visitas y comentarios, me están alegrando cada día, espero no defraudarlas con la historia. Saludos Áuryn.
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- Lluna, Lluna, cariño, despierta.


Mi padre me llamaba. Me había quedado dormida en el sofá, estaba muy cómoda y se sentía muy bien el calor. El calor del cuerpo de Jacob. ¡Oh no!, me había quedado dormida con Jacob, y por los ronquidos que estaba escuchando, él también lo estaba. Intenté levantarme pero me fue imposible, Jacob me cogía por la cintura y era difícil desprenderme de su agarre.

- Tu madre y yo vamos a cambiarnos de ropa. A ver si, para cuando hayamos bajado, has hecho posible apagar esa máquina de ronquidos que tienes a tu lado.

Mi padre subió las escaleras riéndose. Miré a Jacob, se veía muy relajado y en un profundo sueño. Sus ronquidos eran muy fuertes, no entiendo como he podido dormir con ese ruido. Lo llamé pero no se despertaba. Lo volví a llamar. Tenía sus labios a escasos centímetros, tan apetecibles como esta tarde, deseaba besarlo. Con la yema de los dedos le toqué los labios, suaves, ardientes, y yo, ardiendo en deseo. Me apretó a su pecho, me estaba aplastando, costaba respirar.

- Jacob, Jacob despierta, no puedo respirar. – Se sobresaltó un poco y abrió los ojos.

- Perdona, ¿te echo daño?

- No, pero me gustaría tener un poco de espacio para poder respirar. –Liberó su agarre.

- Lo siento. ¿Nos hemos quedado dormidos? – Dijo estirando los brazos.

- Sí, y mis padres acaban de llegar a casa.

- ¿Qué dices?- me hizo a un lado y se puso en pié.- Esta no es manera de presentarse, yo aquí, dormido en tú sofá, ¿no me habrán visto? , ¿qué van a pensar de mí? – Se le veía nervioso.

- Tranquilo, creo que les has caído bien. Si no fuera así ya te habrían echado de casa este medio día, o ahora.

- Eso es buena señal.

- Intenta no pifiarla ahora en el interrogatorio. Mis padres te van hacer bastantes preguntas y, si quieres volver a entrar en mi casa, a ellos sí que les tienes que responder.

- Entendido, pondré cara de buen chico. Tengo mi cuartada bien aprendida, puedo responder a cualquier pregunta.

- Vale, pero quita esa preciosa sonrisa de tu cara si no quieres que mi madre se enamore de ti también.

- ¿Te tengo a ti enamorada? – Preguntó haciéndome presa entre el respaldo del sofá y sus brazos fuertes, marcándose todos los músculos en su camiseta. Tenía su cara muy cerca de la mía, cada vez era más difícil resistirse besar sus labios carnosos.

- Creo que se me nota bastante. Nunca antes había sentido algo tan fuerte por alguien.

- Espero que tú también percibas todo lo que siento por ti, aunque creo que es imposible. Es demasiado intenso, ni te lo puedes imaginar.

Su aliento dulce me hipnotizó deseando besarle. Apoyó su frente en la mía, rozó su nariz en mi pómulo, nuestros labios estaban separados por unos malditos milímetros. Cuando quisimos romper esa separación se escucharon unos pasos bajar las escaleras. Jacob resopló y se puso erguido. ¿Es que siempre nos tenían que interrumpir en estos momentos? Me levanté del sofá y fui a su lado, le cogí la mano. Los dos nos miramos sonriendo. Mis padres llegaron al comedor, era el momento de las presentaciones.

- Papá, mamá, este es Jaco… - Jacob dio un apretón en mi mano-, Jackson, él es Jackson. Jackson ellos son Manuel y Paloma, mis padres.

- Es un placer conocerles, señores.- Jacob les dio la mano a los dos sin soltar la otra de la mía.

- Para nosotros también es un placer conocerte, despierto. –Qué chistoso mi padre. Jacob se sonrojó- Es una broma muchacho, vamos a tomar asiento en el sofá.


Mi padre se sentó en el butacón, bueno su butacón, la espuma de éste ya tenía la forma de su cuerpo. Mi madre se sentó en la esquina del sofá más cercana a donde estaba mi padre. Yo me senté al lado de ella y Jacob a mi lado. Sus manos estaban sudorosas, estaba nervioso. Me giré a él y le guiñe un ojo, me respondió con una pequeña sonrisa.


Comenzó el interrogatorio, Jacob respondía pregunta tras pregunta. Las contestó sin ningún problema, se sabía su historia de memoria. Según pasaban los minutos se le veía más tranquilo.


Mi madre, como buena anfitriona, nos sirvió unos refrescos y algo para picar. Jacob bebió de un trago toda su bebida, tenía la boca seca de tanto hablar. Terminó el interrogatorio y comenzó la parte del respeto y la protección. En esta parte, Jacob se veía de acuerdo con todo lo que decían mis padres. Olga y Javier entraron a casa.

- Hola, he venido a buscar la bolsa de la ropa, me la he olvidado esta mañana. ¡Oh!, tenemos a un forastero en casa. Hola, soy Olga la hermana de Lluna y él es mi prometido, Javier. – Jacob se levantó del sofá y se presentó a ellos. – Qué, Jackson, ¿cómo llevas el interrogatorio?

- Bien, por lo que me había contado Lluna pensaba que iba a ser peor. – Todos me miraron.

- ¿Qué pasa?, esto es un poco incomodo para nosotros. Sino, que se lo pregunten a Javier, el pobre, cuando le tocó en su momento, tuvo que ir al baño a devolver de los nervios que estaba pasando.

- Pero no fueron los nervios, es que me sentó mal lo que estaba comiendo. – Nadie le creyó.

- Sí, claro, -le contesté- el medio vaso de agua que bebiste te empachó y te sentó mal.

Comenzamos a reír, la risa de Jacob era la que más se escuchaba. El tema de conversación pasó a tener como protagonista a Javier y su primer día en casa de los Rodríguez. La verdad es que su presentación en la familia fue de lo peor que he visto nunca.


Pedimos unas pizzas para cenar. Seguimos hablando de las cagadas que hizo Javier; cuando lo conocimos tiró el jarrón de la abuela rompiéndolo en mil trozos, derramó un vaso de agua en el sofá, vomitó en el lavabo varias veces y una más en la entrada de casa. Por suerte, con el paso de los años se fue sintiendo más cómodo y dejando de hacer destrozos en casa.

- Muchas gracias, familia, por invitarme a cenar, pero es muy tarde y me tengo que ir. Ha sido un placer conoceros a todos, despierto.

- El placer ha sido nuestro Jackson, vuelve cuando quieras, estas invitado. – Mi padre tenía una gran sonrisa en su cara, señal que Jacob le había caído bien.

Jacob se despidió de todos, le acompañé a la puerta, quedándonos solos.


- ¿Qué tal he estado?, nunca me había presentado a la familia de nadie.

- Perfecto, le has caído bien a todos. – Le contesté.

- Que sepas que mañana te tocará pasar un interrogatorio parecido con los Cullen. ¿Te paso a buscar a las… 12?

- Mejor a las 10, así no estamos tanto tiempo separados. –Odiaba la idea de estar lejos de él.

- Me parece una idea genial, entonces nos vemos mañana a las 10. – Me abrazó, y dio un beso en la frente. Me soltó y abrió la verja de casa.

- ¡Jacob, espera! – Le dije gritando. Si pensaba que se iba a despedirse de esa forma, estaba en un gran error. Cuando se dio la vuelta fui corriendo hacia donde estaba él. -Esta no es manera despedirse.


No le di tiempo a que reaccionara, le cogí por los hombros y me puse de puntillas para llegar mejor a sus labios. Cada vez que habíamos intentado besarnos nos interrumpían, pero ahora nada ni nadie iba a estropear este instante. Junté mis labios con los suyos muy despacio. Estaba deseando que llegara este momento. Le di un beso lento y suave, el cual él respondió. Sus labios sabían a las mil y una maravillas y estaban tan cálidos como todo su cuerpo. Nos separamos cuando noté que me estaba faltando el aire, maldito oxígeno. Aunque debía parar, si no, el beso se volvería más apasionado, y no era el lugar apropiado para montar una escena caliente.


- Esta sí que es una buena forma de despedirse,- Le dije. Jacob estaba con los ojos cerrados, no sé si me escucho- nos vemos mañana, que descanses. – Le di otro suave beso y me fui dentro de casa.


Cuando cerré la puerta saboreé los labios que todavía tenían el sabor de los besos de Jacob. Se escuchó un aullido en la callé, miré por la mirilla de la puerta, Jacob salía por la verja con una gran sonrisa. Fui al comedor, ahora tenía que escuchar el veredicto de mi familia.

- ¿Qué os ha parecido? –Les pregunté.

- Es encantador, – Respondió Olga, se levantó y me dio un abrazo- y guapísimo, disfruta de ese cuerpazo que tiene- dijo en mi oído.

- ¿Y tú, Javier?

- Opino lo mismo que tú hermana. – Olga y yo reímos a carcajadas, al parecer Javier se estaba volviendo gay.- ¿Qué he dicho tan gracioso?


Ahora tocaban las respuestas más importantes, las de mis padres. Con su aprobación todo iría bien. La aprobación de ellos era como dos pilares, si su decisión era firme podría construir un muro bien fuerte de confianza que sería muy difícil de derrumbar. Pero si los pilares se tambaleaban, el muro podría romperse con facilidad ante cualquier error. Si aceptaban a Jacob podría venir a casa de visita, salir con él, no pondrían horarios estrictos. Pero si ponían trabas a nuestra relación, me vería envuelta en una sobreprotección paternal, y esto era muy molesto; restricción de horarios, visitas, normas… Ya había pasado por esto con mis otras parejas, tanta protección llegaba agobiar.

- Papá, mamá, ¿Qué pensáis? – Por favor, que la aprueben, por favor.
Mis padres se miraron, entre ellos no necesitaban hablar con palabras, llevaban mucho tiempo juntos para saber lo que pensaba uno y el otro con sólo una mirada. Mi madre habló primero.

- Jackson es amable, educado, simpático y protector. Os veis muy enamorados. Creo que te va a cuidar mucho. – Le di un abrazo a mi madre. Había construido un pilar bien firme, ahora faltaba el otro.

- Gracias mamá, ¿Y tú, papá, que piensas? – Me senté en el reposabrazos de su butacón y le cogí la mano. Se le veía pensativo.

- Creo que es un buen chico. – Mi padre me sonrió con sinceridad, pero tenía la mirada triste. Besó mi mano.- Bueno, yo me voy a dormir que estoy agotado del baile. Buenas noches a todos.

Mis padres se fueron a dormir, Olga y Javier se fueron a pasar la noche en su futuro piso. Entré en mi habitación y encendí el ordenador. Miré el correo, tenía un mensaje de mis amigas preguntándome por Jackson, les respondí que hoy había venido a visitarme a casa, que nos estábamos conociendo y que mi familia le había dado el visto bueno (todo esto era cierto, sólo les estaba escondiendo la parte que él en realidad era Jacob Black y que todavía no me había explicado el motivo del porqué estaba aquí).

Cerré el correo y abrí la carpeta que contenía mi música preferida. Las canciones estaban clasificadas en carpetas por año, dentro de éstas estaban clasificadas por género, autor y preferencia. Mañana (bueno hoy, ya eran la 1:30 de la madrugada) le regalaría un Cd de música a Jacob, se estaba perdiendo un gran arte. No sabía que estilo le gustaba, sólo me dijo que hacía tiempo que no escuchaba música. Elegí canciones desde los años 80, que era la época en la que había nacido, hasta la actualidad. Descarté la música depresiva. Creo que me pasé poniendo canciones románticas. También puse grandes maestros de la música como Ray Charles, Frank Sinatra, Louis Armstrong… Cuando terminé de agrupar todas las canciones me di cuenta que no cabían en un CD (habían unas 300), me fue muy difícil eliminar la mitad para no sobrepasar la ocupación del CD. Cuando se grabó le puse una dedicatoria “La música es vida, y me gustaría escucharla contigo. Lluna”.


Mañana conocería a los Cullen, los personajes de la saga Crepúsculo y, a lo mejor, ellos me desvelarían algunas dudas. Ellos eran vampiros, ¿cómo se supone que debo actuar si no se porqué estaré allí? ¿Se abrían vuelto vampiros normales y querían mi sangre?, no, no creo, si fuera eso Jacob no habría dejado que fuera, ¿y si Jacob es el que busca alimento? Comida a domicilio, no creo, si fuera así no se habría tomado tantas molestias conociéndome y conociendo a mí familia. Lluna te estás montando una película de terror enorme en la cabeza. No quería pensar en mañana, sino me pondría nerviosa y me costaría mucho dormirme o no dormiría nada. Cogí el reproductor con los cascos y metí el Cd que acababa de hacer. Me fui a dormir escuchando las canciones que acababa de grabar. Espero que a Jacob le guste mi regalo. Toqué mis labios con la yema de los dedos, habían pasado horas del beso con Jacob pero todavía podía sentir el calor en ellos. Me imaginé como se sentiría todo ese calor por todo el cuerpo, sus manos ardientes tocando la espalda, los muslos, los pechos, mi entrepi… Vale Lluna para, deja tu mente calenturienta y concéntrate en la música, relájate y duérmete que es muy tarde. Y eso hice.