La causa del dolor que sentía no podía ser cierta. No era verdad que Jacob se había ido para siempre, no me lo quería creer pero, cada punzada de dolor que sentía en el pecho, me recordaba que era verdad. Me escocían los ojos cada vez que pestañeaba, no salían más lágrimas para calmar el dolor. Tenía que obligarme a coger aire para poder respirar; cada vez que inhalaba y exhalaba, las punzadas se repetían en mi pecho. Estaba tumbada en la cama y mi padre quitaba el pelo de mi rostro cada vez que me retorcía de dolor entre las sábanas.
- ¿Lluna, cariño, qué te pasa, qué te duele? - Preguntaba mi padre con preocupación.
Mi madre y Olga estaban en la puerta de la habitación nerviosas por mi actitud. Estaba destrozada, muriéndome de dolor porque Jacob se había ido, nunca más lo volveré a ver, jamás veré esos ojos que me hipnotizan, en la vida volveré a sentir su calor. Un calor que necesitaba, mi cuerpo y mi corazón se habían quedado helados y paralizados.
- Manuel, voy a llamar al médico. – Dijo mi madre con nerviosismo sacando el móvil del bolso.
Un médico es lo que menos necesitaba ahora, alguien a quien dar respuestas que no se las podía contar ni a mi familia.
- ¡No!, no llames mamá. – Le dije incorporándome en la cama.
Del esfuerzo que hice, una espada se clavó en mi estomago dándome arcadas. Como pude me levanté de la cama y fui dando bandazos hasta el váter. Escuché los pasos de mi hermana detrás y me ayudó a recoger mi pelo. Cuando terminé de vomitar, Olga me dio un vaso de agua y una toalla húmeda.
- Paloma, llama al médico. – Dijo mi padre alarmado por mi estado de salud.
- No. – Logré decir.
- ¡Pues, Lluna, hija, cuéntanos qué te pasa!
- Jaco..Jackson. – Al nombrar el causante de mi dolor, fui consciente que esto era real.
- ¿¡Qué te ha hecho ese desgraciado!? - Dijo mi padre con odio.
¿Qué ha hecho?, protegerme y dar puñaladas a mi corazón con su partida.
- Nada – Dije protegiendo a mi único amor.
- ¿Cómo que nada? ¿Algo te habrá hecho para estar así?
- Se ha ido. – Caí al suelo a causa del dolor al reconocer la verdad.
- ¿Dónde se ha ido? – Le contesté encogiendo los hombros. Esa pregunta no se la podía responder a mi padre porque ni yo misma sabía cuál era su paradero y, aunque lo supiera, no podría ir a buscarlo. Si hacía esto, pondría en peligro a Jacob, a toda la familia Cullen y a mí.
- ¿Le han cambiado el destino de trabajo? –Esa era una buena farsa. Le contesté que sí a mi hermana.
Todos nos quedamos en silencio, cada uno absorto en sus propios pensamientos. Supongo que mis padres estarían reflexionando el porqué de mi actitud. Había pasado por muchas rupturas, pero ninguna tan intensa como esta. Olga, no sé lo que pensaría, con sus cambios de actitud constantes era muy difícil de saber. Y yo, ahora que tenía una buena cuartada sobre la marcha de Jacob, me adentré en una espiral de tortura y angustia.
- Papá, mamá, si queréis, iros a preparar la cena, yo me quedo con Lluna. Le irá bien un buen baño caliente para relajarse. – Mis padres se miraron no muy convencidos con el comentario de Olga pero, la verdad, es que quería que se fueran y me dejaran a solas para no tener que responder a más preguntas.
Olga empujó a mis padres fuera del baño y salió con ellos cerrando la puerta. No presté mucha atención a lo que estaban hablando, estaba demasiado ocupada intentando respirar, pero estoy segura que Olga les estaba convenciendo para que nos dejaran a solas. Escuché como la puerta de mi habitación se cerró y, luego, Olga abrió la puerta del baño. No habló ni me pregunto nada, se acercó y me levantó. Me quitó la ropa y me ayudó a ducharme. Cuando tenía puesto el pijama y el pelo seco, me acompañó a la cama y me arropó. El agua caliente había ayudado a calentar mi cuerpo, pero todavía seguía sintiendo frío. Nuevas lágrimas volvieron a caer por mis mejillas al pensar qué tipo de calor necesitaba, el calor de Jacob.
- Lluna, mañana lo verás todo diferente. Ahora estás mirando el lado más pesimista, pero ya verás cómo todo volverá a ser como antes. – Yo no quería que fuera como antes, lo que quería y necesitaba era estar con Jacob, pero esto, era imposible.- Ya has superado muchas rupturas, seguro que lo volverás a conseguir. Ya sabes, un clavo saca a otro clavo.
¿Clavo?, Jacob no había sido como mis antiguas parejas, yo era su imprenta, algo más fuerte que el amor. Él había entrado en mi vida como un tornillo con doble rosca de seguridad y, al salir, había arrancado parte de lo que era, parte de mi corazón.
- No va ser tan fácil, Olga.
- ¿Qué tenía él en especial que no tuvieran los demás? – Tuve que obligarme a coger aire para contestarle.
- Él era el hombre de mi vida, él era mi amor, estábamos hechos el uno para el otro. –Más lágrimas comenzaron a salir, recordando los momentos vividos con él. Jacob era mi imprimación, el destino quería que estuviéramos juntos.
Mi madre asomó la cabeza por la puerta.
- La cena está lista. – Dijo en voz baja.
- Sí, ya vamos. – Contestó mi hermana por las dos. Mi madre cerró de nuevo la puerta y se fue.
- ¿Quieres bajar? – Le contesté que no con la cabeza. – Lluna, tienes que ser fuerte. Quedándote aquí no vas a resolver nada.
Me giré en la cama y le di la espalda. No quería ser fuerte, no quería levantarme y salir de mi habitación si no era para resolver las cosas con Jacob y, esto, era imposible. Olga tapó mi cuerpo con una manta, me dio un beso en la frente y, dando un suspiro, salió de mi habitación.
Ahora que me había quedado sola, podía analizar bien la situación. Jacob se había ido para siempre, nunca más lo volveré a ver. ¿El motivo?, por mi seguridad, por la de los Cullen y por la suya propia. La mía poco importaba, estaba muriendo de dolor, pero el dolor que estaba sufriendo valía la pena para que Jacob y la familia Cullen pudieran vivir en paz.
Jacob me dijo que lo olvidara, que no pensara en él ni en todo lo que habíamos vivido juntos, pero él se había ido, lo único que me quedaba eran los recuerdos y, éstos, no los iba a borrar de mi memoria jamás.
En mi pecho sólo sentía dolor, frío y un vacío imposible de llenar por nada ni por nadie. Sabía que iba a ser imposible, por mucho tiempo que pasara.
Una mano en mi espalda hizo que me sobresaltara, no me di cuenta que mi padre había entrado en la habitación.
- Hija, te he traído una tila para que te ayude a dormir.
- No me apetece papá, no quiero comer nada.
- Por favor, Lluna, bébetela. – La cara de preocupación de mi padre me rompió más el corazón. Con que sufriera yo ya había suficiente. Me tomé la taza que me ofrecía mi padre sin rechistar. Cada sorbo que daba a la infusión bajaba por mi estomago como si fuera hierro ardiente. Aguanté las arcadas que me dieron para no alarmar más a mi padre. – ¿Te cuento un secreto? Cuando conocí a Jackson, me pareció que era el chico perfecto para ti y eso me dio mucho miedo, sentía que él iba a ser el hombre por el que te irías de casa y dejarías de ser mi niña pequeña. Fui un egoísta pensando que, si se iba, no ocurriría nada de eso, pero no es cierto. –Sus palabras me desconcertaron.
- No te entiendo.
- Pensaba que, si él se te dejaba, te quedarías aquí en casa por más tiempo, todavía no estoy preparado para verte ir. Pero prefiero un millón de veces el miedo que sentía por verte marchar, que el verte así. Lluna, lucha por lo que quieres, lucha por él si es lo que crees que te va hacer feliz.
Me abracé a mi padre dejando de nuevo todo el dolor y la impotencia.
- No puedo hacer nada papá, no puedo hacer nada, él se ha ido y nunca va a volver.
– Le dije entre llanto.
- Consumiéndote en tu propio dolor, sí que no conseguirás nada. –Me cogió por los hombros y me miró fijamente- Tienes que sacar fuerzas para conseguir lo que quieres.
- No me quedan fuerzas. – Las estaba gastando todas para soportar el dolor.
- Duerme cariño, duerme para recuperarlas y luchar por lo que quieres. – Me tumbó en la cama y me arropó. Le cogí de la mano cuando se levantó.
- No te vayas, papá, no quiero quedarme sola.
- Me quedaré contigo toda la noche si hace falta.
- Gracias. – Dije besándole la mano. Mi padre comenzó acariciarme las mejillas. Sentía todo su cariño.
Estaba agotada, los ojos me dolían de tanto llorar, la única forma de apaciguar el dolor era cerrando los parpados. Comenzó a cantarme la nana que me cantaba cuando era pequeña y me ayudaba a dormir (scarborough fair). Escuchando las suaves notas me dormí.
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- Buenos días, cariño, ¿cómo te encuentras esta mañana? – Preguntó mi madre poniendo su mano en mi frente, tomándome la temperatura.
- Estoy despierta.
La noche por fin había terminado. Pensé que nunca iba acabar. A mitad de la noche, me había levantado con un dolor tremendo de estomago. Fui directa al baño, por suerte, mis padres no me escucharon. Olga sí que me escucho y estuvo toda la noche en vela pendiente de mis cuidados. Mi estomago estaba vacío y no me molestaba tanto. Lo que no podía soportar era las punzadas que me daba el corazón.
- ¿Vas a ir a trabajar?; si te encuentras mal, puedo llamar a la oficina diciendo que hoy no podrás ir.
- No te preocupes, mamá, puedo ir a trabajar.
Tenía que mirar a delante. Las cosas no iban a cambiar, nunca más volvería a ver a Jacob. No podía estar siempre en estado depresivo, aunque ahora no tuviera ningún motivo para salir de la cama, tenía que seguir con mi vida; aun sabiendo que siempre me acompañaría este dolor y que nunca volvería a ser tan feliz como con los días que pasé con Jacob. Volveré a ser aquella Lluna con un corazón vacío.
- Tu hermana y yo nos vamos a la universidad. Tu padre está en la cocina preparando el desayuno. Si decides no ir a trabajar, me llamas y vengo a casa.
- Iros tranquilas, mamá. Me encuentro bien. –Mentira, pero por una más, no iba a pasar nada.
- Está bien, llámame o mándame un mensaje al mediodía diciéndome como te encuentras. Y ponte ropa de abrigo, estás helada. – Me dio un beso y salió de mi habitación.
Todo mi cuerpo estaba helado, había dormido con dos mantas, pero éste no parecía querer entrar en calor. Yo ya sabía el tipo de calor que necesitaba, pero ese, era imposible de podérselo dar.
Me levanté muy débil de la cama. Fui al baño y cuando me miré en el espejo, me asusté, tenía los ojos hinchados y unas grandes ojeras. Mi mirada estaba triste, sin luz. Después de cepillarme los dientes, intenté esconder las ojeras detrás del maquillaje pero, hoy, mi cara parecía no reaccionar a los productos cosméticos. Para que me viera un poco decente, tenía que invertir un largo tiempo en mis ojeras y no tenía nada de ganas en entretenerme en eso. Me puse unos tejanos y un jersey bien grueso de lana.
Cuando bajé a desayunar mi padre ya había terminado el desayuno. Había preparado tortitas con miel, mi desayuno preferido. Me senté en silencio a comer y él me acompañó. Los trozos de comida los corté muy pequeños y los mordía con tranquilidad un buen rato. Normalmente las devoraba; a los 5 minutos ya habían desaparecido de mi plato y estaba repitiendo. Pero, hoy, me había comido una y estaba haciendo grandes esfuerzos por mantenerla en mi estomago.
- ¿No vas a comerte más?
- No, todavía no tengo el estomago asentado. Guárdame las que sobren para merendar.
- Tu madre te ha preparado para comer un poco de arroz hervido y pavo a la plancha. Ya verás como eso te va bien. ¿Vas a ir a trabajar? No tienes muy buen aspecto.
- Tengo que luchar, papá, para seguir adelante, quedándome en casa no voy a conseguir nada.
- Tómatelo con calma, necesitas descansar para tener energías y seguir con la lucha.
- Cuando antes empiece, mejor.
Recogimos el desayuno y nos fuimos cada uno a su puesto de trabajo. Por suerte hoy en la oficina estaría todo el día sola. Lucas y Mariano tenían reuniones con los superiores.
Estuve todo el día pasando informes a limpio, era un trabajo que, por desgracia, no necesitaba esfuerzo y me mantenía la mente libre. La ocupé recordando a Jacob. Llené el teclado de lágrimas con cada recuerdo. Cuando llegué a casa, me tumbé en el sofá y dejé que pasara la tarde viendo programas de televisión basura. Llegó mi madre y Olga, las dos se sentaron conmigo y me acompañaron viendo la televisión. Las tres no hablamos mucho, de vez en cuando, hacíamos algún comentario de los famosos que salían en el programa de corazón. El teléfono de casa sonó, mi madre contestó a la llamada.
- Hola Nury, sí, está aquí, ahora se pone. Lluna, es para ti. – Cogí el teléfono.
- Hola Nury. – Le dije sin ánimos.
- ¿Dónde te metes?, te estoy llamando al móvil para saber si has leído los mails.
- No escuchado el móvil, no sé dónde lo tengo. ¿Qué quieres? – Le sentía frenética.
- Ya, supongo que no los has leído porque, sino, estarías como yo de histérica. ¡Michael Bublé acaba de confirmar su gira por Europa! Dentro de tres meses viene hacer un concierto a Barcelona, va ser el único que hará aquí en España. – En otro momento estaría dando saltos en el sofá y estirándome de los pelos, hacía mucho tiempo que esperamos esto. Pero ahora, lo que menos me apetecía era meterme en un pabellón lleno de gente y escuchar letras de amor. En tres meses tampoco sabía si me iba a encontrar de ánimos, aunque lo dudaba- Estoy buscando precios de aviones, de trenes y de gasolina, es súper caro. A esto, hay que sumarle el alojamiento, la comida y las entradas. Salé por un dineral, yo no tengo tanto dinero ahorrado, que gran putada, hace cinco años que no viene de gira por España y, ahora que viene, no puedo ir. ¿Tú que vas hacer?
- No sé.
- ¿Qué te pasa? , te noto triste.
- Es que no me encuentro bien del estomago. Esta noche he dormido fatal. – Más mentiras, estaba llenando el saco.
- Perdona, cariño, te dejo descansar, ya hablaremos otro día. Besitos y que te recuperes pronto.
- Gracias, adiós, besitos.
Me sentía fatal por haber mentido a una de mis amigas. En la vida les había ocultado cosas, nunca les había mentido. Siempre eran las primeras que se enteraban de las novedades y acontecimientos que me pasaban.
Poco después, llegó mi padre, el cual se unió en silencio a la tertulia del corazón. Según iba terminando la tarde cada uno se fue hacer sus tareas, yo me quedé siguiendo el cotilleo de los famosos.
- Lluna, la cena está lista.
- No tengo hambre.
- Tienes que comer algo, sino, caerás enferma.
- Antes de irme a dormir tomaré algo.
Mi madre me dejó sola sin seguir insistiendo. ¿Qué extraño? Cuando pasó un rato picaron al timbre de casa.
- ¿Puedes abrir tú, Lluna?, estamos cenando. – Dijo mi padre en un grito desde la cocina.
Rechistando fui abrir la puerta. Detrás de ella, estaban mis 3 amigas, que mal sabían actuar, intentaban poner cara chistosa pero, en realidad, estaban muertas de preocupación.
- Hola Lluna, venimos a sacarte de casa para hacer una cena anticrisis en el parque. Hemos hecho tortilla de patatas, carne rebozada y ensalada. De postre, la Nury a preparado el mousse de limón que tanto te gusta. – Decía Raquel intentando sonar alegre.
- No me encuentro muy bien, tengo el estomago revuelto. – Les contesté.
- Pues, si tú no quieres cenar, vente; tenemos hambre. – Dijo Nury.
- No me apetece, lo siento, iros sin mí. Ya nos veremos otro día. Buenas noches. – Lo siento, mis niñas, pero no puedo seguir con esta farsa con vosotras.
- ¿Dónde vais a cenar?- Les preguntó mi madre metiéndose en la conversación.
- Vamos al merendero. – Le contestó Laura a mi madre.
- ¿Ahora de noche y con el frío que hace?
- Sí, es que la economía no está para tirar cohetes. – Dijo Laura
- Quedaos aquí, nosotros nos vamos al despacho a mirar coches para la boda de Olga. Podéis cenar tranquilas en el comedor. – Mi madre me hizo a un lado, dejándoles pasar. Vi una extraña sonrisa en los labios de todas.
- ¿Tú no tendrás nada que ver con esto, verdad, mamá?
- ¿Yo?, ¿cómo iba a llamar a tus amigas diciéndoles que vinieran apoyarte? – Dijo guiñándome un ojo. – Nosotros estamos arriba, no hagas esperar a tus amigas, y no les hagas el feo de no cenar nada, han preparado cena para ti.
Fui al comedor, dónde estaban todas ellas esperando que llegara. Fuimos a la cocina y pusimos la mesa, comenzaron a sacar tuppers con comida. No tenía hambre, pero tuve que hacer un esfuerzo para no preocuparlas más.
- ¿Cómo van las cosas con Jackson? – Preguntó Laura mientras fregábamos los platos.
- ¡Será que no os ha informado mi madre de la ruptura!
- Sí que no los ha contado, pero no somos tan tontas para creernos eso. – No me gustaban las mentiras y tampoco sabía decirlas.
Me quedé en silencio, no les podía contar la verdad; si se lo contaba a ellas, también les pondría en peligro y, seguramente, no me creerían. La historia era bastante irreal.
- Lluna, a nadie le pueden cambiar de trabajo sin avisar antes. ¿Qué ha pasado realmente? Las últimas noticias que nos distes fue que Jackson había conocido a tus padres y que, al día siguiente, conocerías a sus compañeros de trabajo. ¿Qué ha pasado para que la cosa terminara? – Dijo Rakel.
No pude aguantar más el dolor, sufría muchísimo al pensar en él. La armadura que llevé puesta todo el día cayó a mis pies, me desplomé en la silla llorando.
- Lluna, cariño, no te podemos ver así. Te queremos ayudar, pero si no nos dices que ha pasado no te podemos echar una mano en el asunto. – Dijo Nury.
Comencé a llorar más fuerte, el dolor cada vez era más insoportable. No podía respirar. Laura, muy preocupada, me dio una bolsa de papel para que respirara.
Nadie me podía ayudar, no había ninguna solución. Tenía que aprender a soportar el dolor y la soledad.
- ¿Qué podemos hacer para ayudarte?- Preguntó Laura.
- ¡Nada, nadie puede hacer nada!, él se ha ido y nunca volverá. – Le contesté gritando.
Laura me miró sorprendida por mi reacción. Nunca les había tratado tan mal. Me disgustaba tratarlas así, ellas no tenían ninguna culpa de lo que había pasado. Quería estar sola y no hacer sufrir a las personas que me rodeaban e intentaban ayudarme. Ellas no podían aportar ninguna solución, nadie podía. Quería ir a mi cuarto, estirarme en la cama, dormir y levantarme al día siguiente de esta pesadilla. Pero no me iban a dejar sola hasta que les diera una respuesta convincente, siempre eran igual de insistentes, yo sabía que lo hacían para ayudarme pero ahora lo que necesitaba era estar sola.
Mis tres amigas esperaban a que les diera una respuesta que no se la podía dar. No le podía contar a nadie la verdad de la partida de Jacob. Él se fue para protegerme; si les contaba la verdad, las pondría en peligro. Decidí contarles la verdad a medias, necesitaba desahogarme y contar lo que había pasado.
- Chicas, siento mucho esto, me gustaría contaros la verdad, pero no puedo. –Cogí aire para poder decir la “media - verdad” en voz alta. -Solo os puedo contar que se fue porque su pasado no le dejaba avanzar. – Las palabras me dieron un puñetazo en el estomago dándome arcadas, tragando saliva las pude controlar.
Los malditos Vulturis le habían atormentado durante muchos años y, cuando por fin vio un poco de luz en su vida, volvieron atacar los fantasmas del pasado.
- ¿Está metido en problemas de drogas? – Preguntó Nury. Negué con la cabeza.- ¿Problemas con la justicia?
- No, yo creo que suena más a problemas con alguna chica. – Dijo Rakel.
- Sí, en parte. – Era cierto que Nessie estaba involucrada en esta historia.
- Pues, demuéstrale la mujer que eres, pisotea a la otra. Hazle ver que cómo tu no hay otra. Que se dé cuenta de lo que pierde si te deja marchar.
- Laura, no puedo hacer eso, él ya se ha ido y nunca volverá. – Rompí a llorar de nuevo por la verdad de mis palabras.
- Tranquila, Lluna, siempre puedes hablar con él y solucionar las cosas. – Me dijo Nury dándome un abrazo.
No podía hablar con él, no sabía dónde estaba. Y si lo supiera, no podría hacer nada, esto nos pondría en peligro.
Me dolía todo el cuerpo, me ardía el corazón de dolor, el estomago y la cabeza me iban a estallar. No quería seguir teniendo esta conversación. Sentía que no podía aguantar más el dolor.
- ¿Podemos dejar esta conversación, por favor? – Les dije dejando caer la cabeza en la pared.
- Claro que sí. Pero prométenos que intentarás sonreír. – Dijo Raquel cogiendo mis manos.
- Lo intentaré. – Era lo máximo que podía hacer, intentarlo.
- ¿Lluna, has pensado lo del concierto de Michael Bublé?, yo lo veo imposible.
Nury me hizo una lista detallada de todos los gastos del concierto, costaba un dineral, aunque estuviera de ánimos para ir, sería imposible. Después, cada una de ellas me contó anécdotas que les habían pasado, intentando hacerme sonreír. Aunque pusieron mucho empeño, no lo consiguieron. A media noche se fueron. Todas, al día siguiente, teníamos que madrugar para ir a trabajar. Me fui a dormir agotada, había tenido un día espantoso. Intenté guardar el dolor durante toda la jornada, pero cuando me tumbé en la cama, dejé caer en cada lágrima el sufrimiento que había estado conteniendo.
Al día siguiente, me desperté con los mismos ojos tristes y sin vida, unas ojeras cada vez más pronunciadas y un frío espantoso dentro del cuerpo. Cuando llegué a la oficina y Lucas me vio, se asustó un poco, ni siquiera me preguntó que me había pasado, me tendría que ver muy mal. Me comentó que hoy Mariano me hablaría de la reunión que tuvieron ayer con los superiores. A las 10 de la mañana, Mariano me citó en su despacho para contarme las novedades. Estuvo hablando toda la mañana sobre los nuevos impresos, formularios, protocolos… No entendí nada de lo que me contó; sólo escuchaba blablablá, blablá. Cuando mi cabeza estuviera más despejada, ya le preguntaría a Lucas. Cuando salí de la reunión, ya era la hora de comer, Lucas había cogido mis cosas y me esperaba en la sala de reuniones.
- ¿Cómo te ha ido la reunión? – Preguntó Lucas.
- No he entendido nada de lo que me ha dicho.
- No te preocupes, en realidad casi todo sigue igual que antes. Pero eso no es lo que más te preocupa, ¿verdad?
Otra vez más preguntas, le conté lo mismo que les dije a mis amigas.
- Lluna, por lo que me dices, Jackson lo ha pasado muy mal por culpa de esa chica. Tienes que ayudarlo a mirar hacia delante, necesita tu apoyo.
- ¡Se ha ido, parece que a nadie le entra en la cabeza!, ¡nunca volverá!
- ¡Pues ve a buscarle!
- ¡No puedo, vale, no puedo! – Dije, las punzadas del corazón se volvían a repetir. Lucas se asustó y me dio un gran abrazo.
- Lluna, tienes que arreglar esta situación. Lo estás pasando fatal, déjale bien claro tus sentimientos y, si de verdad te quiere, luchará por lo vuestro.
Que sarta de tonterías estaba diciendo Lucas, si supiera la verdad de porqué Jacob se había ido, no me presionaría.
- Lucas, dejemos esta conversación. No quiero hablar más del tema.
- ¡No puedo, Lluna! Si hablaras con él, podríais solucionar el problema.
- ¡No hay solución, Lucas, déjalo estar!
- Que sepas que estás siendo una cobarde. Si fueras valiente, hablarías con él; lo que pasa es que te da miedo la respuesta.
No le contesté. Sus palabras me habían puesto furiosa, ¿yo, cobarde? Recogí el plato de comida y salí de la sala dejando a Lucas solo. Él no tenía la culpa de nada, no quería pagar mi rabia con él. Todas las cosas que Lucas había dicho tenían sentido si la historia que le había contado fuera cierta.
Esquivé a Lucas todo el día, ni siquiera me despedí de él a la salida, estaba demasiado furiosa por sus palabras. No sabía por qué me sentía así, yo no era una cobarde, si supiera la verdad sabría que no podía hacer nada para solucionar las cosas con Jacob.
Cuando llegué a casa, seguí la misma rutina que el día anterior, me tumbé en el sofá y vi programación basura. A la hora, cuando llegaron mi madre y Olga, seguía en la misma posición.
- ¿Hija, podemos hablar? – No le contesté, no entendió la indirecta- ¿Por qué no nos dijiste la verdad de lo que había pasado con Jackson?
- ¿Qué verdad? – Me puse erguida en el sofá, no podía ser que conociera la historia real de Jacob.
- Ayer, te escuché decirle a tus amigas que se había ido porque todavía tenía a otra chica en mente y, que por eso, no podía estar contigo.
- ¿Cómo escuchaste eso?, ¿estuviste espiándonos? – Le dije furiosa.
- No, pero tus gritos se escucharon en el piso de arriba.
- ¿Grité?
- Bastante. – No me había dado cuenta que había hablado así a mis amigas. Ellas sólo habían intentado ayudarme, no tenía derecho a tratarlas de esa forma. – Cariño, tienen razón, tienes que hablar con él. Creo que tiene miedo de comenzar una relación y que le pase lo mismo. – Otra vez estaba escuchando más tonterías.
- ¡Qué os pasa a todos con los consejos, dejadme tranquila!
- Sólo intentamos ayudarte.
- ¡Pues me ayudarías dejándome en paz! – Otra vez estaba pagando mis problemas con las personas que más quería, no se merecían esto. –Mamá, necesito estar sola, voy a recoger mi cuarto. –Le dije en tono bajo y de disculpa.
Cogí la escoba, el plumero y me fui a limpiar la habitación. Cerré la puerta con cerrojo, no quería que nadie más me molestara. Limpié el polvo de las estanterías, recogí los zapatos que tenía amontonados en un rincón y los guardé en el armario. Dejé en el cesto la ropa sucia que había tirada por el suelo, encima de la guitarra estaba el vestido que me puse el otro día en casa de los Cullen. Las lágrimas no tardaron en salir recordando aquellos hermosos momentos, que hoy me parecían tan lejanos. Con rabia tiré el vestido al cesto de la ropa sucia. Había dejado mal apoyada la guitarra y cayó al suelo haciéndome sobresaltar del ruido. Cuando la cogí, me entraron ganas de tocar, pero no por placer, sino para dejar salir todo ese maldito dolor de una vez. Me senté en la cama y comencé a cantar la primera canción que me vino en mente. (Si tú no estás – Rosana)
Cuando terminé de cantar mi cuerpo reaccionó a todo el dolor que había estado ocultando. Dejé la guitarra en el suelo y me tumbé en la cama a llorar desconsoladamente. Mi cuerpo se estremecía de frío y dolor. Me metí debajo de las sabanas, ocultándome de la realidad. Había hecho una gran tontería al dejarme llevar por los sentimientos. Tenía que ser fuerte, tenía que seguir adelante. Pero hoy no, ahora no podía. Mordí fuerte la almohada para evitar dejar salir los gritos de lamento. Lloré y lloré, hasta quedarme sin fuerzas ni aire. Mi cuerpo seguía helado, un escalofrío recorrió mi columna. Destaparon mi cabeza de debajo de las sabanas, una mano helada y dura se puso en mi boca impidiendo dejar salir el grito de pánico. Cuando me quité el susto de encima, pude comprender lo que estaba pasando. Las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas, Bella apartó la mano de mi boca y pude abrazarme a ella, dejando salir todo el dolor. Ella me devolvió el abrazo, escuché como sollozaba, aunque por sus ojos no cayeran lágrimas, Bella estaba llorando.
- Lluna, estas destrozada, esto no puede continuar así. – Dijo acariciándome la cabeza.
- ¿¡Qué quieres que haga!? ¡No puedo hacer nada! – Le dije gritando.
- ¡Shh!, baja la voz, tus padres no saben que estoy contigo, he entrado por la ventana. Intenté entrar de una manera normal pero tu madre me dijo que hoy no te encontrabas bien para recibir visitas.
- No me encuentro bien para nada. ¿Qué haces aquí?, debes irte, no quiero causaros más problemas –No entendía que hacía Bella. Jacob me había dicho que se marcharían por la seguridad de todos.
- Lluna, de momento, no estamos en ningún peligro.
- ¿Eso quiere decir que Jacob está aquí?- Dije poniéndome en pie. Quería verlo ya, estaba ansiosa ahora que sabía que los Cullen no se habían ido.
- No está aquí, está buscando valor para poderse separar de ti. – A Jacob también le estaba costando esta situación.
- Pues, debéis iros lo antes posible, no quiero que os pase nada por mi culpa. – Le dije sintiendo como estrangulaban mi corazón.
- Lluna, no vamos a tener problemas, hemos ingeniado un plan para que no ocurra esto.
- ¿Qué plan? – Dije entusiasmada por la idea de estar junto con Jacob.
- Te lo contaré de camino, debemos darnos prisa antes que Jacob tomé una decisión equivocada. Te espero en la calle, no tardes. – Bella me dio un abrazo dándome confianza y desapareció de mi vista.
Jacob todavía no se había ido, sentí grandes esperanzas de poder estar de nuevo juntos. Bajé como un rayo las escaleras, Bella me esperaba para ir a buscar a mi amor. En el último escalón di un salto, mi padre apareció asustado por mis prisas, choqué contra él y nos caímos al suelo.
- ¡Lluna! ¿Qué te pasa, cariño, qué te pasa? – Dijo mi padre asustado, levantándose del suelo. De un salto me puse en pie. Se quedó sorprendido por mi entusiasmo.
- Papá, acabo de encontrar las fuerzas para luchar. Voy a luchar para recobrar mi felicidad. – Le dije dándole un fuerte abrazo.
- Pues ve cariño, ve y encuéntrala. Te doy toda mi fuerza para que la consigas. – Dijo deshaciendo nuestro abrazo- Pero es muy tarde ya, ¿dónde vas a ir?
- No lo sé, voy a remover cielo y tierra si hace falta para encontrarla. – Haré lo que sea para volver a estar con Jacob.
- ¿Vendrás a dormir esta noche?
- No lo sé.
- Bueno, da igual, ve a buscar a Jackson, pero mantenme informado por si quieres que te vaya a buscar algún lado. Suerte cariño.
- Gracias papá, adiós. – Cogí el bolso, le di un beso en la mejilla y salí a la calle.
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Hola a todo el mundo, perdonar por el retraso de estos últimos días pero he estado súper liada.
- Gracias a todas las visitas de estos días.
- Gracias por soportar la espera.
- Gracias por ser como sois.
He estado muchos días sin escribir, y como no quiero dejaros otra vez semanas sin publicar, he decidido subir los caps sólo los viernes. Para recompensaros he pensado hacer en cada capítulo un adelanto del próximo.
EN EL PRÓXIMO CAPÍTULO DE LAGUNA NOCTURNA…
Con cada paso que daba, los gruñidos se fueron convirtiendo en lamentos. Un lamento que me conmovió. Estaba alterada por ellos. Cada vez se escuchaban más cerca y fuertes. Los llantos de aquel lobo estaban atormentándome, y eran de Jacob. Con cada lamento me trasmitía descargas de dolor a mi corazón. Jacob estaba sufriendo, sentí una gran urgencia por consolarlo. La luz de un rayo nuevamente me dejó ver un poco más lejos, por pocos instantes, pude observar como una figura enorme se movía nerviosa a pocos metros. Un gruñido salvaje se escuchó allí. Me aferré al brazo de Edward, un movimiento en busca de protección. Estaba aterrorizada porque tenía a un lobo gigante a poca distancia, aún sabiendo que era Jacob, me estremecía la idea. Escuchaba como el gran lobo cogía aire nervioso y lo escupía en forma de gruñidos.
Espero que os haya gustado este capítulo y que os haya gustado el adelanto del próximo. Espero vuestros comentarios que tanto me animan.
Saludos Áuryn
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