Los días pasaban sin darme cuenta, porque el tiempo vuela cuando se pasa en buena compañía.
Hacer planes le gustó a Jacob, pues no había día que no planificáramos lo que íbamos hacer al siguiente; esto fue una cosa que agradeció mi madre y Esme, así sabían si tenían que preparar nuestra cena o no. Unos días los pasábamos en mi casa, otros en casa de los Cullen. Si hacía buena temperatura, aprovechábamos para ir a nuestra laguna o a mi colina secreta que ahora se había convertido en un secreto de los dos.
Los asientos traseros de su coche tomaron una nueva utilidad, ya que no teníamos otro sitio donde intimar, bueno, en realidad sí que lo teníamos, porque me encantaba hacer el amor al aire libre, pero Jacob se negaba al decir que hacía mucho frío para mí. Esperábamos con ansias que los Cullen se fueran de caza o que mi casa se quedara sola, pero mientras no pasara esto, seguiríamos haciéndolo en la parte trasera del coche.
Estamos a mediados de noviembre y no recordaba un otoño tan frío y a la vez tan cálido. Los meteorólogos decían que hacía años que no se veían temperaturas tan bajas y, si miraba la temperatura exterior les daba toda la razón pero, si miraba la que había ahora en el interior del coche no les podía creer. Después de una larga sesión de sexo donde se juntaron el amor, la pasión, el cariño y la lujuria, los cristales del coche quedaron empañados por el contraste de temperatura. Era tal la condensación que caían gotas de agua por los cristales. Bajé la ventanilla para que el aire frío me refrescara un poco, Jacob, la subió a los pocos minutos, decía que ese contraste de temperatura no le iba nada bien a mi salud.
A veces, su extremado afán de protegerme llegaba a agobiarme, pero otras veces me parecía muy dulce. Aunque nunca se lo había consentido a nadie, sólo a mis padres y odiaba cuando lo hacían, me encantaba que me cuidara Jacob. Me hacía sentir, no sé, ¿especial? Porque cada día me decía que era lo más importante de su vida, y me lo hacía sentir protegiendo a su tesoro más preciado; queriéndome, amándome, haciéndome reír… Con Jacob todas mis necesidades estaban cubiertas, Maslow podía poner más escalones en su pirámide que aún así los subiría.
- ¿Tienes días de vacaciones? – Me preguntó cuando nos vestimos y salimos a tomar un poco de aire fresco.
- Me queda una semana y unos días sueltos, los estaba guardando para navidad, ¿por?
- Ah.- Fue todo lo que respondió, borrando de su cara la sonrisa ilusionada con que me hizo la pregunta.
- ¿Por qué me lo has preguntado? – Le dije intrigada por su cambio de humor.
- Es que quería pasar Acción de gracias con mi familia, pero sí tú no puedes venir…
- Un momento, -le dije antes de que terminara su frase- ¿tu quieres qué conozca a tú familia?
- Sí – Respondió como si le hubiera preguntado la cosa más obvia del mundo “el cielo es azul y el agua moja”
- ¿!Y tu familia está en la Push!?
- La última vez que los vi vivían allí.
- En la Push está la manada y los conoceré.
- Ellos forman parte de mi familia.
- Espera, - le dije separándome de su abrazo y poniendo en orden las respuestas que me acababa de dar- me estás diciendo que: vamos a ir a la Push, voy a conocer a tu familia y, de ella, forma parte la manada.
- Sí, eso mismo te acabo de decir. – Dijo. Me sentía tonta “el negro es negro y el blanco es blanco”, pero es que no acababa de asimilar.
- Entonces voy a conocer a Seth, Leah, Sam, Quil, Paul… – Comencé a nombrar los licántropos.
- Entre mucha más gente. – Dijo riéndose de mi actitud. –Pero no importa, tienes guardados esos días para vacaciones.
¿!Qué!? ¿Y desperdiciar la oportunidad de conocer a la manada? Que le den por c…. a las vacaciones de navidad.
- Jacob, que sí, que sí que quiero ir. – Le dije sonando a súplica.
- ¿De verdad? – Me preguntó ilusionado.
- ¡Claro que quiero ir! – Le dije eufórica.
Riéndose me abrazó y volé mientras daba vueltas. Cuando me dejó en el suelo mi cabeza comenzó a pensar y a caer en la cuenta de lo que me había pedido. Iba a conocer a toda su familia, ¿no tuve suficiente en conocer a la familia Cullen? Recordé la primera vez y fue todo un desastre.
- ¿Qué te pasa? – Me preguntó, haciéndome salir de mis pensamientos.
- ¿Y si no les caigo bien? ¿y si no me aceptan? ¿y si…?
- ¿Por qué demonios no les ibas a caer bien? – me encogí de hombros- Lluna, cuando sepan que tú eres el motivo por el cual les voy a visitar, créeme que te van aceptar como una más.
- Un momento ¿ellos no saben de nosotros dos?
- No, hace años que no saben de mí.
- ¿Por qué? – Le pregunté entristecida. No podía imaginarme dos años sin tener contacto con mi familia y amigos/as.
- ¿Qué les iba a contar? ¿Lo deprimente qué era? Pero ahora que estás tú, tengo muchísimas ganas de contarles a todos lo feliz que soy.
Le abracé con todo mi amor, otra vez me estaba haciendo sentir la persona más especial del mundo.
- ¿Y cuando nos vamos? – Le pregunté.
- Los billetes están comprados para el fin de semana que viene.
- ¿!Qué!? ¿!ya están comprados!? –Le dije exaltada, tomé aliento para sonar más tranquila- Es decir, dentro de una semana vamos a tomar un vuelo.
- Sí, ¿tienes más preguntas?
- Bastantes, pero mi cabeza todavía está asimilando
Me abrazó mientras se reía de mi actitud. Cuando mi cabeza fue asimilando que dentro de poco más de una semana estaría conociendo a todas los personajes que leí en la saga Crepúsculo, me vinieron mil preguntas a la cabeza las cuales ni la mitad me supo responder, pues él hacía muchísimo tiempo que no sabía de ellos.
Internamente agradecí a mis padres que me apuntaran a una academia de inglés cuando era pequeña, así tenía un problema menos del que preocuparme “el idioma”. A los 10 años odiaba ir a inglés, lloraba todos los días porque quería ir a jugar a con mis amigas al parque pero no podía, tenía que ir a esas malditas clases. Ahora entendía lo que me decían “algún día te hará falta y nos lo agradecerás”. Ese día, ya había llegado.
Al día siguiente de saber lo que había planeado Jacob, envié una solicitud a RRHH, a las pocas horas habían contestado aceptando mi petición.
Esa semana la pasé entera preparando la maleta con la ayuda de Alice. Jacob decía que de paso me llevara el armario, exagerado. Quizá la maleta estaba llena de “por si acaso” pero nunca se sabe lo que puedes utilizar. Alice trajo más fotos de Renesme a mi casa y las veía mientras preparábamos la maleta. No pudo explicarme cosas de ella, pues Jacob estaba en el piso de abajo charlando con mis padres pero siempre pendiente de lo que pasaba con nosotras dos en mi cuarto. Quería saber que era de Nessie ahora, pero no le podía preguntar a nadie, Jacob siempre estaba cerca y no quería que él se enterara, sabía que esos recuerdos le hacían mucho daño y, lo que menos quería, era hacerle sentir dolor.
El martes al medio día cuando salí de trabajar Jacob, Edward y Bella me fueron a buscar para ir al aeropuerto. La idea de ir a celebrar Acción de gracias allí fue de ellos, Bella hacía mucho tiempo que no veía a su padre y tenía muchísimas ganas de estar con él. Le comentaron a Jacob la idea de que nosotros dos les acompañáramos y, como Jacob también hacía muchísimo tiempo que no sabía nada de su familia, pues en su estado depresivo no quería saber nada de nadie, ahora que se encontraba bien y tenía buenas noticias (yo) que contar a su familia, no tardó en aceptar la idea y en contármela.
Llegamos al aeropuerto y sacamos las maletas del coche de Emmet; nos lo prestó para poder ir al aeropuerto, era el único vehículo donde cabían todas las maletas. Quizá Jacob tenía razón, mis maletas (dos maletas y el equipaje de mano) eran las más grandes, a lo mejor había llevado más ropa de lo necesario.
Dentro del aeropuerto Jacob y yo fuimos a comer algo mientras Edward y Bella facturaban las maletas. Primero cogimos un avión hasta Londres, allí otro hasta Washington, después otro hasta Seattle y finalmente una avioneta que nos llevaría a Port Angeles. Gracias a todo que compraron asientos en primera clase, si no hubiera sido por eso no quiero ni imaginarme como habría terminado mi trasero. El último vuelo fue el que más me gustó, volaba a poca altura y se podía visualizar un paisaje hermoso; grandes montañas, algunas con los picos nevados y las faldas llenas de frondosa vegetación. Jacob iba haciéndome de guía turístico, me dijo los nombres de todos los ríos y lagos que sobrevolábamos, nombres de montañas famosas, pueblos…
Llegamos a Port Angeles y estiré todos los músculos que estaban entumecidos después de tantas horas de vuelo. No tenía ni idea de cuantas horas en total fue las que pasamos en los aires, con tantos cambios horarios me hice un cacao impresionante. Lo que sabía es que salimos un Martes pasado el medio día y llegamos el Miércoles a las 12. Llamé a mis padres diciéndoles que el viaje fue bien. Quedamos en que sólo los llamaría cuando llegara, no quería a la vuelta tener que entregar mi nomina a la compañía móvil. No tuve mucho tiempo en poder disfrutar de suelo firme, ya que a los pocos minutos apareció Edward con un todoterreno que había alquilado para estos días. El coche nos lo quedaríamos Jacob y yo, Edward y Bella preferían que no les viera mucha gente y los pudiera reconocer.
Primero iríamos los cuatro hasta la casa de Bella, allí vivían Charlie y Sue; ellos dos eran pareja hacía más de 6 años. Cuando llegáramos, después de saludarlos, Jacob y yo nos marcharíamos con el coche hasta la Push que era donde pasaríamos estos días.
De camino hasta Forks Jacob siguió haciendo de guía explicándome cada lugar por donde íbamos. Jacob se le veía muy ilusionado de estar ahí después de tanto tiempo, en cambio, Edward y Bella se les veía tensos, no sabía si sería por miedo a ser descubiertos o por estar en un lugar donde años atrás ocurrieron tantas cosas. Sufría porque a Jacob los recuerdos desagradables le inundaran y no disfrutara este viaje, hacia muchísimo tiempo que no veía a toda su familia y manada, quería que se llevara esta vez recuerdos entrañables que pudiera recordar con alegría. En la hora de trayecto de Port Angeles a Forks no paraba de hablar y explicar cosas cuando Jacob no decía nada, si lo mantenía distraído quizá lograba mi objetivo de hacer un viaje agradable para él.
Di un pequeño grito de histeria cuando vi el cartel “The city of Fork, welcomes you”, todos se quedaron mirándome, riéndose divertidos de mi actitud. Lo sé, suena raro, estaba saliendo con uno de los protagonistas principales de mi novela preferida, se habían convertido en parte de mi familia los vampiros que formaban la historia y, en ningún momento actué como una fan pero, cuando vi ese cartel fui consciente de que estaba en el lugar que tantas veces me había imaginado. Le dije a Jacob que parara; primero hice una foto del cartel, después Edward nos tomó una foto a nosotros dos y por último, después de convencer entre los tres a Bella, nos hicimos una foto los cuatro. Subimos al coche y miré las fotografías que acababa de tomar; alucinante, en Forks con Jacob, Edward y Bella. Guardé la cámara y seguí mirando por la ventanilla.
- Lluna, cálmate, no es tan emocionante Forks. – Dijo Bella en tono burlón.
Me giré a ella y me quedé mirándola en plan “¿cómo puedes decir eso?”, se encogió de hombros y comenzó a reírse negando con la cabeza.
Seguí mirando la calle, estábamos en una zona de pequeñas casas rodeadas de bosque, me imaginé que estaríamos cerca de la casa de Bella, en mi cabeza siempre imaginé que sería algo así y, efectivamente, Jacob estacionó pocos metros más adelante, avisándome que habíamos llegado.
Bajamos del coche, Edward y Bella fueron delante, Jacob cogió mi mano y los seguimos.
- ¿También vas a tomar una fotografía ahora de esto?- Me preguntó Edward chistoso.
- No. – Le respondí por vergüenza, aunque la verdad, lo estaba deseando.
Llegamos a la puerta de casa y Bella llamó al timbre, a los pocos segundos salió a recibir una mujer de avanzada edad, imaginé que era Sue. Se quedó mirando a Bella y sus ojos se abrieron como platos por la sorpresa, la abrazó con gran emoción y Bella le respondió igual. Después de que estuvieron un largo rato abrazadas se separaron y abrazó a Edward. Cuando se separó de él vio a Jacob, pues antes no se había fijado que estaba allí. Sue tapó su boca con las manos, se quedó sin palabras al verlo, por sus ojos comenzaron a caer grandes lágrimas, le temblaban las manos de la emoción. Jacob abrió los brazos y la mujer fue inmediatamente a ellos. Me emocioné muchísimo al ver esa imagen, había mucho sentimiento en ese abrazo. Sue se separó un poco de su abrazo y comenzó acariciar el rostro de Jacob, certificando que estaba ahí de verdad. Jacob limpió las lágrimas de Sue.
- Jacob Black, pensaba que nunca más te volvería a ver. – Dijo la mujer emocionada.
- Sue, te quiero presentar a alguien, -dijo Jacob haciéndose a un lado- ésta es Lluna, mi impronta.
Sue se quedó mirándome por un segundo, luego a Jacob y lo volvió a abrazar, se separó de sus brazos y limpiándose las lágrimas que no paraban de salir fue a saludarme. Pensé que me iba a estrechar la mano, pues no nos conocíamos de nada, me pilló de sorpresa cuando me dio un gran abrazo. Puede ser que fuera una mujer mayor pero tenía gran fuerza. Su abrazo estaba lleno de ternura y no pude negarme a él, así que le respondí de igual manera.
Nos invitó a pasar dentro y a sentarnos en el pequeño salón, después, nos trajo unas bebidas para Jacob y para mí. Edward se levantó y le cedió el sitio a Sue. El salón era muy pequeño y solamente había un sofá de tres plazas estrecho y un sillón donde se sentó Bella.
- ¿Dónde está mi padre?- Le preguntó Bella a Sue.
- Se ha ido a pescar, hay cosas que nunca cambian. No creo que tarde en llegar. ¿Cómo está toda tu familia? – Le preguntó a Edward
- Bien, están todos bien gracias. –Le respondió sonriente.
Sue, con una sonrisa de lado a lado, volvió a abrazar a Jacob y él lo acepto encantado. Nunca le había visto actuar de esa forma tan afectuosa con otra persona que no fuera yo. Jacob me daba la espalda y no podía ver su cara pero seguramente tenía la misma sonrisa llena de cariño que tenía Sue.
- ¿Cómo te encuentras Jacob? – Le preguntó cuando se separó de sus brazos.
- Genial, mejor que nunca. – Le respondió. Sue me dio una cariñosa mirada.
Bella comenzó a moverse nerviosa en el sillón. Edward se sentó a su lado en el reposabrazos y acarició su mejilla con la palma de la mano, Bella lo miró y suspiro intranquila.
- ¡Ya llega el jefe! – Dijo Jacob animado. Intuí que ese era el motivo por el que Bella actuaba así.
Poco después de que dijera esto se escuchó cómo se aproximaba un vehículo y estacionaba cerca de la casa. Edward se puso en pie y cogió la mano a su esposa, dándole coraje. Bella se levantó del sillón y comenzaron a caminar los dos hasta la entrada del recibidor. El repicoteo de las llaves sonó en la puerta de la entrada antes de que se abriera.
- ¡Ya estoy en casa! – Anunció una voz grave masculina.
El hombre “Charlie” llegó a la entrada del salón. Se quedó como una estatua al ver a su hija y dejó caer los artilugios de pesca que llevaba en las manos. No fue hasta que él dijo su nombre que Bella no fue a saludarlo a una velocidad imposible para una persona normal. Los dos se abrazaron con ternura. Charlie apretaba a Bella a su cuerpo y acariciaba su cabello. Jacob limpió mis lágrimas por la emoción de la imagen. Bella y Charlie comenzaron a dirigirse unas palabras, distraje mi atención mirando el fuego de la chimenea, era un momento muy íntimo entre un padre y una hija y había demasiada gente presenciándolo. Cuando Charlie y Bella dejaron de abrazarse fue a saludar a Edward que estuvo en todo momento al lado de ellos dos. Se saludaron con un fuerte apretón de manos y Charlie le dio unos golpecitos en la espalda.
- ¿A mí no me dices nada? – Dijo Jacob divertido mientras se ponía en pie.
Charlie se le quedó mirando aturdido y cuando reaccionó avanzó riéndose totalmente decidido a saludarlo. Se dieron un fuerte abrazo y manotazos en la espalda, de éstos que suenan y te hacen casi sentir el dolor.
- ¡Está sí que es una sorpresa! – Le dijo Charlie a Jacob mientras le daba un golpe en el hombro. Si seguía dándole manotazos, de esta casa iba a salir lesionado.
- He venido a presentaros a alguien, Charlie esta es Lluna, mi novia. – Le dijo señalándome.
Me levanté del sofá y estiré la mano para presentarme a Charlie. Aunque no lo conocía de nada, solamente de los libros, no hacía falta saber que era un hombre poco afectuoso, aunque lo que acababa de ver me diera a entender todo lo contrario. Charlie era una persona de estás que te trasmiten respeto. Cordialmente nos estrechamos la mano mientras nos presentábamos.
- ¡Qué sorpresa! –exclamó Charlie a sus conocidos recién llegados. - ¿Ha venido también mi Nessie?
Todos los presentes nos quedamos de piedra, Jacob borró su sonrisa y le comenzaron a temblar ligeramente las manos.
- ¿Tenéis hambre? – Preguntó Sue nerviosa.- Seguro que Charlie a traído un montón de pescado para comer.
- ¡Sí, muchísima hambre! - Dije exaltada, todos se me quedaron mirando. –Jacob vamos a ayudarle a preparar la comida.
Cogí a Jacob de la mano y seguí a Sue hasta la cocina. Internamente le agradecí que distrajera a Jacob con otra cosa que no fuera pensar en Nessie.
Sue cogió la bolsa con el pescado que había traído Charlie y comenzó a limpiarlo. Yo ayudé preparando la ensalada mientras Jacob ponía la mesa.
- ¿Dónde os quedaréis a dormir? – Preguntó Sue.
- Pues no lo sé, Jacob no me ha comentado nada. – Respondí ya que Jacob no decía nada.
- ¿Jacob, dónde vais a pasar estos días? – Volvió a preguntar Sue.
La respuesta siguió siendo el silenció. Giré a ver el porqué no contestaba, quizá se había ido y no nos habíamos cuenta y, efectivamente, aunque Jacob estaba de cuerpo presente, su mente estaba muy lejos de aquí, bueno, mejor dicho, sus oídos estaban en otro lugar y podría asegurar que estaban en el salón escuchando la conversación que tenían Bella, Edward y Charlie. Comencé hacerle señales con las manos pero siguió con la mirada fija en la puerta de la cocina que estaba cerrada. Al sentirme totalmente ignorada le tiré el trapo de cocina que había en la encimera, le di en toda la cara y se sobresaltó.
- ¿Sabes que es de mala educación no contestar a las preguntas que te están haciendo? – Le dije chistosa. Aunque estaba segura que no contestó porque estaba escuchando conversaciones ajenas, preferí no sacar el tema.
- Estaba distraído, -dijo en modo disculpa- ¿Qué querías?
- ¿Dónde vais a dormir? – Volvió a preguntar Sue, cansada de repetir lo mismo.
- No había pensado en eso todavía, quizá en mi antigua casa.
- No creo que quepan más personas en esa casa con tu hermana, Paul y tus dos sobrinos.
- ¿Tienes sobrinos? – Le pregunté al enterarme de esa nueva información.
- Sí, dos pequeñajos. – Contestó Jacob.
- De pequeños nada, -le corrigió Sue- son casi dos adolescentes. Quedaros mejor en mi casa, allí sólo está Seth. Podréis dormir en mi antiguo dormitorio.
- ¿No vendrá Leah? – Preguntó Jacob.
- No creo. –Contestó repentinamente entristecida. Sue se quedó un rato sumergida en sus pensamientos y esforzó una sonrisa para continuar hablando.- Espero que Seth tenga recogida la casa, la última vez que fui allí estaba hecha un desastre.
Cuando estuvo hecha la comida nos sentamos todos alrededor de la pequeña mesa a comer. Aunque Edward y Bella no comieron (obviamente), nos acompañaron. Charlie me hizo un pequeño cuestionario para conocerme que se pareció más a un interrogatorio, pero no me molestó, no hubo ninguna pregunta que me incomodara. Después Charlie siguió hablando sobre el incremento de la delincuencia en Forks a causa de la avalancha de turistas. Jacob no paraba de hacer bromas y contar chistes, Sue le regañaba cada vez que interrumpía. Me conmovió como Sue actuaba de esa forma tan maternal con Jacob, se veía que entre ellos dos había un hilo muy especial y afectuoso.
Terminamos de comer, nos despedimos de todos y después de que Sue nos diera un juego de llaves de su casa nos fuimos Jacob y yo a la Push.