Hoy es viernes por la mañana, el sol entra por la ventana y mi estado de ánimo es bueno, muy bueno. La cabeza me dolía un poco aunque pensaba que iba a estar peor después de los Mojitos de ayer por la noche. Me levanté de las cama y busqué el CD recopilatorio que hice con canciones positivas, puse la pista número 16 que era I feel good de James Brown y le di al botón de repeat. Mientras me arreglaba para ir a trabajar bailaba y cantaba la canción, la moral estaba en aumento con cada nota musical, sentía que hoy nada me podía salir mal.
Los viernes siempre estaba de buen humor, por razones obvias. Trabajaba hasta el medio día y era la puerta que abría el fin de semana. Pero hoy era diferente, me sentía mejor que cualquier otro viernes, ¿sería porque había quedado con mis amigas?
Cuando terminé de maquillarme, recogí la habitación y baje a desayunar. En la cocina se encontraba mi hermana preparando el café, se la veía muy triste. Teníamos que hablar de lo sucedido ayer, las dos nos debíamos una disculpa. Estuve muy agresiva con ella -lo que dijo me dolió mucho- pero no para comportarme de esa manera. Solucionar con ella algún problema siempre era complicado, es muy orgullosa y nunca reconoce sus errores. De pequeñas, cuando nos peleábamos y nuestros padres nos obligaban a perdonarnos, sus disculpas siempre sonaban forzadas, nunca reconocía del todo su parte de culpa.
Debía comenzar la conversación de forma que el error fuese mío y, poco a poco, iría llevando el discurso a la parte donde ella me ofendió, para que supiera cómo me había sentido y, de alguna manera, ella me ofreciera sus disculpas.
- Buenos días Olga, ¿podemos hablar? – No contestó, esto iba a resultar difícil-. Quería pedirte disculpas por lo que sucedió ayer. Tuve un mal día en el trabajo y lo pagué contigo, lo siento mucho. –Seguía sin decir nada, era más bien un monólogo que una conversación entre dos personas sensatas - Me dolió que dijeras que era una amargada y por eso nunca iba a encontrar pareja. – Me estaba poniendo nerviosa el hecho que no dijera nada; estaba de espaldas a mí y no podía ver su cara de modo que me puse a un lado de ella apoyada en la encimera, vi como una lágrima caía por su mejilla- Olga, siento mucho lo que paso ayer, perdóname por favor.- Las lágrimas comenzaron a salir en cascada de sus ojos y, por fin, comenzó hablar.
- Me sentó mal que me dijeras que estaba histérica, no eras la primera persona que me lo dijo en esa jornada. – Ella también tuvo un mal día.- Aunque sea la realidad, duele que te lo digan en todo momento.
- ¿Quien más te lo dijo? – No necesitaba la respuesta, seguro que se peleo con Javier, otra vez.
- Pues me lo dijo mamá en la universidad, cuando quedé con Javier y, luego, me lo dijiste tú cuando llegue a casa. Ya sé que tenéis razón, pero estoy muy agobiada y lo pago con las personas más cercanas, como tú ayer pagaste los problemas conmigo.
–Ya estaba reprochándome que yo era la culpable de la pelea. Hoy no iba a ser el día que mi hermana pidiera perdón, tampoco tenía grandes expectativas de que esto ocurriera. Dejaría pasar la discusión de ayer, como tantas otras.
- Las dos deberíamos descargar nuestras tensiones en alguna otra cosa. – dije desviando la historia de ayer-. Podríamos ir al gimnasio a quitarnos las malas vibraciones con una clase de spinning.
- Me parece una buena idea, hoy no tengo clase en todo el día, podríamos ir después de comer.
Mi hermana ya no estaba llorando, ella no me guardaba rencor por lo que le dije ni como me puse de agresiva, y yo tampoco se lo guardaba a ella. Miré el reloj, mierda, hoy también me quedaba sin desayunar, si no me daba prisa llegaría tarde.
- ¡Me tengo que ir a trabajar!- le di un trago a la taza de café que tenía Olga y le robé un mordisco al donut que tenía en la otra mano- después de comer vamos al gimnasio, te quiero – dije con la boca llena, le di un beso y salí corriendo de casa.
Llegué a la oficina, como siempre, con el tiempo justo. El día trascurrió sin incidentes por parte de Mariano y, si dijo o hizo alguna cosa molesta, no le di importancia, mi estado anímico era excelente y sentía que nadie me lo podía estropear. A Lucas no lo vi en toda la mañana, se fue antes de que yo llegara hacer una entrevista y, cuando me fui al medio día, no había regresado. Le dejé una nota en su despacho deseándole un buen fin de semana.
Después de comer fuimos al gimnasio tal y como se lo prometí a mi hermana. La clase de spinning nos sirvió para descargar adrenalina y para darnos un gustazo con el culo del profesor cada vez que se ponía de pie en la bicicleta. Terminó la clase y fuimos a las duchas para quitarnos el sudor y, por mi parte, también necesitaba que el agua calmara mi calentón. Cuando salí de la ducha me encontraba muy relajada y en paz conmigo misma, Olga ya no estaba molesta por lo de ayer, ni yo con ella; su estado de ánimo había mejorado bastante, se la veía tranquila.
- Cuéntame Lluna, ¿qué te ha pasado para que estés así de feliz hoy? – Olga también se había dado cuenta de mi estado anímico.
- Nada en especial, me levanté así de bien, tengo la sensación que hoy será un gran día.
- Ya me contarás el secreto para estar así de feliz.- Ni yo misma lo sabía- Tienes un brillo especial en los ojos… ¿Cuándo has conocido al chico?
- ¿Qué chico? – Dije mirando a mi hermana.
- El que te ha enamorado y te hace brillar los ojos.
- Pues si lo encuentras, le dices que lo estoy esperando y que no le voy abrir la puerta de casa si no me trae un ramo de violetas. – Las chicas que estaban en el vestuario comenzaron a reírse- Pues yo no le encuentro la gracia, llevo tiempo esperándolo y que mínimo me traiga unas flores como disculpa.
- ¡Y un fajo de dinero en la cartera! – Dijo una mujer del vestuario, todas comenzaron a reírse.
- Yo, con un ramo de violetas, ya tengo suficiente- Le contesté a la mujer que se estaba metiendo en la conversación privada entre mi hermana y yo.
- Lluna, a mi no me puedes engañar soy tu hermana y tú tienes algún hombre en tu vida. Pero, mírate, si estás hablando de él y te sale una sonrisa tonta en la cara.- Me miré en el espejo, tenía razón; me veía diferente, feliz, emocionada, los ojos brillaban, ¿estaba enamorada, pero, de quién?, no había conocido a nadie.
Nos terminamos de vestir y salimos del gimnasio. Fuimos a la tienda de ropa que había dos calles más abajo para mirar la nueva temporada otoño – invierno. Al girar la esquina, vi aparcado el deslumbrante coche negro deportivo de ayer por la noche, aquel que ocupaban esa pareja extraña y a la vez familiar, ¿de que los conocía?
Entramos en la tienda y otra vez volví a sentir ese frio en la espalda, sería que la temperatura del local no estaba bien graduada. Comenzamos viendo las chaquetas, luego, los pantalones, las blusas y por último los zapatos. Me probé unos botines de piel marrones claros de tacón alto, me quedaban geniales y combinaban con toda la ropa de mi armario.
- Olga, me acabo de enamorar de estos zapatos.- Es cierto no podía dejar de mirarlos.
- Son muy bonitos, oye – se agachó y habló susurrante cerca de mi oído- ¿conoces a las dos chicas que están pagando en el mostrador?, la del pelo largo te mira con cara de asco.
Miré hacia allí, habían dos chicas preciosas pagando la compra, con cuerpos de escándalo (modelos, seguro que eran modelos); una era de estatura media con el pelo largo color castaño y me miraba con repulsión y la otra era… era la chica del descapotable negro, delgada, no muy alta y pelo oscuro corto. Las dos se parecían mucho en su color pálido de piel, las facciones perfectas, un cuerpo hermoso y ambas tenían los ojos del mismo color. Era un color que jamás había visto, eran de color miel muy clara, casi dorados. Esos ojos solo me los había imaginado cuando leía… ¿Crepúsculo? No podía ser, estaba alucinando otra vez. Pero se parecían demasiado a las personas que yo imaginaba del libro. Las dos chicas salieron de la tienda, la del pelo largo no dejo de mirarme con la misma cara de repulsión hasta que salió por la puerta.
- ¿Lluna estas bien?, estas pálida, parece que hayas visto un fantasma.- Comenzó a zarandearme por los hombros.- Lluna, contéstame.
- Perdona, si estoy bien.
- Te quedaste pasmada cuando viste a la chica esa, ¿tienes problemas con ella? – Dijo mi hermana preocupada.
- No, no las conozco. Creo. – aunque seguía teniendo la misma sensación, me eran familiares. “Deja de alucinar Lluna” pensaba mientras sacudía la cabeza olvidando teorías fantásticas.
Me quite los botines y los metí en la caja. Fuimos a pagar al mostrador. Mi hermana preguntó a la dependienta si conocía a las chicas que habían pagado antes.
- Son extranjeras, se han mudado hará una semana por motivos laborales. Viven a las afueras, pero no sé exactamente donde. Me parece que son hermanas porque se parecen muchísimo. Son muy buenas clientas ya han pasado por aquí dos veces haciendo grandes compras y encargos.
Lo ves Lluna, son dos chicas normales y corrientes, normales y corrientes. Me repetí mentalmente esta frase varias veces de camino a casa, pero ni yo misma me creía eso. De normales y corrientes no tenían nada, ni las modelos que salen en la tele son tan hermosas. Cualquier revista o diseñador pagaría un dineral porque sus cuerpos y sus caras salieran en la portada o llevaran puesto sus diseños.
Al llegar a casa fui directa a mi habitación. La teoría que tenía en la cabeza sobre que las chicas de la tienda fueran los personajes de Crepúsculo me tenía intrigada - sé que suena a locura- pero habían demasiadas similitudes para comenzar a creer que las especulaciones eran ciertas.
Dediqué la tarde a investigar el tema. Cogí el primer libro de la Saga y busqué la pagina donde Bella ve por primera vez a los Cullen. Después, escudriñé los libros restantes en busca de descripciones de los personajes. Por último, fui a internet. La chica del pelo corto podría ser Alice. El chico de facciones perfectas y cabello despeinado podría ser Edward. Y la chica con mirada asesina era Bella, según mis hipótesis. Todo esto sonaba a disparate, ni yo misma me lo creía, pero toda la investigación llegaba al mismo punto, las personas que había visto eran vampiros.
Comencé a ponerme nerviosa, me estaba creyendo la paranoia. Tenían que ser casualidades y, por mi fanatismo a Crepúsculo, estaba llevando las suposiciones demasiado lejos. Si seguía pensando de esa forma me creería mis propias fantasías y terminaría en un psiquiátrico. El teléfono comenzó a sonar, era Laura.
- Dime.-le contesté muy seca, mi cabeza seguía dándole vueltas a la historia.
- Lluna, en 10 minutos voy a buscarte, espero que estés lista porque llegamos tarde.
– ¿Tarde?, había estado investigando y no me había dado cuenta de la hora.
- ¿A qué hora hemos quedado?
- Hace 5 minutos que deberíamos estar en el centro, ya he enviado un mensaje a la Raquel diciéndole que llegaríamos tarde. Nos vemos ahora, no te entretengas.- y colgó.
Mire el móvil, tenía un mensaje de Raquel donde decía que habíamos quedado a las 8 en el parque del centro. Eran las 8 y 5 minutos, llegábamos tarde y yo todavía no me había arreglado para salir. Me peiné poniendo un poco de espuma en el pelo y me maquillé con tonos claros grises. De ropa, elegí los pantalones tejanos oscuros, la camiseta azul eléctrico de manga larga y la chaqueta fina de punto negra. Hoy no iba a estrenar mis fabulosos botines nuevos, los dejaría para una ocasión especial, me puse las botas altas negras. A los 15 minutos llegó Laura, yo ya estaba preparada esperándola en la entrada, me subí a su coche. Todavía no había cerrado la puerta del copiloto cuando Laura aceleró el coche.
- ¿Qué pasa con tantas prisas? -dije
- Perdona me entretuve hablando con Jesús y no me di cuenta que era súper tarde. Mira la hora que es y tenemos que pasar a buscar a la Nury. La pobre Rakel lleva esperando un montón de tiempo, nos va a matar, siempre llegamos tarde. –Mi amiga hablaba muy deprisa, pero más deprisa llevaba el coche.
- Laura, por mucho que corras, llegamos tarde. – Parecía que estábamos en una carrera de coches. Comparada su forma de conducir con la mía cuando iba por las mañanas al trabajo, yo era una abuelita al volante indefensa.
- Pobre Rakel, lleva más de 20 minutos esperando, pobre Rakel, está sola esperándonos, pobre Rakel.
- Vale, que sí, pobre Rakel pero tú pon atención a la carretera, nos vamos a matar.- Laura repetía y repetía la misma frase “pobre Rakel, llegamos tarde, nos está esperando”. El coche se inclinaba en las curvas estampándome la cara en la puerta del copiloto. Llegamos a casa de Nury, ella ya estaba esperándonos en su portería. Cuando se subió al coche nos dijo que Rakel la acababa de llamar preguntando si íbamos a tardar mucho.
- ¡Ya vamos Rakel! – gritó Laura y salimos a velocidad de cohete. No paraba de repetir el discurso.
- ¡Cuidado Laura con los saltos! – Dijo Nury. Iríamos a unos 60 km/h en el centro de la ciudad. El ayuntamiento hacia poco había puesto unos badenes para que los conductores redujeran la velocidad en los pasos de viandantes, pero Laura parecía que ignoraba cuál era su uso-.
- ¡FRENA LAURA, FRENA, AAAAHHHHHH! – La conductora no nos hacía caso y acelero más. Nury y yo comenzamos a gritar esperando el gran salto, parecía una atracción de feria. En el salto, Laura también se unió a nosotras en el grito. El coche salió disparado por los aires como sólo se ven en las películas, las ruedas quedaron sin agarrarse al asfalto. Cuando los neumáticos tocaron el suelo los ocupantes rebotamos en los asientos -.
- ¡ESTAS LOCA LAURA, NOS VAMOS A MATAR! – A Nury casi se le caían las lágrimas del miedo, yo le di un manotazo en el hombro y le di una charla sobre la conducción responsable.
Al llegar –sanas y a salvo- aparcamos el coche cerca de donde habíamos quedado. Raquel nos estaba esperando con cara de aburrimiento y sentada en un banco, la saludamos y le pedimos disculpas por el retraso, también le contamos que había estado a punto de darnos un ataque en el corazón a casusa de la temeraria conductora. Nos fuimos a tomar unas cervezas.
Después de hablar de penas y desgracias en el bar fuimos a cenar a un restaurante Italiano, no muy elegante, pero se comía muy bien y a un precio económico. Nos lo pasamos muy bien durante la cena dejando atrás los problemas, aunque yo todavía no me quitaba de la cabeza la historia de los vampiros, mi conclusión era que estaba demente, debía de dejar de leer historias por un tiempo.
- Lluna, ¿has escuchado lo que hemos dicho? – Raquel me estaba hablando, pero no sabía de qué.
- Perdona, ¿qué decíais?
- Que podríamos ir a bailar un rato al Paradise, hace tiempo que no pasamos por allí.
- Sí, sí, me parece bien.
- ¿Qué te pasa Lluna? Estás muy distraída esta noche, parece que tengas la cabeza puesta en otro sitio. –Dijo Nury
- Nada, no sé. – nada, que me parece que me estoy volviendo loca.
- Yo sé lo que le pasa – respondió Raquel – está enamorada, mirar cómo le brillan los ojos de felicidad.
- No hay ningún chico, de verdad, no me pasa nada. – Ninguna de las tres se creyó lo que dije, pero no les podía decir la verdad, pensarían que estoy chiflada. – el brillo que tengo en los ojos es porque soy así de guapa – dije moviendo mis pestañas arriba y abajo.
- Si claro, si no nos lo quieres contar no pasa nada, pero no nos mientas. Tú tienes un hombre en tu vida. –Laura también pensaba lo mismo.
Después de un rato de interrogatorio por el novio fantasma, fuimos al Paradise a bailar. La música me distrajo bastante, me dejé llevar por el ritmo y sólo pensaba en las letras de las canciones. El local era muy grande, pero había mucha gente y todos bailábamos pegados, comenzó a sonar la canción Can’t take my eyes off you, definitivamente los años 80 volvían a estar de moda. Hacía muchísima calor pero por mi columna sentí frio, como un cubito de hielo cayendo por mi espalda. Me quedé en shock, esa sensación sólo la notaba cuando veía a los causantes de mi locura – y, efectivamente- allí, a 2 metros de distancia, estaban ellos y, al segundo después, desaparecieron. Estaba petrificada en el sitio, mi enajenación mental estaba llegando demasiado lejos. Mis amigas no notaron mi reacción, no les quería preocupar, así que les dije que iba a la barra a buscar una bebida, así podría poner en orden mis pensamientos.
Me senté en un taburete lejos del bullicio de la gente ¿Qué me estaba pasando?, la saga Crepúsculo me gustaba mucho, pero no era una obsesión tal como para crearme un desequilibrio mental. Por mi cabeza comenzó a pasar una lista de diferentes enfermedades psíquicas, tenía delirios y otra vez los estaba volviendo a tener. Las dos vampiras y el vampiro se situaron enfrente, los ojos se me abrieron como platos y mi cuerpo se puso rígido, cerré los ojos esperando que al abrirlos hubieran desaparecido, sentí una ráfaga de aire a mí alrededor. Al abrir los ojos no solo habían desaparecido, sino que ya no me encontraba en el mismo lugar, estaba en el otro extremo de la discoteca, cerca de las puertas de la terraza. Miré a mí alrededor y los vampiros se encontraban ahora detrás de un chico moreno muy alto, a quien la vampira con el pelo corto negro empujó y chocó contra mí, haciéndome perder el equilibrio. Cerré los ojos esperando una gran caída, la cual nunca sucedió porque unas manos sujetaron mi cintura impidiendo el desplome. No quería abrir los ojos y volver a ver esas visiones que ahora se habían vuelto agresivas, cada vez mi locura iba a peor, tenía miedo.
- ¿Chica, estás bien? - el chico que me estaba sujetando me estaba hablando con la voz más dulce que nunca había oído.
- No – mi voz sonó temblorosa, seguía con los ojos cerrados.
- ¿Te puedo ayudar? – Qué amable, qué pronto me soltaría la cintura si supiera que era una loca que tenía alucinaciones. –estás temblando, ¿Qué te pasa?, ¿necesitas algo?- , estaba muerta de miedo.
- ¿Puedes hacer que desaparezcan los vampiros? – ahora era el momento en el que el chico me soltaba, iba avisar a los porteros de la discoteca para que llamaran a una ambulancia, y seguramente, pensaran que sufría sobredosis de drogas alucinógenas. Pero no pasó, en vez de salir corriendo me agarró más fuerte y me acercó a su cuerpo, pude sentir como sus manos temblaban.
- Te juro que he intentado que desaparezcan muchas veces, pero son muy insistentes- soltó una risa nerviosa, su aliento llego a mi cara, era un olor muy dulce. - ¿había entendido él mi pregunta?, ¿había escuchado bien su respuesta?
Esa cariñosa voz me tranquilizó, me sentía muy segura en los brazos de ese chico, no quería abrir los ojos y encontrarme de nuevo con la realidad, pero estaba intrigada en conocer al chico al que había confesado mis alucinaciones y no había salido corriendo.
Relajé los parpados y poco a poco abrí los ojos, me encontré a unos 50 centímetros de la cara del chico. Él tenía el rostro más bello que nunca había visto. Su sonrisa era preciosa, adornada con unos perfectos y blancos dientes que contrastaban con su piel morena. Lo siguiente en que me fijé fue en sus ojos oscuros, preciosos, brillantes y mágicos. En ese preciso momento, me di cuenta que nunca podría quitar mis ojos de él.
Buenas, lo prometido es deuda. Como habéis leído, la cosa se ha comenzado a animar. Espero que lo hayáis disfrutado, siento dejaros con la intriga aunque os podéis imaginar quien es ese chico moreno, ummmmm!!!!! Próximamente más.
ResponderEliminarHola amor! Sólo quería mandarte todo mi apoyo ya que tengo la suerte de tenerte como amiga y tener "acceso" directo a la historia :) Un besito muy grande!!
ResponderEliminarHanabi
Hola a todo el mundo, primero dar las gracias por todas las visitas que he recibido en el blog en estos días, gracias por todo el apoyo y los comentarios. Mañana por la noche capítulo 5: Sueños en el paraíso. Saludos!!!!!!!
ResponderEliminaroooooooooooooooooooooooh!!!!!! que maravilla. me ha encantado el momentazo discoteca con el chico ese abrazandola, que bonito. me ha gustado mucho. cada vez los capítulos los estoy viendo con mucha mas intriga, emocion, etc.
ResponderEliminarEspero quie el jefe ya no le moleste a ella en la oficina porque no me cae bien y Lucas ....... hay Lucas es maravilloso, atento, parece guapo, etc.
ooooooooooooo jacob!!!!! OMG mis ganas de ser lluna en ese momento jaja
ResponderEliminarpor el 5 ahora :)
jjaajaja es divertidisima la historia!
ResponderEliminarMe encanta cuando intenta convencerse a si misma que esta loca xD
Sigue asi, esta muy bien""