viernes, 5 de agosto de 2011

27. La Push

Hola a todas/os, mi vida parece que va tomando buen rumbo, aunque todavía sigo un poco perdida… Comencé otra vez a escribir y parece que la inspiración volvió a mí.
Antes de que leáis el nuevo capítulo, sí, NUEVO CAPÍTULO, os hago un resumen de cómo iba la historia.

--- Lluna y Jacob han decidido seguir adelante con su gran historia de amor pese a todos los inconvenientes y problemas que conlleva. Si los Vulturis descubren que los Cullen han roto el trato puede haber graves problemas y consecuencias para toda la familia vampírica y, sobre todo, para Lluna y Jacob.

Jacob propone a Lluna pasar una semana en la Push para que conozca a su familia y manada. ¿Pasarán unas felices fiestas de acción de gracias?....


Capítulo 27. La Push

Llegamos a La Push unos 5 o 10 minutos después de subirnos al coche. Me hubiera encantado poder ver el paisaje, seguro que debía ser precioso, pero la oscuridad de la noche no me dejó contemplarlo. Mi máxima visión fue lo que iluminaron las luces del coche y la poca luz que se filtró de la luna escondida entre las nubes.

Las farolas encendidas del pueblo nos dieron la bienvenida. Algunas estaban medio fundidas y parpadeaban cuando pasábamos. La Push estaba situada en una explanada que limitaba con el océano y la arboleda del bosque. No había bloques de pisos. Todas las viviendas eran casas de madera de uno o dos pisos y tenían una gran extensión de terreno que las rodeaba.

Jacob giró el coche por la primera calle que nos encontramos. Cruzamos tres manzanas y aparcó en la entrada del garaje de una casa que hacía esquina. No parecía que hubiera nadie en la casa, estaba a oscuras.

- Bueno, ya hemos llegado. –Dijo apagando el motor.

- Espero darle mejor impresión a Seth, he sido una estúpida antes con tus otros amigos.

- Deja de repetir que eres una estúpida, ya te he dicho que no lo has sido, era completamente razonable lo que has hecho. – Dijo dándome ánimos, aunque yo seguía pensando lo mismo, era una cobarde. – Seguro que le caes fenomenal a Seth, le gusta tanto parlotear como a ti.

- ¿¡Me estás llamando bocazas!? – Le dije ofendida de forma teatral.

- No, no. Lo que quiero decir es que a los dos os gusta hablar, que por eso os vais a llevar bien. No es de los que callan lo que piensan, igual que tú y… y eso está bien, porque así sé que no me escondes nada y… y…- Decía nervioso.

Se me escapó la risa, ¡y él decía que yo parloteaba! Me encantaba la forma en que se disculpaba; se ponía muy nervioso y atropellaba las palabras. No solía tener que dar muchas explicaciones a nadie y, cuando lo hacía, se ponía muy nervioso. Me lancé a él en un movimiento rápido que le pilló desprevenido; estaba totalmente sumergido en sus cavilaciones. Jacob echó el asiento hacía atrás para que no me hiciera daño con el volante. Me senté de lado en sus rodillas y nos quedamos mirando. Su preciosa sonrisa era algo que todavía hoy me dejaba fascinaba y sabía que siempre iba a ser igual. Lentamente acercó su cara a la mía y rozó su nariz en mi pómulo.

- Te quiero. –Susurró en la comisura de mis labios.

Se me escapó una risilla floja, como las otras veces que me decía esas palabras. Cerré los ojos y junté muy despacio mis labios con los suyos, uniéndose perfectamente como dos piezas de un puzzle. Nuestros labios se movían sincronizados, teniendo bien aprendida la lección, sabiendo de memoria cada movimiento. Nos separamos cuando el beso cada vez se fue volviendo más apasionado; no quería que nos viera alguien y tener un nuevo mote más aparte del de cobarde. Jacob dejó la cabeza apoyada entre mi hombro y el cuello y dejó dulces besos allí. Siempre me hacía sentir la mujer más amada del mundo.

Después de estar un rato abrazados, sin decirnos nada (el roce de nuestras caricias se encargaban de decirnos todo lo que sentíamos), Jacob abrió la puerta y me sacó en brazos del coche. Fuimos a la parte trasera y sacamos las maletas. Cogió las más grandes y nos dirigimos a la puerta de entrada de la casa.

No sé como lo hizo, pero fue capaz de sacar las llaves de su bolsillo sin necesidad de dejar las dos maletas en el suelo.

- ¿No vas a llamar?- Le pregunté antes que metiera la llave en la cerradura.

- No hay nadie –Contestó confiado.

- Quizá está durmiendo.

Se quedó sólo un segundo escuchando y, muy seguro de si mismo contestó: “no, no hay nadie”. A continuación abrió la puerta y encendió las luces que estaban en la entrada.

La casa se notaba que vivía una persona soltera y que no recibía visitas muy a menudo. No había recibidor, entrabas directamente al salón comedor que comunicaba con la cocina por una barra americana. Una parte del suelo era de madera igual que las paredes, la otra parte estaba decorada con cajas de pizzas vacías, latas de refrescos espachurradas, botellines de cerveza, ropa sucia… El sofá de cuero marrón y la mesa de madera estaba decorada con los mismos elementos que habían esparcidos por el suelo. Todo el salón comedor era un caos, incluso encima del mueble de la televisión había basura. Miré de refilón la cocina y estaba igual decorada que el comedor para no desentonar. ¡Qué asco! En la pica y en toda la pequeña encimera se amontonaban los platos, vasos, cazuelas, sartenes sucias… y, por la grasa reseca que había pegada en la vajilla, debería de hacer más de dos semanas que no se fregaba.

- ¡Pero qué asco! –Exclamó Jacob al ver tal desastre. – ¡Este tío es un guarro!

- Quizá… ayer dio una fiesta. –No tenía pinta, aunque un desastre así sólo se conseguía haciendo un festival o, simplemente…

- Es un cerdo –Dijo confirmando lo que yo estaba pensando. –Espero que la habitación de Sue no esté igual. Ten cuidado por dónde pisas. –Me dijo, cerró la puerta y comenzó a adentrarse en el basurero -quiero decir, en la casa-.

Jacob chutaba todo lo que se encontraba por su paso para hacerlo a un lado. Yo tenía la vista fija en mis pies y controlaba que en cada paso no pisara nada.

- ¿Qué es eso? –Preguntó con repulsión.

Se acercó a la mesa y miró dentro de un cubo de pollo frito.

- ¡Esto es nauseabundo! – Dijo arrugando la nariz y continúo con su marcha murmurando algo sobre Seth y, por el tono de voz, no era nada bueno.

Cuando pasé cerca la mesa certifiqué lo que Jacob había dicho. Lo que fuera que hubiera dentro de ese cubo de comida se estaba pudriendo –creo que eran o, algún día fueron, alitas de pollo fritas-. Encendió las luces del pasillo y abrió la primera puerta.

- ¡Menos mal! –Exclamó aliviado cuando entró en la habitación.

Yo también suspiré aliviada cuando llegué a la habitación después de saltar un montículo de ropa sucia. Por suerte, la habitación de Sue estaba fuera de la porquería que había visto antes. Había un poco de polvo en los muebles, pero nada de decoración residual en el suelo ni en la cama que estaba sin sabanas.

- ¿¡Pero este chaval cómo puede vivir así!? – Le respondí encogiéndome de hombros, yo tampoco lo entendía.

- ¿Dónde está el lavabo?- Hacía rato que necesitaba utilizar un inodoro.

- La primera a la derecha. –Dijo mientras buscaba en el armario ropa para la cama.
Fui al baño saltando como antes la ropa sucia. Llegué a la puerta y la abrí con miedo de qué me iba a encontrar detrás. Di al interruptor pero no se encendió la luz, después de dos intentos más fallidos y, haciendo un corto estudio de acción-reacción, averigüé que la luz estaba fundida.

- ¡Jacob, dejo la puerta abierta, no funciona la luz! – Le grité desde la puerta. Cosa tonta, ya que con su desarrollado sentido del oído iba a escucharme sin necesidad de alzar la voz.

- ¡Genial! –Le escuché que decía sarcástico.

Por una parte agradecí que no viera mucho, así no vería en las condiciones que se encontraba el baño pero, por si acaso, no me senté en el inodoro. Inspeccioné el papel higiénico con la poca luz que entraba, parecía limpio; usable. Después me lavé las manos sólo con agua, no encontraba el jabón. Tampoco encontré la toalla y tuve que secarme las manos en el pantalón.

Cuando regresé a la habitación Jacob estaba haciendo la cama.

- Son las sabanas más bonitas que he encontrado, bueno, en realidad son las únicas.

Las sabanas eran rosas con puntilla blanca. A juego con la colcha que había doblada en la silla.

- Pero son muy suaves. –Le dije animada, ayudándole a terminar la tarea.

- Estás muy optimista hoy –Me dijo arqueando sus cejas, dudoso de mi actitud.

- ¿¡Cómo quieres que esté!? – Le dije eufórica.- Estoy viviendo un sueño, estoy viendo lo que tantas veces me había imaginado, ¡ESTOY EN LA PUSH! Además, yo siempre he sido más de lobos que de vampiros.

- ¿Ah, sí..? , pues esta tarde hubiera jurado todo lo contrario. – Dijo con una sonrisa burlona.

- Ja, ja, muy gracioso. –Le respondí sin ganas, sentándome en la cama. Los muelles crujieron.

Jacob se acercó y se sentó a mi lado, los muelles volvieron a crujir, pero esta vez más fuerte por su peso. Se me quedó mirando con una sonrisa pícara y se levantó un poco y volvió a sentarse, escuchándose otra vez los muelles. Respondí de la misma forma y él igual. El sonido de la cama crujiendo debajo nuestro nos hizo pensar en lo mismo, sexo. Soltó un gruñido de excitación por su pecho y se lanzó encima de mí. El movimiento fue demasiado brusco para una cama tan antigua, toda la estructura hizo un ruido estremecedor. Los dos nos quedamos mirando asustados, esperando que en cualquier momento se rompieran los hierros, por suerte, no sucedió y comenzamos a carcajearnos. Jacob no podía parar su risa, le fallaban las fuerzas, se hizo a un lado para no aplastarme. La cama crujió más que antes. Muy despacio nos fuimos moviendo hasta el borde y nos pusimos en pie. Se agachó al suelo y miró las patas de la cama.

- Cómo no apriete estos tornillos me parece que vamos a dormir en el suelo.

- Sí, eso parece. –Le respondí.

Comenzó a sonar el teléfono que había en el tocador. Jacob contestó.

- Casa de los Clearwater, ¿dígame? Sí, soy yo. ¡Ah! Hola Rakel. Claro que sí. Vale, ahora vamos. – Y colgó. -Mi hermana nos ha invitado a cenar. Ya pensaba que íbamos a quedarnos sin comer nada. ¿Vamos?

- ¡Vale!- Le contesté entusiasmada por la idea. Moría de curiosidad por conocer a su hermana y a los sobrinos de Jacob aunque, la idea de enfrentarme a Paul, no me agradaba mucho.

Saqué de mi bolso el neceser con el maquillaje y me retoqué un poco; después de las largas horas de vuelo y la llorera de esta tarde parecía un mapache. Cuando terminé, nos fuimos andando a la antigua casa de Jacob que estaba un par manzanas más allá.


En el paseo, Jacob me contó anécdotas que le habían ocurrido en esas calles. Con sus historietas divertidas tuve la mente ocupada y no pensé en lo iba a ocurrir a continuación: conocer a su hermana, sus sobrinos y enfrentarme a Paul.

Entramos en una parcela bastante grande. El suelo estaba embarrado, seguramente por las lluvias de hacía pocos días. Poco antes de acceder a los escalones del porche había una hilera de tablones de madera. Allí, Jacob se paró y observó la escena con nostalgia.

Cuantas veces había leído sobre ese lugar, cuantas veces lo había imaginado, cuantas veces había soñado y, hoy, otro sueño hecho realidad. Una realidad tangible dentro de mi vida irreal. Como tantas otras veces desde que estoy con Jacob; veía las cosas, las podía tocar, las podía experimentar con todos los sentidos pero, aún así, me costaban de creer. Agradecí que Jacob se parara, así tuve tiempo de ir asimilando lo que estaba viviendo y calmar mi euforia.

- Bienvenida a la casa de Jacob Black, bueno, la que era. – Dijo abriendo los brazos, abarcando lo que había a su alrededor.

- ¿Y el garaje? – Le pregunté entusiasmada. Asimilar, había asimilado. La euforia, no estaba controlada.

Señaló a unos árboles que había en la parcela. La luz que llegaba de las farolas de la calle no era mucha pero pude ver que detrás de aquellos arboles había algo. Había una pared hecha con tablones de madera. El techo estaba hecho con más tablones y plásticos para que no se filtrara el agua. ¿A eso le llamaba garaje? –Pregunté para mis adentros-, yo lo definiría más bien como barraca o chabola. Quizá desde que él se fue había estado abandonada.

- La ha cuidado muy bien mi sobrino Brian. – Dijo con orgullo. Me miró extrañado al ver que no decía ningún comentario. – No es lo que te esperabas, ¿verdad?

Me hubiera gustado mentirle para que no se sintiera mal y, aunque hubiera podido pensar algo y decirlo, no se lo habría creído, mi cara me delataba.

- Ya sé que por fuera no parece gran cosa, pero por dentro está bastante bien. Luego te lo enseño. –Dijo al ver que no me creía del todo sus palabras. Seguía sin creerme que “eso” podía ser un garaje, yo seguía viendo una barraca.


Fuimos hasta el porche (poco iluminado) y nos limpiamos los zapatos de barro en la alfombrilla. Cuando Jacob tocó el timbre salí de mi aturdimiento y mi euforia. ¡Mierda! Ya no me acordaba de Paul. Dentro de la casa se escucharon unos pasos correr a la puerta, la cual se abrió de golpe, salieron dos niños a abrazarse a Jacob. Levantó al más pequeño con un brazo; tendría que tener unos 8 años y, al mayor; de unos 12 años, le comenzó a alborotar la melena que le llegaba hasta los hombros, tenía un gran parecido físico con Jacob, aunque en menores escalas por la edad del pequeño.

- ¿Y estas greñas? –Le preguntó al chiquillo.

- Se quiere parecer a alguien. – Dijo una voz femenina cerca de nosotros.

Levanté la mirada de donde procedía esa voz. Una mujer se acercaba a Jacob emocionada desde dentro de la casa. Jacob dejó al niño en el suelo y, sin dudarlo, se lanzó a abrazarla. El enlace duró pocos segundos, la mujer se separó y habló conteniendo la emoción, aunque se le notaba un nudo en la garganta.

- ¡Podrías haber llamado alguna vez o, al menos, avisarme que venias! –dijo enfadada.- Te hubiera preparado una habitación para que pudieras dormir, bueno, pudierais dormir. – Me miró y vino a estrecharme la mano. –Hola, yo soy Rakel, la hermana olvidada de Jacob, estos son mis hijos Brian y Dylan y, ese de ahí, es mi marido Paul. – Señaló dentro y vi a un hombre asomarse por una puerta.

- Hola Lluna –dijo saliendo por completo al recibidor y levantando los brazos en señal no amenazadora. – Tranquila, no voy hacerte nada. –Su voz detonaba cierta mofa.

Noté como los colores iban subiéndome y la mirada de Jacob clavada en mi, dándome confianza, la cual funcionó. Tragué saliva y con ella la vergüenza. Saliendo mi lado más orgulloso comencé hablar, tenía que defenderme.

- ¿Tú eres Paul? – Le pregunté haciéndome la sorprendida.- ¡Vaya!, pensé que eras más grande, no te imaginaba tan… enclenque.

Paul se quedó sorprendido por mi reacción y, ofendido por mis palabras y por no haber logrado su objetivo de humillarme, se me acercó con paso amenazador. De lejos ya sabía que había mentido al decir que era un enclenque pero, cuando lo tuve más cerca, lo certifiqué. Era bien alto; 1.80 m aproximadamente y unos músculos bien formados en sus brazos, no me dio tiempo a ver más, Jacob con gesto protector se puso delante de mí y le escuché gruñir. Paul al principio reaccionó retrocediendo pero luego se le encaró. Rakel se interpuso en medio de la pelea.

- ¡Vosotros dos nunca vais a cambiar! – Les dijo empujando sus pechos para separar las distancias.- Venga, todo el mundo dentro.

Paul, amistosamente, cogió a Jacob por los hombros y lo encaminó dentro de casa, yo les seguí. Paul giró la cabeza y me dio una mirada de venganza, Jacob se dio cuenta y le respondió con un codazo en todas las costillas. La víctima se dobló por el golpetazo y tubo que cogerse a la pared para no caer al suelo.

- ¡Vaya, Jacob! Sí que te has vuelto protector. –Le dijo Paul medio riendo medio retorciéndose de dolor.

Jacob se rio en toda su cara, cogió mi mano y fuimos hasta el salón, dejando a Paul recuperando el aliento.

La estancia no era muy grande, incluso diría que era más pequeña que la de los Clearwater pero, al estar todo recogido y bien organizado, hacía que fuera un espacio muy agradable. Llegaba un estupendo olor a comida que me abrió el apetito. Brian con los ojos vidriosos comenzó a echarle a Jacob en cara su falta de llamadas, el acusado le respondió encogiéndose de hombros y abrazó al niño. Rakel no paraba de mirarme de una forma que no comprendía, me hacía sentir incómoda. Dylan comenzó a traer un montón de juguetes y a enseñárnoslos. Me entretuve mostrándole atención al pequeño, de esta forma no me sentí tan vigilada por Rakel. Paul, ya recuperado, vino donde estábamos todos, sacó de detrás el mueble del comedor un tablón de madera y dos caballetes para acoplarlos a la mesa y hacerla más grande.

- Brian, ¿puedes traer dos sillas del garaje? – El niño comenzó a refunfuñar por interrumpir la charla que tenía con su tío pero obedeció y fue hacer el recado.

- ¡Espera, vamos contigo!- Le gritó Jacob cuando Brian salió del salón.

Jacob cogió mi mano y casi corriendo fuimos detrás de Brian que nos esperaba en la puerta. Dylan vino con nosotros para hacernos de guía con una linterna que cogió del recibidor. Rodeamos la casa pisando el césped; el camino al garaje estaba embarrado y muy resbaladizo. Brian abrió una pequeña puerta que había en el lateral, todos, excepto Dylan, nos tuvimos que agachar para poder entrar. Alguien encendió las luces y pude ver que Jacob tenía razón; aunque por fuera parecía un barracón, por dentro estaba en muy buen estado. El techo estaba muy bien forrado con plásticos y las paredes con paneles de madera. Había un gran muestrario de herramientas colgadas, todas ellas ordenadas y cuidadas. El final del garaje era un mini desguace donde se encontraban variedad de piezas de todos los tamaños, chasis de motocicletas y partes de coches; todas ellas muy bien organizadas. Jacob y Brian fueron al final del garaje, yo me quedé con Dylan recogiendo algunas arandelas que habían tiradas por el suelo y metiéndolas dentro de un tornillo. Jacob me llamó desde el fondo del garaje y fui con él.

- ¿Qué te parece?- Preguntó destapando una motocicleta negra que estaba debajo de una sabana. - ¿Te suena?

Esa moto jamás la había visto, pero la había imaginado tantas veces cuando leía Luna nueva que era cómo si la reconociera. La moto se veía antigua pero estaba muy bien cuidada; limpia, pintura resplandeciente, el tapizado del sillín en perfectas condiciones… Jacob vio mi cara de sorpresa y sonrió.

- ¿Brian, me la prestas esta semana? –Le preguntó Jacob. – Seguro que a Lluna le hace mucha ilusión.

- ¡Claro! –Respondió Brian entusiasmado. -Funciona perfectamente. La he estado cuidando cómo me pediste, hace poco le cambié el tanque de gasolina.

Jacob y Brian se sumergieron en una charla sobre mecánica, hablando de los cambios en los que había estado trabajando el chico durante estos últimos años. No solamente tenían en común los rasgos físicos, sino también las aficiones. Yo comencé a imaginarme en ese espacio a Jacob y Bella trabajando en esa moto hace ya tanto tiempo, ayudando a Bella a superar los malos momentos por los que estaba pasando.

Después de coger las sillas, sacar la moto arrinconada y dejarla aparcada en el jardín, nos fuimos dentro de la casa a cenar.

La mesa ya estaba puesta con un montón de comida: filetes de carne empanados, puré de patatas, ensalada, verduras… En la cena los protagonistas fueron los niños, contando sus anécdotas del colegio y la reserva. Aunque Jacob y Paul no comentaron nada, yo sabía que, en su fuero interno estaban haciendo una competición de haber quien comía más y, no sabría decir quién ganó, los dos engulleron a más no poder. Al terminar los postres fui con Dylan a jugar a hacer sombras chinescas en el pasillo. Quería dejar a Jacob a solas con su familia, tendrían muchas cosas que contarse después de tanto tiempo. También quería escabullirme de las miradas que me daba Rakel, me hacían sentir incomoda.

Estuve jugando un buen rato con Dylan, le estuve enseñando algunas figuras que sabía hacer; que no eran muchas, al ser yo la hermana menor y tener una familia reducida, pocas veces había tenido la oportunidad de jugar con niños. Las pocas figuras que sabía hacer las había aprendido en mi cuarto, para entretenerme entre ejercicios y ejercicios de matemáticas. Jacob y Brian se nos unieron y estuvieron observando cómo jugábamos. Jacob tenía un brillo especial en sus ojos, llenos de ternura. Se sentó a mi lado en el suelo, cogió al pequeño y lo sentó en sus piernas. Dylan sujetaba la linterna entre sus pequeñas manos y Jacob comenzó hacer diferentes figuras que se reflejaban las sombras en la pared. Por petición de Brian, Jacob nos explicó un cuento. La historia trataba sobre un lobo que se había perdido por el bosque y buscaba su casa, sus amigos y familia lupina. Para encontrarlos preguntaba a los animales del bosque; un conejo, un águila, un alce, un cisne que nadaba por el lago, un pez, una rana… hasta que por fin encontraba su casa. Sus manos podían ser grandes pero las movía con mucha agilidad y destreza, moviendo sus dedos con soltura. Las sombras de la pared cambiaban de un animal a otro en un cerrar y abrir de ojos. Todos nos quedamos embobados mirando las imágenes y escuchando el cuento, incluso Rakel y Paul se nos unieron en silencio. Al finalizar la historieta todos aplaudimos.

Rakel mandó a los niños a dormir. Brian refunfuñó pero, después de que Jacob le prometiera dar una vuelta en la moto esta semana, se fue a dormir conforme.
Los adultos fuimos al salón y nos sentamos en el sofá. Paul encendió el televisor y se acomodó reposando los pies en la mesa auxiliar. Rakel iba a comenzar hablar pero antes le dio una mirada a Paul, la cual entendió a la primera y bajó los pies al suelo, Rakel asintió y comenzó hablar.

- Y bien, Jake, cuéntanos. ¿Cómo conociste a Lluna? – Preguntó chismosa.

- Pues me mudé con los Cullen a España y ahí la conocí.

- ¿Nada más? –Quiso fisgonear Rakel.

- Nada más, jugó el destino y nos unió. – Respondió tajante. - ¿Qué novedades hay en la manada?- Preguntó, cambiando de tema.

Rakel, por lo que intuía, era una cotilla pero, ella ya bien sabía que, aunque siguiera presionando a Jacob, no le iba a contar nada más. Así que, como buena chismosa contó las nuevas noticias a su hermano.

Comenzó a contarle un montón de historietas de todo el poblado. De algunas no tenía ni idea de lo que estaba hablando, pues no conocía a esas personas, otras sí que presté más atención dado que las conocía de la saga. Algunos de la manada ya no vivían en la reserva, por motivos de trabajo y estudio se fueron a vivir a las afueras. Jared y Kim hacía pocos días que habían sido papas de su tercer hijo, mañana sería la presentación en público del pequeño. Embry estaba saliendo con una chica hacía varios años y recientemente se quedó embarazada. Paul murmuró algo intraducible cuando Rakel dijo esto último.

- ¡Vaya! –exclamó Jacob- La Push se ha repoblado en estos últimos años. ¿Sam y Emily ya son padres también? La última vez que estuve por aquí lo estaban deseando.

- No, no pueden tener hijos. –Dijo Paul sin apartar la vista del televisor. Rakel, como buena cotilla que era, dio una respuesta más entrada en detalle.

- Emily se quedó embarazada hace ya tiempo, hubo complicaciones en el parto y el bebe murió. Los médicos dicen que si vuelve a quedar embarazada pueden haber complicaciones más graves y morir ella también.

- Lo deben de haber pasado realmente mal. – Respondió Jacob entristecido.

- Pues la verdad es que sí que lo pasaron muy mal y, si no te hubieras marchado con el rabo entre las patas, lo habrías sabido y vivido como todos los demás. – Le atacó Paul.

Jacob dio una mirada envenenada que traspasó la cabeza de Rakel y fue a parar a Paul. Agarré bien fuerte la mano temblorosa de Jacob y lo acerqué más a mi lado. No quería volver a ver una pelea hoy, ya había tenido suficiente esta tarde.
La tensión flotaba por el aire, ahora entendía el dicho de que se podía cortar con un cuchillo. El silencio trascurrió unos largos e inquietantes minutos, escuchando sólo las voces que salían del televisor. Jacob suspiró y comenzó a hablar relajado.

- ¿Quil y Claire ya están juntos?

- No, todavía no le ha contado nada a ella. – Le respondió Rakel.

- ¿Por qué? – Preguntó intrigado y extrañado. Yo tampoco lo entendía.

- No quiere contarle nada, es muy pequeña todavía, sólo tiene 15 años recién cumplidos.

- Pero… ella puede enterarse por si sola. –Dije tímidamente, todos se me quedaron mirando. –Si lee o escucha hablar sobre Crepúsculo…

- ¡Tú también los has leído! –Gritó enfadado Paul, levantándose nervioso del sofá. – Seguro que eres una de esas fans alocadas. Pues que sepas que esos libros deberían ser prohibidos en todo el mundo, como los han sido aquí por invadir la privacidad de tantas personas de esta reserva.

Rakel miró a su marido, con miedo de lo que pudiera hacer o seguir diciendo. Jacob soltó mi mano y cerró su puño en un temblor, preparado para arremeterle a Paul que me miraba expectante de que dijera algo. Siguió mirándome durante un rato, no sabía cómo defenderme de sus ataques.

- ¿Y te gustan, verdad? ¿te gustan todas las historias que cuentan? –Me preguntó con malicia. –Y los alabas, los adoras después de saber que todo lo que cuentan es cierto, después de saber todo los que os están haciendo pasar por culpa de ellos, los…

Jacob se levantó de un salto del sofá, se irguió delante de Paul y le agarró la camiseta por la pechera. Paul intentó desprenderse del agarre, como no pudo, levantó el puño para remeterle. Fue a darle un puñetazo en la cara pero Jacob fue rápido y se agachó, cuando se volvió a erguir le dio bien fuerte con los nudillos en todo el mentón, tirándolo al suelo. El ruido del golpe fue estremecedor, parecía que habían chocado dos piezas de hierro. Rakel y yo dimos un pequeño grito y las dos fuimos corriendo en busca de nuestros amados para calmarlos. Rakel se tiró con Paul al suelo y le sujetaba la cara mientras le limpiaba la sangre de la boca. Paul no dejaba de convulsionar muy fuerte, todo su cuerpo temblaba. Yo intentaba hacer que Jacob me mirara para apartar la vista de Paul e intentar conseguir que se calmara. Lo estaba consiguiendo cuando escuché que Paul se levantaba, Jacob me hizo a un lado empujándome por los hombros justo antes de que se Paul se tirara encima de él. Los dos cayeron encima del sofá, rompiéndose algunas maderas de éste. Comenzaron a darse de puñetazos en la cara y en el abdomen. Iba a ir a separarlos pero Rakel me lo impidió cogiéndome de los brazos. Llorando comencé a llamarlo y a gritarle que parara. Cuando logré llamar su atención y conseguí que me mirara Paul hizo una jugarreta sucia y aprovechó su despiste para darle un rodillazo en el estomago. Jacob cayó al suelo faltándole el aire. Logré zafarme de los brazos de Rakel y fui con Jacob que no paraba de convulsionar e intentar ponerse en pie. Rakel paró a Paul que se estaba preparando para arremeter otra vez contra Jacob.

- ¡Por favor, parad! –Ordenó Rakel- Es muy tarde y los niños están durmiendo. Podemos hablar y solucionar las cosas como personas civilizadas.

- Yo no tengo nada que hablar con éste. –Escupió Paul.

Jacob le miró con odio y se puso en pie tragándose un grito de dolor mientras se sujetaba las costillas con una mano y me agarraba por la cintura con la otra. Sin decir nada me arrastró a la salida, sólo tuve tiempo de poder coger el bolso y la chaqueta que estaba en la entrada.

Fue hasta la moto y la encendió de una patada. Cuando terminé de ponerme la chaqueta y el bolso me pasó un casco que había debajo del asiento. Nada más ajustármelo, bruscamente me cogió del brazo y me obligó a sentarme. Dando un gran acelerón salimos del jardín, la moto dio un salto cuando bajó el bordillo hasta tocar el asfalto. Giró el manillar para poner rumbo a casa de los Clearwater, tuve que cogerme bien fuerte para no caerme.

En un abrir y cerrar de ojos ya habíamos llegado, y no sólo porque estábamos cerca, sino porque habíamos ido a todo lo que daba la moto. Aparcó junto al coche que habíamos alquilado y apagó el motor. Toda la moto temblaba y no era por el motor, pues ya estaba apagado, el que la hacía temblar era Jacob que convulsionaba y cogía fuertemente el manillar.

Me quité el casco. Dejé la frente apoyada en su espalda y acaricié sus brazos deseando que ese gesto funcionara para tranquilizarlo. Pasaron unos largos minutos hasta que su cuerpo dejó de temblar. En todo el rato no dejé de pensar en lo que había pasado en la cena. Toda la pelea que tuvieron Jacob y Paul fue por mi culpa; si no hubiera sido tan bocazas, si hubiera pensado las cosas antes de hablar, nada de eso hubiera sucedido.

Cuando quise darme cuenta estaba sollozando. Jacob se bajó de la moto y me ayudó a bajarme también. Limpió mis lágrimas, cogió mis manos y las entrelazó junto las suyas, pegándolas a su pecho.

- Siento mucho como ha terminado la noche. –Dijo en tono de disculpa.

- Toda la culpa ha sido mía. –Le dije con un nudo en la garganta.

- Tú no tienes la culpa, el culpable ha sido Paul y su mal genio.

- Pero si no hubiera dicho nada, si no hubiera hablado de…

- Tú puedes hablar de lo que quieras, puedes hacer lo que te venga en gana, como si quieres ponerte a leer Crepúsculo por un megáfono en medio de la Push, bueno, quizá eso último no, eso ya sería pasarse. Lo que quiero decir es que nadie tiene que decirte lo que debes y no debes hacer. –Intentó hacerme sonreír pero no lo consiguió.

- Si yo hubiera sabido todo lo que escondían esos libros detrás, no los hubiera leído jamás. – Le dije defendiéndome de los ataques de Paul. Él ahora no estaba pero quería que Jacob lo supiera, quizá él también pensaba lo mismo.

- Si no hubieras leído los libros no habrías pensado en mí. Gracias a eso te pudo ver Alice, gracias a eso estamos juntos.

- Pero esos libros han hecho mucho daño. Los Cullen tienen que estar huyendo, nosotros tenemos que estar escondiéndonos para que no nos maten. –Le dije derrumbándome en su pecho a llorar al escuchar la verdad de mis palabras.

Comenzó acariciar mi pelo para que me tranquilizara. Sentí como le temblaban las manos y las cerraba en sus puños para esconder los temblores. Bajó su mirada para encontrarse con la mía nublada por culpa de las lágrimas. Me besó una y otra vez, haciéndome olvidar porque estaba llorando. Limpió con sus labios las lágrimas que quedaban en mi rostro. Cogió mi cara con sus dos grandes manos y me miró fijamente a los ojos.

- Prefiero estar toda una vida escondiéndome de esos indeseables antes que estar sin ti. – Dijo con voz dulce, acercándome de nuevo a sus labios y besándolos dulcemente como antes.

Una fina capa de lluvia comenzó a caer encima de nosotros, fuimos a refugiarnos debajo del porche y a seguir con la sesión de besos. El sabor de su saliva en mi boca me dejó aturdida, sus manos subiendo y bajando por mi espalda y los muslos me hicieron olvidar todo lo que había ocurrido horas atrás. Sus caricias y el agradable sonido y olor de la lluvia me estaban dejando muy relajada. No me di cuenta que había dejado de besarme hasta que le escuché como se le escapaba la risa por la nariz, abrí los ojos y vi que me miraba divertido.

- Vámonos a dormir, es muy tarde y hoy ha sido un día muy largo. – Dijo cogiendo mi mano y abriendo la puerta de casa, encontrándonos con el desorden que nos esperaba dentro.

- Antes deberíamos de recoger un poco esto.

- ¡Ah, no! No pienso limpiar nada de este desastre. Que lo recoja Seth.

- ¡Va, venga! No seas así. Vamos a estar toda una semana viviendo aquí por la cara, al menos se lo podríamos agradecer cooperando un poco en la limpieza. – Iba a rechistar pero le puse ojitos y no pudo negarse.

- Está bien, –Dijo en tono de rendición.- pero Seth también tendrá que ayudar a limpiar una parte y… mira que suerte que hemos tenido, ya llega.

Jacob abrió de par en par la puerta y salió a fuera, quedándose parado en las escaleras del porche, mojándose por la cortina de agua que ya no era tan fina. Me asomé a mirar y no vi a nadie, pocos segundos después unas luces de una furgoneta iluminaron la carretera y aparcó detrás de nuestro coche. El conductor se quedó mirando sólo un segundo a Jacob y salió corriendo en su busca, recibiéndolo con un gran abrazo y un grito de alegría. El recién llegado comenzó hablar muy deprisa, atropellando las palabras por la emoción mientras saltaba encima de Jacob. Éste tuvo que cogerse a la barandilla para no caerse y le pidió que se calmara. Seth no paraba de reírse por la alegría. Algo en él llamó su atención parando de reír de golpe. Jacob vino donde yo estaba, sacudiendo la cabeza para quitarse el agua del pelo, me cogió por la cintura y me arrimó a su pecho. Seth subió los cuatro peldaños del porche que nos separaban y quedó parado debajo de la luz, mirándome con una sonrisa pilla. Seth para nada era aquel niño que me había imaginado, era todo un hombre hecho y derecho y bien apuesto.

- ¿Es tu novia? – Le preguntó divertido a Jacob.

- Bueno, en realidad ella es más que eso, es mi imprenta. – Le dijo con satisfacción.
Seth dio un respingo al escuchar la respuesta y comenzó a reírse mientras golpeaba a Jacob en el hombro.

- ¡Qué alegría, tío! –exclamó y tendió su mano en mi dirección- Yo soy Seth Clearwater.

Alargué el brazo y junte mi mano con la suya. Le miré sonriente a sus ojos castaños claros que contrastaban perfectamente con su piel morena. Así me quedé atontada mirándolo un buen rato hasta que Jacob habló por mí.

- Lluna, ella se llama Lluna.

Avergonzada solté su mano y bajé la mirada, escondiendo el sonrojo de mis mejillas y rezando por que comenzaran hablar de otra cosa, cosa que tardó en suceder.

- Tu madre nos ha dicho que nos quedemos a dormir aquí. – Dijo Jacob rompiendo el largo silencio. - ¿Seth, me has escuchado?- Le preguntó al ver que no contestaba.
Miré a Seth y vi que me miraba de la misma forma que yo antes me había quedado observándolo. Al cruzarse nuestras miradas sonrió tímidamente y giró a ver a Jacob.

- Sí, sí –afirmó y se quedó pensando un momento- ¿Qué me habías dicho?

- Nos quedaremos en tu casa estos días.

- Si es que no hay ningún inconveniente. –Interrumpí. No me sentía muy bien con la idea de vivir unos días en casa de un desconocido y sin su consentimiento.

- ¡Claro, no hay ningún problema! –dijo ilusionado- Nos lo pasaremos muy bien los tres juntos. -Algo pasó por su mente que le hizo cambiar por completo su semblante- Perdonad un momento, tengo que recoger unas cosas.

Seth salió disparado dentro de la casa, dejándonos a nosotros dos con cara de pasmados fuera en el porche. Entramos dentro y lo vimos estresado ordenando ese desastre.

- Espera, que te ayudamos. –Le dije mientras recogía una caja de pizza del suelo.

- No, no hace falta. –Dijo avergonzado.- Ya lo recojo en un momento.

- ¿En un momento? –Le preguntó incrédulo Jacob.- Tío, cuando termines de recoger esto se habrá hecho de día, ¿quieres que se congele Lluna allí fuera?

- No –dijo ofendido- Podéis pasar a dormir, yo recogeré esto sin hacer ruido.

- Está bien, -contestó Jacob conforme- buenas noches, que no te canses.

- ¡Jacob! –le regañé y me dirigí a Seth- Déjanos ayudarte, me sentiría mejor, será nuestra forma de agradecerte tu hospitalidad.

- En realidad, se lo tenemos que agradecer a Sue. –Intervino Jacob por lo bajini.
Le di una mirada envenenada por su comentario, Jacob rodó los ojos y Seth se rió por nuestra actuación.

- Está bien –dijo Seth con tono de rendición- vamos a limpiar todo esto antes de que sea más tarde.

Jacob fue a limpiar la cocina, Seth el baño y recoger la ropa que había tirada y yo comencé a tirar en una bolsa toda la basura que había esparcida por la casa. Llené 5 o 6 bolsas con cajas de pizza vacías, refrescos, botellines de cerveza… Cuando el suelo quedó más o menos despejado cogí la escoba y comencé a barrer. Seth regresó de limpiar el baño y cogió un trapo para limpiar el polvo de los muebles. Cuando Jacob terminó de limpiar la cocina vino con nosotros al comedor, le pedí ayuda para retirar el sofá y barrer debajo. Allí escondido había un montón más de basura, cogí el rollo de bolsas de basura para coger una de nueva, las otras ya estaban llenas a rebosar. Jacob se agachó a recoger las cosas del suelo mientras yo le sujetaba la bolsa para que las tirara. Comenzó a reírse a grandes carcajadas y se puso en pie.

- Seth, ¿de quién es esto? – Le dijo en mofa tirándole un objeto. Cuando lo cogió vi que era un sujetador de color negro.

Se quedó mirándolo un rato, levantándolo en el aire para verlo mejor.

- Pues la verdad es que no se de quién es, hace tiempo que no me lio con una tía con las tetas tan pequeñas. –Se quedó pensando un momento, juntando su entrecejo y con una sonrisa pilla añadió- ¡ah sí, creo que ya se de quién es! Lluna, abre la bolsa que hago básquet.

- ¿No se lo vas a devolver? –le pregunté. Seth se quedó pensando.

- Es que muy bien no me acuerdo si es de esa o de otra, sabes que, mejor lo tiramos.

Me encogí de hombros y abrí la bolsa, Seth hizo canasta a grito de “básquet”.

Media hora más tarde terminamos de limpiar, Jacob y yo nos sentamos en el sofá esperando que Seth regresara de tirar la basura. En los pocos minutos que estuve sentada me vino encima todo el cansancio del día; el vuelo larguísimo, la emoción de conocer a todas aquellas personas y lugares, ver cuatro lobos gigantescos y el miedo que pasé al pensar que se estaban peleando, la discusión con Paul, la limpieza… Demasiadas cosas para un solo día. Mis bostezos no se hicieron de esperar, contagiándoselos a Jacob.

- Creo que me voy ya a dormir. –Les dije, haciendo un esfuerzo por mantener los ojos abiertos.

Jacob se puso en pie y se desperezó. Fuimos a la habitación, le deseamos buenas noches a Seth que se fue también a dormir a su habitación que estaba en el fondo del pasillo. Me puse el pijama de verano compuesto por un short y una camiseta de tirantes, durmiendo con Jacob no necesitaba más ropa, es más, con el calor que desprendía me sobraba. El pijama que llevaba puesto Jacob me encantaba, compuesto sólo por los bóxers negros que llevaba hoy puestos, un orgasmo para mi vista, que era el único orgasmo que iba a tener hoy, estaba súper cansada. Destapé las sabanas y los dos nos sentamos a la vez en la cama, crujiendo los muelles estrepitosamente. Jacob sopló, yo me tumbé, ya no me quedaban más fuerzas. Fue a levantarse pero se lo impedí, le dije que ya lo arreglaría mañana, la idea le pareció bien y, con cuidado de que no crujieran muchos los hierros y se pudiera romper la cama, se tumbó a mi lado. Me recosté en su pecho, suspiré de cansancio. Cuando levanté la cabeza para darle un beso de buenas noches Jacob ya se me había adelantado y se había quedado dormido. Cómo no quería que me llevara mucha ventaja volví a recostarme y, deprisa, me dormí.



lunes, 30 de mayo de 2011

AVISO: Parrafada total

AVISO, parrafada importante; tomáoslo con tiempo

Hola preciosidades!!!!!!!!!!!!!!!


Ante todo mil mil mil perdones por no dar señales de vida, lo siento de verdad. Cuando leo fics en otras páginas me da mucha rabia cuando la escritora desaparece sin más y a veces vuelve a dar señales de vida y otras no . Perdonarme, yo no quería hacerlo, me comprometí a publicar cada viernes y ya hace dos o tres semanas que no cumplo, perdón.

Perdonarme por…: dejaros olvidadas, tener descuidado este blog, no pasar a ver las invitaciones de otros blogs; perdiendo el hilo de muchas historias (vampiresa, Mari, Mariia, Gïxiie, Loli… y no sé cuantas más) perdón por no visitaros.

Hace cosa de 7 meses o así comencé a escribir esta historia, era la primera vez que hacia una cosa así. Siempre he sido una chica con un montón de pajarillos en la cabeza, con mucha imaginación, loquilla (por qué negarlo). Me imaginaba historias, montaba personajes en mi cabeza, una trama con principio y final…

En Septiembre del año pasado comencé a estudiar después de tenerlo olvidado durante 2 años. En esos dos años que estuve trabajando me di cuenta que quería ser algo más que una auxiliar por el resto de mis días, una persona a veces con voz pero siempre sin voto, la que se carga más responsabilidades que las que le toca. Trabajé cómo auxiliar en un centro ocupacional con personas con discapacidad física y psíquica. Es un trabajo que me encanta, pero me gustaría llegar a ser educador. Muchas veces tuve que sustituir a educadores, y me encantaba pero veía que muchas cosas se me escapaban de las manos por falta de formación, al año con la experiencia aprendí muchas cosas pero otras me gustaría trabajarlas más. No tengo bachillerato así que comencé a estudiar para superar una prueba de acceso a grado superior para poder entrar y hacer integración social. Busqué un centro para estudiar cerca del curro (que lo tenía a una hora y media de casa)y me cogieron. Salía de casa a las 8:00 de la mañana y llegaba a las 21:30. No descansaba, mi momento de relax era el metro. En Octubre me cumplió el contrato laboral, sólo hacen al 70% de la plantilla fija, y tuvieron que elegir entre hacer fijo a una educadora o a mí, y claro, es más fácil encontrar a una auxiliar que una educadora. De no tener nada de tiempo me encontré con todo el tiempo del mundo; cogí el paro y aproveché para meterme de lleno en los estudios. Quise cambiarme a un instituto más cerca de casa pero no había plazas -no me importó-, como era por la tarde podía coger el coche porque no había tanto tráfico, eran 25 minutos cada día pero valía la pena, he conocido personas fantásticas en ese instituto y espero que estén conmigo por muchos años y que esta ajetreada vida no nos separe.

Al tener tanto tiempo libre comencé a leer fics. La Saga Crepúsculo que encantó y muchísimos fics que leí también; sobre todo aquellos donde salían lemmon’s light o más fuertes, para mi gusto le faltó eso a la Saga. Mi cabeza loca comenzó a pensar en diferentes historias y siempre suspiraba por pensar que me pasara, o que existieran en la vida real, entonces se me ocurrió la idea de hacerlo “real” –voy a traer los personajes de la Saga al mundo real-. En mi cabeza monté unos personajes, una trama, como traer unos personajes ficticios a la vida cuotidiana… Me gustó como estaba quedando en mi cabeza y un día comencé a plasmarlo en papel. Me di cuenta que no se me daba tan mal como pensaba, y me iba bien para repasar ortografía y expresión para el instituto. Un día se lo enseñé a unas amigas lo que estaba haciendo y… para mi sorpresa ¡les gustó! Querían saber más de la historia, de los personajes, de TODO… me hizo muchísima ilusión que les gustara mi trabajo, que me ayudaran a corregir mis errores léxico/gramaticales y ortográficos, tanto me gustó que decidí que formaran parte de la historia para, de alguna forma, agradecerles su apoyo por una cosa que me estaba encantando y que quería continuar haciéndolo. Algunas anécdotas que hay en el fic son ciertas (maldita Laura, casi morimos de un infarto la pobre Nury y yo volando en el coche), otras no, un poco de todo XDDD.

La historia cada vez me gustaba más y a mis amigas también, cada semana o cada dos tenía listo un capitulo. Ellas me dieron valentía para publicarlo en la red. Aunque me costó lo mío hacerme con el blog (gracias MaRiia por ayudarme T’estimuuuuu), conseguí domarlo.
Personalmente comencé a pasar por malos momentos, y claro, si psicológicamente no estás bien es muy difícil concentrarse para escribir. Dejé por muchos días, casi meses de un lado la historia y comencé a centrarme más en los estudios. Problemas, estudios, fic, otros fics, el blog, otros blogs… demasiadas cosas. Decidí restringir algunas cosas, eran demasiadas para mi cabeza. Ahora que los problemas parecen que se están arreglando y que ya terminé los estudios (9,10 notaza que lo flipas) vuelvo a recoger las cosas que dejé olvidadas por un tiempo.

Al no poder escribir durante semanas me estáis pillando en capítulos. Me tomo tiempo con ellos y no me gusta publicar si no estoy conforme con lo que he hecho. Unas veces cuesta más escribir que otras, te quedas encasquillada y hasta que vuelves a arrancar y que te guste tardo un tiempecito.

Por todo lo que he pasado me merezco unas vacaciones, que las tengo bien merecidas, necesito urgentemente ordenar el desorden emocional que hay en mi cabeza (no es que esté loca, es que la vida y sobre todo las personas somos muy complicadas y todo se complica más cuando comienzas a replantearte un futuro sola o acompañada).

Voy a tomarme 3 semanas de vacaciones. Eso quiere decir que no publicaré durante esas semanas y que no sé si podré ponerme al día de las actualizaciones de mis nenas preferidas. Aprovecharé todo ese tiempo para mí, mi pareja, el fic, amigos… El Miércoles voy a Menorca y espero que la isla me de toda la energía que he dejado escapar por el camino.

Bueno tesoros, perdón por toda la parrafada pero me he sentido fatal por dejarlas olvidadas. Quiero que sepan que las tengo en mente y que os quiero a cada una de vosotras, que os parecerá mentira pero cada comentario, visita, seguidora, regalo… me llena de alegría.


Un BeSazo enorme. Áuryn

¡ahhhh! Qué no se os olvide, hay nuevo capítulo, jejeje. …que después de todo el royo que he metido…. Sus querooooo!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Nuevo capitulo

26. Linea fronteriza

Durante el trayecto a la Push estuvimos hablando sobre qué me habían parecido Charlie y Sue. La verdad es que me parecieron una pareja muy simpática, donde se veía a distancia que entre ellos dos no tenían muchos temas en común; Sue, era una mujer muy entrañable y cercana, por el contrario, Charlie, era un hombre poco afectuoso y distante. Ellos sólo tenían posiblemente un tema en común que era que se amaban y, con eso, ya hacían una gran pareja.

- Sue, te quiere mucho. – Le dije afirmando lo que hacía un momento acababa de presenciar.

- Sí. La he tenido preocupada durante mucho tiempo a causa de mi falta de noticias, se ha alegrado mucho al verme. Espero que la manada me reciba de igual forma.

- ¿Por qué no se iban a alegrar?

- Es complicado. – Dijo, cambiando su semblante a uno preocupado- Soy un prófugo, abandoné a mi manada como un cobarde. Soy un licántropo y debo proteger al poblado de cualquier amenaza, en vez de hacer eso, me fui como todo un traidor al bando enemigo. - Su voz fue menguando hasta que calló.

Como toda una estúpida me quedé callada sin saber que decir. Quería ayudarle, que se sintiera mejor, pero no sabía cómo hacerlo y, mi silencio, no le iba a ayudar.

Jacob giró el volante y salió de la carretera, estacionando el coche en la calzada, cerca de un puente donde cruzaba un rio. Dejó caer la cabeza en el volante y fijó la mirada en sus rodillas. Me quité el cinturón y me arrimé a él, apoyando la cabeza en su brazo y acariciando su pelo; si no sabía que decirle al menos quería que el sintiera todo mi apoyo.

- No sé lo que ellos piensan acerca de mí; me verán como un desconocido, un intruso, un estafador…

- Yo no he visto que Sue te sintiera de esa forma. Lo que sí he podido apreciar es que la tenías muy preocupada y se ha alegrado muchísimo al verte. Estoy segura que los demás te recibirán igual, “la familia es la familia” – Le dije haciéndole una mala imitación del padrino la cual hizo que se le escapara una pequeña risa.

- Vas a tener que ayudarme para que no piensen que soy un traidor. – Dijo incorporándose en el asiento.

- Ya sabes que tienes toda mi ayuda. ¿Qué tengo que hacer? – Le pregunté sintiéndome útil por fin.

- Necesito que te vean conmigo para que confíen en mí y sepan que aún respeto a la raza humana.

- ¿Tan desconfiados son?

- Si yo fuera Sam, no me fiaría de un tipo que ha estado rondando con vampiros durante tanto tiempo.

- ¡Pues a qué estamos esperando! – Dije animada.- ¿Necesito ponerme algún tipo de letrero identificador donde ponga la especie a la que pertenezco?, nombre: Lluna, sexo: hembra, especie: humana. – Le dije consiguiendo que se riera de nuevo.

- ¡Anda, vamos homo sapiens! – Contestó divertido, me besó y salió del coche.


- ¿Qué hacemos aquí?– Le pregunté cuando salí afuera con él.

Nunca había estado en la Push pero dudaba que ya estuviéramos, pues no había señales de que hubiera rastro de población cercana.

- Estamos en la línea fronteriza, antes de pasar quiero certificar que vamos a ser bien recibidos.

Comenzamos adentrarnos en el bosque, fuera del alcance de cualquier mirón. A Jacob se le veía nervioso, por su boca no salía ninguna palabra y, estoy segura, que era porque su mente no paraba de pensar en lo que iba a pasar a continuación, haciéndose múltiples hipótesis. Estos silencios tensos me incomodan bastante y sus comeduras de olla también, lo que tuviera que pasar pasaría y, por más que le diera vueltas a la cabeza, no solucionaría nada, es más, le pondría más nervioso.

- ¿Tienes manada? – Le pregunté, no sólo por romper el silencio, sino porque hacía rato que me rondaba esa pregunta.

- No, ya no. Desde que Ne… desde que e… -comenzó a tartamudear a causa del dolor que le trasmitía esos recuerdos, le di un apretón en la mano y una mirada llena de coraje para darle valor y que continuara hablando, funcionó y pudo seguir.- Cuando las cosas comenzaron a no ir bien, yo no tenía fuerzas para lidiar con mi vida y, menos, para ser el Alfa de una manada, así que denegué de mi cargo y las dos manadas se juntaron.

- ¿Así que ahora estás bajo las órdenes de Sam?

- Sí –contestó sin muchos ánimos- por una parte está bien, no tener que mandar a nadie y esas cosas. – Dijo, parecía que había dejado la frase inacabada.

- Pero… - Se paró y me miró.

- ¡Me conoces demasiado bien! – Exclamó divertido- Odio que me den ordenes, la sensación de no poder decidir tus actos, el estar obligado a seguir a alguien… -le entró un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo, sacudió la cabeza, pasó su brazo por mis hombros y continuamos con la marcha.

Llegamos a un pequeño claro, Jacob paró y comenzó a coger aire por la nariz, pensé que estaba respirando para tranquilizarse, luego me di cuenta (por como cogía aire y movía su cabeza despacio en todas direcciones) que lo que estaba haciendo era rastrear con el olfato.

- No están cerca, tendré que transformarme para poder comunicarme con ellos.

- Eso quiere decir que van a venir unos lobos gigantescos hasta aquí. –Le dije nerviosa.

Había superado mis miedos a los canes gracias a Jacob, lo que no estaba segura era si podía resistir mi miedo habiendo más de un licántropo a mi alrededor.

- Si no te sientes bien con esto puedo acompañarte hasta el coche y te esperas allí hasta que haya hablado con ellos. – Me dijo en plan “coñazo” protector.

- Tranquilo, estaré bien, no te preocupes, vamos a solucionar este problema juntos, soy tu prueba A, tu homo sapiens. – Parloteé a causa de los nervios. Le di una sonrisa tranquilizadora la cual no le convenció mucho.

- ¿Estás segura?

- Estoy segurísima, voy a estar bien, no te preocupes por mí.

- Venga, vamos al coche, ya buscaremos otra solución. –Dijo cogiendo mi mano y arrastrándome por donde habíamos venido.

- ¡No! –le dije seria, parándome en seco.- No eres el único a quien no le gusta que le den órdenes. Vamos a seguir con lo que habías planificado –fue a recriminarme, pero no le dejé- y no se hable más.

Se cruzó de brazos y me miró enfadado.

- Bien, como tú quieras, luego no quiero reclamaciones de ningún tipo.

Comenzó a quitarse las ropas, no sé si me dijo algo más relacionado con mi seguridad o no, quedé embobada viendo su hermosa desnudez. Me entregó las prendas que se acababa de quitar y se distanció unos metros. Cuando su cuerpo comenzó a convulsionar cerré los ojos, ver como se transformaba era una cosa que todavía no había asimilado. Los abrí lentamente, acostumbrándome a la visión que tenía ahora delante. Jacob lentamente se acercó y en sus gestos y mirada lupina pude entender un “ya te lo advertí”.

Jacob se tensó e irguió sus orejas puntiagudas. Se apartó de mi lado, levantó su cabeza y aulló fuerte, su aullido rebotó en mis tímpanos. A los pocos segundos otro aullido se escuchó en la lejanía, el cual respondió de igual forma. Se distanció más y comenzó a moverse de lado a lado nervioso, meneando su larga cola peluda.

Los aullidos desconocidos comenzaron a escucharse más cerca, con más fuerza. Fijé mi vista en donde procedían, pocos segundos después las copas de los arboles que habían más allá comenzaron a moverse, al instante vi un borrón marrón como se lanzaba encima de Jacob.

Quedé paralizada por el pánico, no podía respirar ni hablar, ni gritar, el estomago comenzó a revolverse. Los dos lobos estaban revolcándose por el suelo, poniendo sus grandes pezuñas uno encima de otro. No podía apartar mi vista de ellos, quería ayudar a Jacob, ese lobo le estaba dando una paliza. El plan no estaba resultando nada bien, iban a matar a Jacob y, seguramente, luego a mí. Quería parar la pelea, salvar a Jacob, pero iba ser imposible que pudiera luchar yo con ese gran lobo de color marrón oscuro. Cavilando planes para frenar la lucha, buscando puntos por donde poder atacar, aunque fuera tirándole piedras, me di cuenta que no estaban peleando, se estaban saludando. Fue entonces cuando fui capaz de volver a respirar.

El “saludo” cada vez fue volviéndose menos efusivo y parando de revolcarse por los suelos, dejando de destruir toda la vegetación que se encontraban al paso. Jacob me miró y el otro lobo dio un salto, se puso en pie en sus patas traseras, después dejó caer sus pezuñas delanteras al suelo, quedando de nuevo a cuatro patas, y me miró. Jacob comenzó a gemir muy suave y se acercó en donde yo estaba, pude leer su preocupación en su mirada, el otro lobo alzó sus cejas. Cuando Jacob estuvo delante de mí me sentí más segura, rozó su morro en mi brazo y acaricié su cabeza, dándole a entender que me encontraba bien (aunque el susto todavía no me lo había quitado de encima). Jacob giró su cabeza hacia atrás gruñendo, puso su lomo delante de mis narices, tapándome la visión. Gruñó más fuertes en plan defensivo. De nuevo dejé de respirar, quizá el otro lobo no se fiaba que yo fuera humana, que todo esto fuera una estrategia para atacarlos. Poco después, cuando escuché la cremallera de un pantalón subirse, entendí que lo único que estaba haciendo Jacob era que no viera como se trasformaba el otro licántropo en su cuerpo humano y lo pudiera ver desnudo.

Escuché como unos pasos apresurados se acercaban en mi dirección, giré mi cabeza a la derecha pues delante de mí sólo veía el pelaje marrón rojizo de Jacob. Allí, parado, me encontré a un chico alto y musculoso. Quizá no era tan alto como Jacob, pero sí que sus hombros eran más anchos y sus músculos más desarrollados. Jacob comenzó a dar pequeños gruñidos.

- Que sí, que sí, Jacob, tranquilo. – Le dijo el chico mientras le palmeaba el lomo.

- ¿Le has entendido? – Le pregunté intrigada. Si era así, debía de enseñarme la formula.

- No, pero le doy la razón como los locos para que deje de refunfuñar. – Dijo divertido, dando una gran carcajada que se unió con el aullido de Jacob. – Hola, yo soy Quil Ateara.

- Encantada, yo soy Lluna. – Le dije estrechándole la mano y, de nuevo, escondiéndola debajo de las ropas de Jacob que tenía sujetas para que no se notara el temblor de mis manos.

No hacía falta que me dijera que él también era un licántropo, aunque no le hubiera visto transformado hace instantes en un gran lobo, su elevada temperatura corporal le delataba.

- ¡Vaya, Jacob! Cada vez te las buscas más guapas. ¡Si es que estás hecho todo un galán! –Le dijo dándole un manotazo en el trasero que le movió del sitio.

Terminado que Quil dijera esto y Jacob le respondiera con un aullido parecido a una risa se comenzaron a escuchar en la lejanía otros aullidos, puse atención y escuché que eran de dos tipos diferentes, eso quería decir que otros dos grandes lobos se dirigían a nuestro encuentro.

- Sam me va a dar un par de mordiscos bien merecidos –dijo Quil nervioso- Lluna, date la vuelta, no quiero que Jacob también me muerda porque me veas desnudo.

Hice lo que me dijo sin rechistar, di media vuelta y cerré los ojos, a los pocos segundos escuché como a los aullidos lejanos se unían los aullidos de Jacob y de Quil, fue entonces cuando abrí los ojos y me giré. Quil se había posicionado delante de Jacob, con una separación de unos 4 metros aproximadamente, se miraban nerviosos. Allí, entre medio de ellos dos, seguro que se encontraba la línea divisoria.
Las copas de los arboles de delante comenzaron a moverse y, esta vez, era diferente a cuando había parecido Quil. Ahora se acercaban dos grandes lobos a marcha lenta, desconfiados. Uno de ellos era muy grande, casi tanto como Jacob y de color negro. El otro lobo era un poco más pequeño y de pelaje gris muy oscuro.

Los dos recién llegados se posicionaron junto a Quil, le dieron un fuerte gruñido amenazador el cual respondió con un gemido de disculpa, agachó la cabeza y se sentó. Los dos lobos fijaron la vista en mí, con los ojos entrecerrados, con recelo. Jacob respondió a esto con un gruñido tremendo, enseñó los dientes y se puso en posición de ataque. El gran lobo negro y el otro gris oscuro le respondieron de igual forma. Mis ojos se abrieron como platos, iba a presenciar una pelea, una gran pelea. Estaba muerta de miedo, y no sólo por la pelea, sino porque iban a hacer daño a Jacob. Eran tres contra uno y yo no podía hacer nada, ¡menuda ayuda era la mía!

Estaba paralizada, las ropas que tenía en las manos cayeron al suelo, no fue hasta ese entonces que no me había percatado que había dejado de respirar. Jacob me miró asustado, deshizo su posición de ataque y a paso lento vino a mi lado, se sentó y me abracé a su cuello, buscando protección y protegiéndole a él. Su respiración estaba muy agitada y no paraba de soltar bufidos seguido de más gruñidos. Si nos atacaban, primero me llevarían a mí, no podría presenciar una lucha con el final de su muerte, no podría resistir verlo sufrir, no podría vivir sin él aunque sólo fueran unos segundos antes de que acabaran con mi vida.

Jacob y Quil comenzaron a gimotear, entonces los gruñidos de los otros dos cesaron. Se hizo un silencio enorme, donde sólo se escuchaba la respiración de los lobos y mis intentos de coger aire. La respiración de Jacob, poco a poco, se fue relajando, lo cual me calmó ya que me daba a entender que las cosas iban bien, o no tan mal como antes. Fui capaz de volver a respirar a un ritmo normal aunque sería más acertado decir que fui capaz coger aire para no caer en una parada respiratoria.

Me concentré en escuchar los latidos del corazón de Jacob. Cada vez que escuchaba un aullido, un gruñido, o cualquier sonido lobuno que no perteneciese a los de Jacob cerraba más fuerte los ojos y me abrazaba más a su cuello. Suerte que mi fuerza humana no le hacía daño, sino creo que le hubiera estrangulado. De vez en cuando Jacob acariciaba mi pelo con su cabeza para tranquilizarme.

Se levantó un aire frío y húmedo, el cual me hizo estremecer y pegué todo mi cuerpo al suyo para entrar en calor. Dejé mi mente en blanco, no quería pensar en lo que estaba sucediendo, no quería ver si los otros lobos todavía estaban en posición de ataque. Me odiaba por el miedo que estaba pasando ahora mismo, por la inseguridad que no me dejaba actuar, pero no podía hacer nada, el pánico no me dejaba ni pensar. Mis pensamientos y todos mis sentidos estaban pendientes de Jacob; escuchando su respiración, los latidos de su corazón, el tacto de su pelaje, en su agradable olor…

Intentó zafarse de mi abrazo prisionero pero no le dejé, todavía no estaba preparada para lidiar con lobos gigantescos enfurecidos, mi miedo no me dejaba.
Al cabo de unos instantes, o lo que creí que era eso, Jacob me dio un lametazo en la cara que me hizo salir de mi trance. Abrí los ojos y sólo conseguí ver los ojos de Jacob que brillaban en la oscuridad de la noche. Salí de mi aturdimiento y me concentré en mi alrededor, saliendo del mundo que había creado donde sólo existíamos él y yo. No escuchaba nada, sólo a él. Lentamente me giré y vi que ya no había nadie, sólo oscuridad. Fue entonces cuando dejé marchar toda mi frustración con un gran llanto.

Las fuerzas me fallaron cuando desapareció toda la tensión acumulada. Caí de rodillas al suelo y me tapé la cara con las manos.

Cuando sentí las manos de Jacob que me sujetaban los brazos me lancé directa a su pecho. Lloré hasta quedarme sin lágrimas. Él acariciaba mi cabello en un intento de tranquilizarme pero no lo conseguía. Me sentía fatal por mi total ausencia de ayuda, idiota por haber actuado de esa forma tan cobarde. Hubiera querido cumplir con mi parte, intervenir de alguna forma pero el maldito miedo no me dejó.

- Siento mucho, Lluna, haberte hecho pasar por esto. –Susurró Jacob en mi oído con pena.

- Perdóname, he actuado como una idiota, inútil, cobarde…

Me apartó de su pecho y levantó mi barbilla con el pulgar. Intenté seguir disculpándome pero silenció mis labios con un dedo y limpió mis lágrimas con sus labios.

- Es completamente comprensible lo que has hecho. Deberías haber visto a Bella cuando nos vio aparecer por primera vez, salió por patas. Tú te has quedado, es todo lo que quería, es todo lo que necesitaba.

- Al menos, dime que todo ha salido bien.

- Todo ha salido a pedir de boca. En un principio Sam se pensó que era una trampa pero luego estuvimos hablando y… - Le corté su discurso.

- ¿!Hablando!? Pensé que querían pelea, pensé que iban a matarte.

- ¿!Matarme!? ¡Ja!, no me hagas reír. – Dijo en mofa.- Sólo estábamos discutiendo. Lo que pasa es que Paul se altera enseguida.

- ¿Entonces esos últimos lobos eran Sam i Paul?

- Sí, por cierto, la próxima vez que veas a Paul quizá se meta un poco contigo, pero tranquila, estaré yo allí para callarle todas sus tonterías.

- ¿meterse conmigo? ¿por qué? –Quise saber.

- Por cómo has actuado. – Cómo una cobarde pensé.

- No te preocupes, si la próxima vez que le veo no es como un lobo gigante sabré defenderme yo sola.

- Y si no es así, no te preocupes, le daré yo su merecido. Me he quedado con ganas de patearle su peludo trasero.

Terminado de decir esto Jacob se puso en pie y me ayudó a levantarme. Fue a vestirse; averigüé que era eso porque escuché como se subía la cremallera del pantalón y se enfundaba la camiseta, porque lo que era ver no veía más de dos palmos, la noche había caído encima de nosotros sin yo darme cuenta.

De camino al coche, Jacob me explicó como fue la conversación. En un principio, cuando Sam nos vio, se pensó que todo era un engaño para atacar el poblado (tal y cómo adivinó Jacob), después, cuando le contó quien era yo se alegró muchísimo. Ellos sabían que Jacob no les estaba mintiendo, pues al leerse sus pensamientos no era posible esconder ningún tipo de secreto.

Aunque ya no me sentía tan mal por haber sido una cobarde, todavía tenía esa espinita clavada. Me prometí que debía quitarme ese miedo de encima. Ellos eran licántropos como Jacob, aunque les hubiera visto transformados en lobos gigantescos seguían siendo personas y no iban hacerme ningún tipo de daño. Pensé en Quil; primero lo había visto en fase y luego como humano. Si volvía a encontrarme con ese lobo marrón debía de pensar en él como Quil y no como un feroz lobo. Igual que superé mi miedo con Jacob debía superarlo con los demás, aunque me llevara tiempo.

domingo, 22 de mayo de 2011

25. El viaje

Los días pasaban sin darme cuenta, porque el tiempo vuela cuando se pasa en buena compañía.

Hacer planes le gustó a Jacob, pues no había día que no planificáramos lo que íbamos hacer al siguiente; esto fue una cosa que agradeció mi madre y Esme, así sabían si tenían que preparar nuestra cena o no. Unos días los pasábamos en mi casa, otros en casa de los Cullen. Si hacía buena temperatura, aprovechábamos para ir a nuestra laguna o a mi colina secreta que ahora se había convertido en un secreto de los dos.

Los asientos traseros de su coche tomaron una nueva utilidad, ya que no teníamos otro sitio donde intimar, bueno, en realidad sí que lo teníamos, porque me encantaba hacer el amor al aire libre, pero Jacob se negaba al decir que hacía mucho frío para mí. Esperábamos con ansias que los Cullen se fueran de caza o que mi casa se quedara sola, pero mientras no pasara esto, seguiríamos haciéndolo en la parte trasera del coche.

Estamos a mediados de noviembre y no recordaba un otoño tan frío y a la vez tan cálido. Los meteorólogos decían que hacía años que no se veían temperaturas tan bajas y, si miraba la temperatura exterior les daba toda la razón pero, si miraba la que había ahora en el interior del coche no les podía creer. Después de una larga sesión de sexo donde se juntaron el amor, la pasión, el cariño y la lujuria, los cristales del coche quedaron empañados por el contraste de temperatura. Era tal la condensación que caían gotas de agua por los cristales. Bajé la ventanilla para que el aire frío me refrescara un poco, Jacob, la subió a los pocos minutos, decía que ese contraste de temperatura no le iba nada bien a mi salud.

A veces, su extremado afán de protegerme llegaba a agobiarme, pero otras veces me parecía muy dulce. Aunque nunca se lo había consentido a nadie, sólo a mis padres y odiaba cuando lo hacían, me encantaba que me cuidara Jacob. Me hacía sentir, no sé, ¿especial? Porque cada día me decía que era lo más importante de su vida, y me lo hacía sentir protegiendo a su tesoro más preciado; queriéndome, amándome, haciéndome reír… Con Jacob todas mis necesidades estaban cubiertas, Maslow podía poner más escalones en su pirámide que aún así los subiría.

- ¿Tienes días de vacaciones? – Me preguntó cuando nos vestimos y salimos a tomar un poco de aire fresco.

- Me queda una semana y unos días sueltos, los estaba guardando para navidad, ¿por?

- Ah.- Fue todo lo que respondió, borrando de su cara la sonrisa ilusionada con que me hizo la pregunta.

- ¿Por qué me lo has preguntado? – Le dije intrigada por su cambio de humor.

- Es que quería pasar Acción de gracias con mi familia, pero sí tú no puedes venir…

- Un momento, -le dije antes de que terminara su frase- ¿tu quieres qué conozca a tú familia?

- Sí – Respondió como si le hubiera preguntado la cosa más obvia del mundo “el cielo es azul y el agua moja”

- ¿!Y tu familia está en la Push!?

- La última vez que los vi vivían allí.

- En la Push está la manada y los conoceré.

- Ellos forman parte de mi familia.

- Espera, - le dije separándome de su abrazo y poniendo en orden las respuestas que me acababa de dar- me estás diciendo que: vamos a ir a la Push, voy a conocer a tu familia y, de ella, forma parte la manada.

- Sí, eso mismo te acabo de decir. – Dijo. Me sentía tonta “el negro es negro y el blanco es blanco”, pero es que no acababa de asimilar.

- Entonces voy a conocer a Seth, Leah, Sam, Quil, Paul… – Comencé a nombrar los licántropos.

- Entre mucha más gente. – Dijo riéndose de mi actitud. –Pero no importa, tienes guardados esos días para vacaciones.

¿!Qué!? ¿Y desperdiciar la oportunidad de conocer a la manada? Que le den por c…. a las vacaciones de navidad.

- Jacob, que sí, que sí que quiero ir. – Le dije sonando a súplica.

- ¿De verdad? – Me preguntó ilusionado.

- ¡Claro que quiero ir! – Le dije eufórica.

Riéndose me abrazó y volé mientras daba vueltas. Cuando me dejó en el suelo mi cabeza comenzó a pensar y a caer en la cuenta de lo que me había pedido. Iba a conocer a toda su familia, ¿no tuve suficiente en conocer a la familia Cullen? Recordé la primera vez y fue todo un desastre.

- ¿Qué te pasa? – Me preguntó, haciéndome salir de mis pensamientos.

- ¿Y si no les caigo bien? ¿y si no me aceptan? ¿y si…?

- ¿Por qué demonios no les ibas a caer bien? – me encogí de hombros- Lluna, cuando sepan que tú eres el motivo por el cual les voy a visitar, créeme que te van aceptar como una más.

- Un momento ¿ellos no saben de nosotros dos?

- No, hace años que no saben de mí.

- ¿Por qué? – Le pregunté entristecida. No podía imaginarme dos años sin tener contacto con mi familia y amigos/as.

- ¿Qué les iba a contar? ¿Lo deprimente qué era? Pero ahora que estás tú, tengo muchísimas ganas de contarles a todos lo feliz que soy.

Le abracé con todo mi amor, otra vez me estaba haciendo sentir la persona más especial del mundo.

- ¿Y cuando nos vamos? – Le pregunté.

- Los billetes están comprados para el fin de semana que viene.

- ¿!Qué!? ¿!ya están comprados!? –Le dije exaltada, tomé aliento para sonar más tranquila- Es decir, dentro de una semana vamos a tomar un vuelo.

- Sí, ¿tienes más preguntas?

- Bastantes, pero mi cabeza todavía está asimilando

Me abrazó mientras se reía de mi actitud. Cuando mi cabeza fue asimilando que dentro de poco más de una semana estaría conociendo a todas los personajes que leí en la saga Crepúsculo, me vinieron mil preguntas a la cabeza las cuales ni la mitad me supo responder, pues él hacía muchísimo tiempo que no sabía de ellos.
Internamente agradecí a mis padres que me apuntaran a una academia de inglés cuando era pequeña, así tenía un problema menos del que preocuparme “el idioma”. A los 10 años odiaba ir a inglés, lloraba todos los días porque quería ir a jugar a con mis amigas al parque pero no podía, tenía que ir a esas malditas clases. Ahora entendía lo que me decían “algún día te hará falta y nos lo agradecerás”. Ese día, ya había llegado.

Al día siguiente de saber lo que había planeado Jacob, envié una solicitud a RRHH, a las pocas horas habían contestado aceptando mi petición.

Esa semana la pasé entera preparando la maleta con la ayuda de Alice. Jacob decía que de paso me llevara el armario, exagerado. Quizá la maleta estaba llena de “por si acaso” pero nunca se sabe lo que puedes utilizar. Alice trajo más fotos de Renesme a mi casa y las veía mientras preparábamos la maleta. No pudo explicarme cosas de ella, pues Jacob estaba en el piso de abajo charlando con mis padres pero siempre pendiente de lo que pasaba con nosotras dos en mi cuarto. Quería saber que era de Nessie ahora, pero no le podía preguntar a nadie, Jacob siempre estaba cerca y no quería que él se enterara, sabía que esos recuerdos le hacían mucho daño y, lo que menos quería, era hacerle sentir dolor.

El martes al medio día cuando salí de trabajar Jacob, Edward y Bella me fueron a buscar para ir al aeropuerto. La idea de ir a celebrar Acción de gracias allí fue de ellos, Bella hacía mucho tiempo que no veía a su padre y tenía muchísimas ganas de estar con él. Le comentaron a Jacob la idea de que nosotros dos les acompañáramos y, como Jacob también hacía muchísimo tiempo que no sabía nada de su familia, pues en su estado depresivo no quería saber nada de nadie, ahora que se encontraba bien y tenía buenas noticias (yo) que contar a su familia, no tardó en aceptar la idea y en contármela.

Llegamos al aeropuerto y sacamos las maletas del coche de Emmet; nos lo prestó para poder ir al aeropuerto, era el único vehículo donde cabían todas las maletas. Quizá Jacob tenía razón, mis maletas (dos maletas y el equipaje de mano) eran las más grandes, a lo mejor había llevado más ropa de lo necesario.

Dentro del aeropuerto Jacob y yo fuimos a comer algo mientras Edward y Bella facturaban las maletas. Primero cogimos un avión hasta Londres, allí otro hasta Washington, después otro hasta Seattle y finalmente una avioneta que nos llevaría a Port Angeles. Gracias a todo que compraron asientos en primera clase, si no hubiera sido por eso no quiero ni imaginarme como habría terminado mi trasero. El último vuelo fue el que más me gustó, volaba a poca altura y se podía visualizar un paisaje hermoso; grandes montañas, algunas con los picos nevados y las faldas llenas de frondosa vegetación. Jacob iba haciéndome de guía turístico, me dijo los nombres de todos los ríos y lagos que sobrevolábamos, nombres de montañas famosas, pueblos…

Llegamos a Port Angeles y estiré todos los músculos que estaban entumecidos después de tantas horas de vuelo. No tenía ni idea de cuantas horas en total fue las que pasamos en los aires, con tantos cambios horarios me hice un cacao impresionante. Lo que sabía es que salimos un Martes pasado el medio día y llegamos el Miércoles a las 12. Llamé a mis padres diciéndoles que el viaje fue bien. Quedamos en que sólo los llamaría cuando llegara, no quería a la vuelta tener que entregar mi nomina a la compañía móvil. No tuve mucho tiempo en poder disfrutar de suelo firme, ya que a los pocos minutos apareció Edward con un todoterreno que había alquilado para estos días. El coche nos lo quedaríamos Jacob y yo, Edward y Bella preferían que no les viera mucha gente y los pudiera reconocer.

Primero iríamos los cuatro hasta la casa de Bella, allí vivían Charlie y Sue; ellos dos eran pareja hacía más de 6 años. Cuando llegáramos, después de saludarlos, Jacob y yo nos marcharíamos con el coche hasta la Push que era donde pasaríamos estos días.

De camino hasta Forks Jacob siguió haciendo de guía explicándome cada lugar por donde íbamos. Jacob se le veía muy ilusionado de estar ahí después de tanto tiempo, en cambio, Edward y Bella se les veía tensos, no sabía si sería por miedo a ser descubiertos o por estar en un lugar donde años atrás ocurrieron tantas cosas. Sufría porque a Jacob los recuerdos desagradables le inundaran y no disfrutara este viaje, hacia muchísimo tiempo que no veía a toda su familia y manada, quería que se llevara esta vez recuerdos entrañables que pudiera recordar con alegría. En la hora de trayecto de Port Angeles a Forks no paraba de hablar y explicar cosas cuando Jacob no decía nada, si lo mantenía distraído quizá lograba mi objetivo de hacer un viaje agradable para él.

Di un pequeño grito de histeria cuando vi el cartel “The city of Fork, welcomes you”, todos se quedaron mirándome, riéndose divertidos de mi actitud. Lo sé, suena raro, estaba saliendo con uno de los protagonistas principales de mi novela preferida, se habían convertido en parte de mi familia los vampiros que formaban la historia y, en ningún momento actué como una fan pero, cuando vi ese cartel fui consciente de que estaba en el lugar que tantas veces me había imaginado. Le dije a Jacob que parara; primero hice una foto del cartel, después Edward nos tomó una foto a nosotros dos y por último, después de convencer entre los tres a Bella, nos hicimos una foto los cuatro. Subimos al coche y miré las fotografías que acababa de tomar; alucinante, en Forks con Jacob, Edward y Bella. Guardé la cámara y seguí mirando por la ventanilla.

- Lluna, cálmate, no es tan emocionante Forks. – Dijo Bella en tono burlón.

Me giré a ella y me quedé mirándola en plan “¿cómo puedes decir eso?”, se encogió de hombros y comenzó a reírse negando con la cabeza.

Seguí mirando la calle, estábamos en una zona de pequeñas casas rodeadas de bosque, me imaginé que estaríamos cerca de la casa de Bella, en mi cabeza siempre imaginé que sería algo así y, efectivamente, Jacob estacionó pocos metros más adelante, avisándome que habíamos llegado.

Bajamos del coche, Edward y Bella fueron delante, Jacob cogió mi mano y los seguimos.

- ¿También vas a tomar una fotografía ahora de esto?- Me preguntó Edward chistoso.

- No. – Le respondí por vergüenza, aunque la verdad, lo estaba deseando.

Llegamos a la puerta de casa y Bella llamó al timbre, a los pocos segundos salió a recibir una mujer de avanzada edad, imaginé que era Sue. Se quedó mirando a Bella y sus ojos se abrieron como platos por la sorpresa, la abrazó con gran emoción y Bella le respondió igual. Después de que estuvieron un largo rato abrazadas se separaron y abrazó a Edward. Cuando se separó de él vio a Jacob, pues antes no se había fijado que estaba allí. Sue tapó su boca con las manos, se quedó sin palabras al verlo, por sus ojos comenzaron a caer grandes lágrimas, le temblaban las manos de la emoción. Jacob abrió los brazos y la mujer fue inmediatamente a ellos. Me emocioné muchísimo al ver esa imagen, había mucho sentimiento en ese abrazo. Sue se separó un poco de su abrazo y comenzó acariciar el rostro de Jacob, certificando que estaba ahí de verdad. Jacob limpió las lágrimas de Sue.

- Jacob Black, pensaba que nunca más te volvería a ver. – Dijo la mujer emocionada.

- Sue, te quiero presentar a alguien, -dijo Jacob haciéndose a un lado- ésta es Lluna, mi impronta.

Sue se quedó mirándome por un segundo, luego a Jacob y lo volvió a abrazar, se separó de sus brazos y limpiándose las lágrimas que no paraban de salir fue a saludarme. Pensé que me iba a estrechar la mano, pues no nos conocíamos de nada, me pilló de sorpresa cuando me dio un gran abrazo. Puede ser que fuera una mujer mayor pero tenía gran fuerza. Su abrazo estaba lleno de ternura y no pude negarme a él, así que le respondí de igual manera.

Nos invitó a pasar dentro y a sentarnos en el pequeño salón, después, nos trajo unas bebidas para Jacob y para mí. Edward se levantó y le cedió el sitio a Sue. El salón era muy pequeño y solamente había un sofá de tres plazas estrecho y un sillón donde se sentó Bella.

- ¿Dónde está mi padre?- Le preguntó Bella a Sue.

- Se ha ido a pescar, hay cosas que nunca cambian. No creo que tarde en llegar. ¿Cómo está toda tu familia? – Le preguntó a Edward

- Bien, están todos bien gracias. –Le respondió sonriente.

Sue, con una sonrisa de lado a lado, volvió a abrazar a Jacob y él lo acepto encantado. Nunca le había visto actuar de esa forma tan afectuosa con otra persona que no fuera yo. Jacob me daba la espalda y no podía ver su cara pero seguramente tenía la misma sonrisa llena de cariño que tenía Sue.

- ¿Cómo te encuentras Jacob? – Le preguntó cuando se separó de sus brazos.

- Genial, mejor que nunca. – Le respondió. Sue me dio una cariñosa mirada.

Bella comenzó a moverse nerviosa en el sillón. Edward se sentó a su lado en el reposabrazos y acarició su mejilla con la palma de la mano, Bella lo miró y suspiro intranquila.

- ¡Ya llega el jefe! – Dijo Jacob animado. Intuí que ese era el motivo por el que Bella actuaba así.

Poco después de que dijera esto se escuchó cómo se aproximaba un vehículo y estacionaba cerca de la casa. Edward se puso en pie y cogió la mano a su esposa, dándole coraje. Bella se levantó del sillón y comenzaron a caminar los dos hasta la entrada del recibidor. El repicoteo de las llaves sonó en la puerta de la entrada antes de que se abriera.

- ¡Ya estoy en casa! – Anunció una voz grave masculina.

El hombre “Charlie” llegó a la entrada del salón. Se quedó como una estatua al ver a su hija y dejó caer los artilugios de pesca que llevaba en las manos. No fue hasta que él dijo su nombre que Bella no fue a saludarlo a una velocidad imposible para una persona normal. Los dos se abrazaron con ternura. Charlie apretaba a Bella a su cuerpo y acariciaba su cabello. Jacob limpió mis lágrimas por la emoción de la imagen. Bella y Charlie comenzaron a dirigirse unas palabras, distraje mi atención mirando el fuego de la chimenea, era un momento muy íntimo entre un padre y una hija y había demasiada gente presenciándolo. Cuando Charlie y Bella dejaron de abrazarse fue a saludar a Edward que estuvo en todo momento al lado de ellos dos. Se saludaron con un fuerte apretón de manos y Charlie le dio unos golpecitos en la espalda.

- ¿A mí no me dices nada? – Dijo Jacob divertido mientras se ponía en pie.

Charlie se le quedó mirando aturdido y cuando reaccionó avanzó riéndose totalmente decidido a saludarlo. Se dieron un fuerte abrazo y manotazos en la espalda, de éstos que suenan y te hacen casi sentir el dolor.

- ¡Está sí que es una sorpresa! – Le dijo Charlie a Jacob mientras le daba un golpe en el hombro. Si seguía dándole manotazos, de esta casa iba a salir lesionado.

- He venido a presentaros a alguien, Charlie esta es Lluna, mi novia. – Le dijo señalándome.

Me levanté del sofá y estiré la mano para presentarme a Charlie. Aunque no lo conocía de nada, solamente de los libros, no hacía falta saber que era un hombre poco afectuoso, aunque lo que acababa de ver me diera a entender todo lo contrario. Charlie era una persona de estás que te trasmiten respeto. Cordialmente nos estrechamos la mano mientras nos presentábamos.

- ¡Qué sorpresa! –exclamó Charlie a sus conocidos recién llegados. - ¿Ha venido también mi Nessie?

Todos los presentes nos quedamos de piedra, Jacob borró su sonrisa y le comenzaron a temblar ligeramente las manos.

- ¿Tenéis hambre? – Preguntó Sue nerviosa.- Seguro que Charlie a traído un montón de pescado para comer.

- ¡Sí, muchísima hambre! - Dije exaltada, todos se me quedaron mirando. –Jacob vamos a ayudarle a preparar la comida.

Cogí a Jacob de la mano y seguí a Sue hasta la cocina. Internamente le agradecí que distrajera a Jacob con otra cosa que no fuera pensar en Nessie.

Sue cogió la bolsa con el pescado que había traído Charlie y comenzó a limpiarlo. Yo ayudé preparando la ensalada mientras Jacob ponía la mesa.

- ¿Dónde os quedaréis a dormir? – Preguntó Sue.

- Pues no lo sé, Jacob no me ha comentado nada. – Respondí ya que Jacob no decía nada.

- ¿Jacob, dónde vais a pasar estos días? – Volvió a preguntar Sue.

La respuesta siguió siendo el silenció. Giré a ver el porqué no contestaba, quizá se había ido y no nos habíamos cuenta y, efectivamente, aunque Jacob estaba de cuerpo presente, su mente estaba muy lejos de aquí, bueno, mejor dicho, sus oídos estaban en otro lugar y podría asegurar que estaban en el salón escuchando la conversación que tenían Bella, Edward y Charlie. Comencé hacerle señales con las manos pero siguió con la mirada fija en la puerta de la cocina que estaba cerrada. Al sentirme totalmente ignorada le tiré el trapo de cocina que había en la encimera, le di en toda la cara y se sobresaltó.

- ¿Sabes que es de mala educación no contestar a las preguntas que te están haciendo? – Le dije chistosa. Aunque estaba segura que no contestó porque estaba escuchando conversaciones ajenas, preferí no sacar el tema.

- Estaba distraído, -dijo en modo disculpa- ¿Qué querías?

- ¿Dónde vais a dormir? – Volvió a preguntar Sue, cansada de repetir lo mismo.

- No había pensado en eso todavía, quizá en mi antigua casa.

- No creo que quepan más personas en esa casa con tu hermana, Paul y tus dos sobrinos.

- ¿Tienes sobrinos? – Le pregunté al enterarme de esa nueva información.

- Sí, dos pequeñajos. – Contestó Jacob.

- De pequeños nada, -le corrigió Sue- son casi dos adolescentes. Quedaros mejor en mi casa, allí sólo está Seth. Podréis dormir en mi antiguo dormitorio.

- ¿No vendrá Leah? – Preguntó Jacob.

- No creo. –Contestó repentinamente entristecida. Sue se quedó un rato sumergida en sus pensamientos y esforzó una sonrisa para continuar hablando.- Espero que Seth tenga recogida la casa, la última vez que fui allí estaba hecha un desastre.

Cuando estuvo hecha la comida nos sentamos todos alrededor de la pequeña mesa a comer. Aunque Edward y Bella no comieron (obviamente), nos acompañaron. Charlie me hizo un pequeño cuestionario para conocerme que se pareció más a un interrogatorio, pero no me molestó, no hubo ninguna pregunta que me incomodara. Después Charlie siguió hablando sobre el incremento de la delincuencia en Forks a causa de la avalancha de turistas. Jacob no paraba de hacer bromas y contar chistes, Sue le regañaba cada vez que interrumpía. Me conmovió como Sue actuaba de esa forma tan maternal con Jacob, se veía que entre ellos dos había un hilo muy especial y afectuoso.

Terminamos de comer, nos despedimos de todos y después de que Sue nos diera un juego de llaves de su casa nos fuimos Jacob y yo a la Push.